‘Un lugar en el cielo’: una emotiva serie de Apple TV+ cuya saturación de duelo resulta contraproducente

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Si hay algo especial que tiene (y que atrae) ‘Un lugar en el cielo‘ (Dear Edward), la serie que estrena este viernes Apple TV+ está en sus nombres. Sobre tod esa reunión que tenemos entre Jason Katims, máximo responsable de ‘Friday Night Lights‘ y la siempre estupenda Connie Britton más de una década después del final del drama deportivo.

Además, este reencuentro se daba en una serie que prometía tenerlos con el lacrimal en modo automático mientras arrojaba un aura optimista. Algo que le gusta también al guionista y ahí tenemos su ‘Parenthood‘ o la más reciente ‘Nuestra mirada (As We See It)‘. Sobre el papel ya me tenían ganado. Lástima que la ejecución no me haya convencido.

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Basada en la novela homónima de Ann Napolitano, la serie gira en torno al duelo. Más en concreto el de los familiares de un grupo de víctimas de un accidente de avión del que solo sobrevive el niño milagro, Edward (Colin O’Brien), quien ha perdido a toda su familia.

Sobredosis de duelo

No es la primera serie de lo poco que llevamos en la que Apple TV+ quiere explorar el duelo. La semana pasada teníamos de hecho ‘Terapia sin filtro‘, en el que la respuesta del duelo de un psicólogo consistía en empezar a quitarse los propios filtros a la hora de trabajar… con divertido (pero no mucho) devenir. Aquí vamos directamente al dramón, al melodrama.

Hay que tener un cuidado especial cuando tanto trama como tema están tan intrínsecamente ligadas que la primera explicita lo segundo: se corre el peligro de una innecesaria redundancia, la retroalimentación y de dar continuas vueltas sobre, en este caso, el dolor, el duelo, el luto y la pérdida. Y aquí es donde cae el guion de Katims y compañía.

Esto causa que no solo haya cierta sobredosis de gente apenada por sus respectivas pérdidas e intentando continuar con sus vidas sino que, además, se produzca prácticamente el efecto contrario a lo que (creo) se pretende. Si bien hay una inevitable emotividad, el viaje con los personajes a lo largo de la serie no es tan emocional. Básicamente porque es como escuchar un puñado de discos rayados a la vez.

"Todo es relato salvo el dolor. El dolor es lo real": Sebastián Lelio ('El prodigio')

Lo cual da rabia porque, por otro lado, el guion está bien escrito. Jason Katims sabe perfectamente cómo diseñar sus personajes, con pocas pinceladas nos cautiva con víctimas y familiares en los que los primeros suben al avión. Ese «antes de la tragedia» que vemos en todo el primer episodio es realmente brillante. Pero ese brillo se apaga en los siguientes episodios.

Connie Britton encabeza un buen reparto

Dear Edward Photo 010204

Dear Edward Photo 010204

A pesar de esta deriva de la serie, hay personajes por ahí y por aquí que merecen la pena seguir. Por ejemplo, resulta algo refrescante que la trama de la DeeDee de Britton tenga una vuelta de tuerca al clásico «tu marido tenía secretos», a pesar de que pronto cae en terrenos comunes.

De hecho, diría que por lo general el dramatis personae de la serie resulta interesante, y sus intérpretes son bastante solventes a la hora de encarnarlos. Son personajes con los que es fácil empatizar y que resultan la mejor baza para avanzar una trama tendente a quedarse algo parada.

Ese intentar avanzar y salir adelante mientras que hay algo que te sigue llevando a los peores sentimientos es el leit motif de ‘Un lugar en el cielo’. Algo que es no solo entendible pero práctico en una serie de este estilo pero que llega a empachar si no se sale de ahí. Si bien considero que por lo general no tiene mal guion, el verdadero problema de la serie viene por una saturación que resulta contraproducente. A veces menos es más.