Se llega muy fácil a conclusiones erróneas cuando te aproximas de manera superficial a algo. Por ejemplo, reducir a Martin Scorsese a un director de películas de gangsters sólo porque ha hecho varias de sus películas más populares en ese género. O que sólo hace películas muy masculinas dirigidas a espectadores masculinos. Suena a comentarios exagerados, pero hay mucha gente soltando cosas igual de malas a través de Internet.
Cabe decir que esta percepción prejuiciosa no es novedosa. Probablemente ya hubieron muchas suspicacias en torno a él cuando se anunció que iba a adaptar nuevamente al cine ‘La edad de la inocencia‘, la exquisita novela de Edith Wharton. Hubo dudas, incluso aunque Scorsese vino de reivindicarse a sí mismo con los éxitos de ‘Uno de los nuestros‘ y ‘El cabo del miedo‘ tras una complicada década de los ochenta a nivel comercial y personal -que no a nivel creativo-. Pero eso fue porque no tenían claro las habilidades del italoamericano y los verdaderos temas de la novela.
Deseo imposible
‘La edad de la inocencia’ transcurre en Nueva York (una clave muy Scorsese), en el año 1870. Un sofisticado caballero de la alta sociedad (Daniel Day-Lewis) está prometido con una joven del mismo escalafón social (Winona Ryder), con la esperanza de mantener el estatus que tan valorado era en esos círculos. Nuestro caballero conoce a la poco convencional prima de su futura esposa, una condesa (Michelle Pfeiffer) condenada al ostracismo por querer abandonar a su autoritario e infiel esposo.
La condesa no se ajusta a los rigurosos códigos de la época. Ansía libertad y disfrutar de la vida tras una alianza muy amarga, pero eso no resulta tolerable para los conservadores círculos, y su entorno cercano trata de disuadirla. Todos menos el prometido de su prima, más comprensivo y dispuesto a ayudar. Entre ambos empieza a surgir algo más que una relación de compresión, y tratan de hacer lo posible por contener una emergente pasión que saben que no es apropiada.
La película toma interesantes decisiones para ir contando esta relación y el contexto en el que se mueve a través de pequeños detalles que hablan a gritos, pero con educación. Aunque Day-Lewis sea nuestro principal protagonista en este triángulo, la narración trata de respetar tanto su perspectiva como la del personaje de Pfeiffer, manteniendo el espíritu de la novela. Su aproximación a un mundo lleno de códigos opresivos y normas sociales pasivamente hostiles no se aleja demasiado de su exploración de los mundos de la mafia o de otros círculos criminales.
‘La edad de la inocencia’: una obra maestra sobre la resignación
Así mismo, en el corazón de la película hay una angustiosa sensación de melancolía, de resignación ante el deseo no consumado. También sabe hablar de esa tentación, ese impulso por desafiar esos estamentos rígidos para perseguir el anhelo de su corazón. Scorsese ha explorado mucho a esos personajes que ansían desafiar a una fuerza superior, sea la mafia o incluso el mismo Dios, casi por mero instinto de supervivencia. Esta no es una película religiosa, pero los estrictos designios de la alta sociedad y de la familia en la que Day-Lewis se introduce siguen un dogmatismo muy conservador propio del catolicismo estricto. Y pocos han tratado mejor su compleja relación con lo religioso que Scorsese.
Por eso ‘La edad de la inocencia’, un fastuoso drama de época contado con mimo y pocos aspavientos, es una de las películas más Scorsesianas de su filmografía. Y una de sus mayores obras en una carrera llena de obras maestras. Que esta joya se encuentre en el catálogo de Netflix es una maravilla, porque nos da la oportunidad de darnos una enorme alegría. Si te has mostrado reticente con ella hasta ahora, o la has considerado menor por no tener la misma adrenalina cinética de sus pelis más cercanas a la acción, es una oportunidad de corregir una injusticia histórica.