El Día de la madre se ha convertido en una de las fechas más importantes a nivel mundial. Sin embargo pocos conocen su origen, una fecha promovida por Anna Jarvis en honor a su madre tras su fallecimiento, y que después de años de trabajo y logró que se instaurara de forma oficial en Estados Unidos y posteriormente en el resto del mundo.
El Día de la madre como reconocimiento al trabajo de las mujeres por la humanidad
Fue una frase pronunciada por Ann Reeves Jarvis (madre de Anna) la que sembró la idea en su cabeza:
“Espero y rezo para que alguien, un día, reconozca un día en memoria de las madres para celebrar el servicio incomparable que prestan a la humanidad en todas las áreas de la vida”
El día en que falleció, Anna se propuso honrar su memoria y conseguir aquello que tanto deseaba su madre, quien prestó servicio junto a muchas otras mujeres durante la Guerra Civil de EE.UU a través de grupos de trabajo que se crearon para atender soldados y población en general.
Por ese motivo desafió lobbys enteros del gobierno, de donde recibió burlas y menosprecio por una idea «progresista y sin sentido». Tras tres años de esfuerzo organizó un homenaje para ella aunque la fecha no era un festivo oficial y a partir de ahí se convirtió en una activista por la causa.
“Espero y rezo para que alguien, un día, reconozca un día en memoria de las madres para celebrar el servicio incomparable que prestan a la humanidad en todas las áreas de la vida”
Fue en 1911 cuando logró que todos los estados del país reconocieran el día festivo y tres años después, bajo el mandato del entonces presidente Woodrow Wilson, se oficializó que el segundo domingo de mayo se celebraría el Día de las madres.
Anna Jarvis terminó por arrepentirse de haber creado el Día de la madre
Su gran triunfo también le traería otro nuevo problema: el de proteger el espíritu de la celebración ante el consumismo y el desenfreno de las empresas, ya que todos empezaron a promover esta fecha como el momento de hacer regalos caros a las madres.
Aprovechando el auge de las tarjetas de felicitación, Anna pronunció en más de una entrevista una frase que también se haría famosa: «Una tarjeta impresa no significa más que se es demasiado indolente para escribirle de puño y letra a la mujer que ha hecho por uno más que nadie en el mundo”
Tan solo cinco años después de haberse hecho oficial el Día de las madres, Anna reconoció que los intereses comerciales se habían apropiado de la celebración. A partir de ahí dedicó sus recursos y los últimos años de su vida a luchar de forma activa (pero infructuosa) para boicotearla.