Con la llegada del verano y las altas temperaturas llegan también enfermedades y problemas de la piel propios de esta época y otros, presentes durante todo el año, pueden empeorar con motivo del calor.
La piel de los bebés y niños no es igual que la de los adultos y algunos de estos problemas son casi exclusivos de la infancia. Vamos a hacer un breve repaso de los más frecuentes y a ver cómo podemos tratarlos.
1. Quemaduras solares
Es, sin duda, una de las lesiones más frecuentes del verano. En la quemadura solar notaremos un enrojecimiento de la piel y, en los casos más graves, pueden aparecer ampollas y vesículas. El enrojecimiento suele aparecer a las 3-5 horas de la exposición, y alcanzar su máximo a las 12-24 horas. Posteriormente va disminuyendo de intensidad y, finalmente, «nos pelaremos». La mayoría de quemaduras por el sol en niños son leves.
Si observamos que nuestro hijo se ha quemado, podemos darle un baño de agua fría/templada y aplicarle crema hidratante. Es importante también que le mantengamos bien hidratado, ofreciéndole agua frecuentemente. Si le duele mucho podemos darle ibuprofeno a su dosis adecuada. Aplicar paños mojados en agua fría sobre la quemadura también puede aliviar. Y, por supuesto, no volver a exponer al sol la zona quemada.
Lo más importante en este tema es prevenir. La piel de los bebés y niños es mucho más sensible al sol que la de los adultos. De hecho, entre el 50 y 80% del daño por exposición solar que recibe un individuo a lo largo de su vida sucede en la infancia y la adolescencia y hasta el 80% de los cánceres de piel podrían prevenirse con una adecuada fotoprotección**.
Para ello, se recomienda evitar la exposición solar en los niños menores de 3 años y muy especialmente en los menores de 6 meses. Si los niños van a exponerse al sol, trataremos de que lleven la mayor parte de superficie corporal cubierta (camiseta, gorro, gafas de sol) y que no se expongan durante las horas centrales del día (de 12 a 16 horas). Además es fundamental aplicar un fotoprotector adecuado en función de la edad (filtros físicos o minerales para los más pequeños) y repetir su aplicación cada 2 horas y tras el baño.
2. Sudamina
Aunque no es exclusiva del verano, la sudamina es mucho más frecuente en esta época pues su aparición de relaciona con el calor. Se trata de una erupción en la piel en la que aparecen pequeños granitos rojos o blancos que corresponden a glándulas sudoríparas obstruidas.
Aparecen por ello con más frecuencia en las zonas donde estas glándulas son más abundantes: cara, cuello, pecho o espalda. En la mayoría de los casos no necesita tratamiento y se resuelve en unos días. Evitar sobreabrigar al bebé o niño, mantener la zona seca y evitar aplicar cremas muy densas que tapen más las glándulas obstruidas.
3. Pitiriasis alba
Se trata de lesiones blanquecinas redondeadas que aparecen típicamente en la infancia en cara, cuello y a veces también en las extremidades. No son exclusivas del verano pero sí es en esta época del año cuando más nos consultan pues, al ponerse moreno el resto del cuerpo, se notan mucho más.
No se sabe con exactitud por qué se producen y para la mayoría de los dermatólogos se trata de una forma leve de dermatitis atópica. Son lesiones benignas que suelen desaparecer con el tiempo (pueden persistir meses, incluso años). No requieren ningún tratamiento especial; es importante que mantengamos la piel muy hidratada con cremas emolientes y que protejamos la piel adecuadamente del sol.
4. Pie de atleta
El pie de atleta es el nombre común que recibe la infección por hongos (tiña) en el pie. Es rara en bebés, solemos verla con más frecuencia en niños mayores y adolescentes. Estas infecciones se ven favorecidas por la humedad, por eso suceden más cuando el pie suda.
Las lesiones típicamente aparecen entre los dedos de los pies, más frecuentemente entre el tercer y cuarto dedo y entre el cuarto y el quinto. En algunos casos puede afectarse también la planta del pie y/o el dorso.
Normalmente aparece descamación y fisuras, en algunos casos podemos ver también vesículas. Las lesiones suelen picar bastante.
Se tratan con cremas de antifúngicos (medicamentos que atacan a los hongos).
Para prevenirlo, hay que mantener el pie seco: usar calzado transpirable, calcetines de algodón y, cuando sea posible, pie descalzo o con sandalias.
5. Molusco contagioso (Molluscum contagiosum)
Los moluscos pueden aparecer en cualquier época del año pero son más frecuentes en verano. Se trata de pequeños granitos con el centro hundido como un ombligo, causados por un virus.
Algunos niños no tienen ningún síntoma, a otros (especialmente los niños con dermatitis atópica) les pica. Como su nombre indica son bastante contagiosos, tanto en un mismo paciente (se rasca y se lleva las lesiones a otra zona) como de un niño a otro.
Por ello, si nuestro hijo tiene moluscos debemos evitar que se rasque y que comparta ropa y toallas con otros; si va a la piscina, es recomendable que las lesiones estén cubiertas. Las lesiones tienden a desaparecer espontáneamente con el tiempo pero en algunos casos pueden tardar incluso años. En el caso de tratarlas, hay varias opciones: quitarlas con curetaje (usando un instrumento similar a una cucharita), con frío (crioterapia) o con medicamentos tópicos que podemos aplicar los padres cómodamente en casa.
