Hablábamos de ello a propósito de ‘The Mandalorian‘ y ‘El libro de Boba Fett‘: es mucho más interesante buscar héroes y antihéroes en los pies de página del canon. A menudo los personajes secundarios, no tan constreñidos por las convenciones narrativas de los héroes y los villanos, son más interesantes que los protagonistas tradicionales y sus némesis. Y James Gunn sabe un rato largo de ese tema.
Ya lo comprobamos en sus dos ‘Guardianes de la Galaxia‘, donde convirtió a personajes semiolvidados del Universo Marvel en uno de los grupos más queridos del MCU, rebosante de personajes carismáticos y que ya se han convertido en iconos de la franquicia, como Groot o Mapache Cohete. En DC está llevando a cabo una labor más personal y menos complaciente, y que conecta con lo mejor de su carrera: la soberbia sátira superheroica pre-MCU ‘Super’.
El potente y contradictorio atractivo de ‘El Pacificador’ ya lo había tanteado Gunn en ‘El Escuadrón Suicida‘, la afortunada secuela de la terrible ‘Suicide Squad’ de David Ayer, y que hacía borrón y cuenta nueva con aquella primera y fallida snyderización de un grupo de villanos DC. Manteniendo a la inevitable Harley Quinn, Gunn agarraba a un grupo de desastrosos antihéroes de la casa, como Ratcatcher 2, King Shark o Rick Flag y les inyectaba un carisma pasmoso. El resultado no fue arrollador en taquilla, pero a nivel creativo devolvió a DC algo de la simpatía que el estilo Zack Snyder se niega a conceder a sus héroes.
Y eso es lo que traslada Gunn a ‘El Pacificador’, que estrena HBO Max con tres episodios iniciales que continúan directamente las peripecias del palurdo interpretado por John Cena donde se quedó la película. Sobrevivió al fatídico final que le destinaba el film y vuelve a trabajar a regañadientes para el Gobierno, esta vez con una nueva misión bajo el nombre en código Proyecto Mariposa que arranca en lo más alto: con un magnicidio.
James Gunn en estado puro
James Gunn se ha encargado de escribir todos los episodios de la serie y dirigir prácticamente todos, así que podemos entender ‘El Pacificador’ como una secuela más o menos oficiosa de ‘El Escuadrón Suicida’. Y lo cierto es que el sello Gunn está por todas partes: ultraviolencia, palabrotas, personajes caricaturescos, sexo chusco y abundante, mirada compasiva hacia los desechos sociales (pero no a los nazis, a esos Gunn no les da ni agua) y tremebundos números musicales, aquí en la mejor cabecera para una serie de superhéroes que hemos visto en mucho tiempo.
Y por supuesto, aprovechar los restos de serie del catálogo de DC. En estos tres primeros episodios recupera no solo al propio Pacificador, héroe de la Charlton que luego fue adquirido por DC y que ha tenido varias encarnaciones como ridículo justiciero al límite, además de ser la inspiración para El Comediante de ‘Watchmen’. También está el infame Judo Master y Vigilante, un justiciero estilo Punisher que tuvo una etapa gloriosa y muy turbia en los ochenta con guiones de Marv Wolfman, y que Gunn usa para poner en solfa al concepto mismo de «justiciero urbano» y su ridiculez implícita.
De momento este arranque discurre como el producto conciso y bien engrasado a los que nos ha acostumbrado Gunn. Su visión de autor se impone a cualquier otra consideración y no nos encontramos con esa molesta sensación de episodios intercambiables y/o de relleno que hay en los peores momentos de las series Marvel de Disney+. Estamos ante una serie con un objetivo y una visión global clara, no aprobada por un comité de estrategas de marketing, y se nota.
Se nota no solo en el retrato de héroes y villanos que hace Gunn, sino en cosas como las secuencias de acción, creativas y extraordinariamente bien rodadas (hay algunas secuencias con stunts en el capítulo 2 editadas al estilo oriental, es decir, a años luz del confuso batiburrillo de planos medios de Marvel). ‘El Pacificador’ no solo es violenta y corrosiva, sino un revulsivo estético y conceptual a tantos héroes televisivos de una pieza. El único problema: de momento, James Gunn solo hay uno.