6. Picaduras de insectos
Unas de las lesiones más habituales en verano y que afectan a niños de todas las edades. Dependiendo del animal que pique, las lesiones serán diferentes:
- Los mosquitos dejan un granito o habón que pica mucho
- Las abejas y avispas producen también un habón que suele ser doloroso
- Las arañas dejar una zona enrojecida y típicamente 2 puntitos.
- Las pulgas y chinches producen varios habones juntos, que pican mucho.
En la mayoría de los casos no tenemos que hacer nada especial, salvo lavar la zona con agua y jabón diariamente para evitar que se infecte. Si el aguijón de la abeja se ha quedado dentro, se recomienda extraerlo con unas pinzas. Si el picor es muy intenso puede aplicarse frío o una solución de calamina o amoniaco (de venta en farmacias).
En algunos casos puntuales, el pediatra puede prescribir un jarabe antihistamínico (para disminuir el picor) y/o corticoides (para disminuir la inflamación).
7. Pulpitis palmar de las piscinas
Esta entidad es típica de la infancia (raro que se vea en adolescentes y adultos). Se trata de enrojecimiento e inflamación de los pulpejos de los dedos de las manos (en ocasiones también aparece en los pies) causada por el roce continuo con el bordillo y/o suelo de la piscina.
No necesita ningún tratamiento especial puesto que desaparece cuando se deja de estar en contacto con estas superficies.
8. Dermatitis atópica
La dermatitis atópica es una condición de la piel. Estos niños tienen una piel más seca, más áspera y en ciertos momentos aparecen eccemas (lesiones que pican). Aunque en la mayoría de los niños la dermatitis atópica mejora durante el verano y sufren menos brotes, en algunos casos su piel puede empeorar durante el verano.
Esto puede ser debido al contacto prolongado con agua clorada (niños que pasan mucho tiempo dentro de la piscina), a un sudor excesivo o al uso de cremas inadecuadas (existen protectores solares específicos para pieles atópicas).
Es fundamental que, durante el verano, los niños con dermatitis atópica continúen aplicándose crema hidratante diariamente, se pongan una adecuada fotoprotección y eviten pasan largos periodos de tiempo en aguas cloradas. Tras el baño, es recomendable que se aclaren bien en la ducha y se sequen adecuadamente.
9. Impétigo
El impétigo es una infección de la piel que aparece con más frecuencia en verano y en niños pequeños. Se produce cuando determinadas bacterias (Streptococcus pyogenes y Staphylococcus aureus) penetran y proliferan en la piel dañada: roces heridas, picaduras….
Al principio, podemos observar unos granitos rojos y luego una ampolla que se rompe dejando una costra amarillenta. Rara vez asocia fiebre. Las lesiones suelen localizarse en zonas expuestas (cara, brazos y piernas). Es una infección bastante contagiosa, tanto en el propio niño (se rasca o toca las lesiones y pasa la infección a otras zonas) como por contacto con la lesión a otros niños.
En cuanto al tratamiento, debemos mantener la zona limpia con agua y con jabón y aplicar una pomada o crema antibiótica. En la mayoría de los casos la evolución con el tratamiento es muy buena; sólo algunos niños necesitan tomar antibiótico oral.
10. Alergia al sol
En realidad, la alergia al sol como tal, no existe. Se habla de este término para referirse a una serie de lesiones en la piel que aparecen por la exposición solar, pero no tienen en realidad una causa alérgica. Dentro de ellas, las más frecuentes son la urticaria solar y la erupción solar polimorfa.
– Urticaria solar. Aparece enrojecimiento y habones (lesiones redondeadas sobreelevadas) que pican a los pocos minutos de la exposición al sol y desaparecen en minutos u horas (nunca duran más de 24 horas). Al igual que en las urticarias de otro origen, puede tratarse con antihistamínicos orales (en jarabe o pastillas) para disminuir el picor y acelerar la desaparición. En cuanto a la prevención, se recomienda protegerse de la exposición solar.
– Erupción solar polimorfa. Estas lesiones aparecen con las primeras exposiciones al sol y disminuyen o desaparecen a medida que la piel se broncea. Suelen localizarse en cara, cuello, tórax, cara anterior de las piernas y antebrazos. Pueden aparecer desde la infancia hasta los 30 años aproximadamente. Para prevenirlo, se recomienda usar una adecuada fotoprotección y realizar exposiciones al sol cortas y progresivas. En cuanto al tratamiento, como hemos dicho, las lesiones desaparecen en unos días, pero en algunos casos pueden ser necesarios los antihistamínicos para disminuir el picor.
11. Picadura de medusa
En realidad, la medusa no pica; inyecta en la piel un líquido muy irritante que tiene en los tentáculos y que se libera al entrar en contacto con una superficie caliente (nuestra piel) o el agua dulce. Aparece entonces un enrojecimiento doloroso de la piel y, en algunos casos, habones (lesiones redondeadas sobreelevadas) alrededor.
Si a nuestro hijo le ha «picado» una medusa es importante que no toquemos la zona (nada de frotar, rascar, ni secar con una toalla). Podemos lavar la zona con agua salada y retirar los restos, si los hay, con un objeto de plástico duro (sirve una tarjeta de crédito, por ejemplo). En el puesto de socorro, si lo hay, pueden indicarnos el tratamiento más adecuado para las medusas de la zona. Para aliviar el dolor puede aplicarse frío durante 15 minutos.
No se recomienda aplicar ningún otro líquido (vinagre, orina…). En general, las lesiones son leves y desaparecen en unos días. Si apareciesen vómitos, calambres, mareos o mal estado general, debemos acudir a Urgencias.
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