Si
te
pido
que
cierres
los
ojos
e
imagines
un
huevo,
es
muy
probable
que
ese
huevo
se
blanco.
Los
huevos
de
gallina,
tanto
en
el
imaginario
colectivo
como
en
la
cultura
popular,
son
blancos.Y,
sin
embargo,
nueve
de
cada
diez
huevos
que
se
venden
al
público
en
España
son
marrones.
¿Por
qué
los
huevos
ya
no
son
blancos?
¿Dónde
se
han
metido?
Cascarón
de
huevo.
La
respuesta
más
directa
es
que
no
se
han
metido
en
ningún
sitio.
El
color
de
los
huevos,
en
principio,
depende
de
algo
muy
sencillo:
el
color
de
las
gallinas.
En
términos
muy
generales,
las
gallinas
de
plumaje
oscuro
dan
huevos
morenos
y
las
gallinas
de
color
claro
dan
huevos
blancos.
Y
digo
en
términos
generales
porque
hay
huevos
azules,
rosas,
beige
verdes
e,
incluso,
blanco
roto.
Hay
diversas
teorías
que
explican
esto,
pero
la
más
popular
nos
dice
que
son
adaptaciones
de
las
distintas
especies
de
gallinas
para
favorecer
el
camuflaje
y
la
supervivencia
en
la
naturaleza.
Más
allá
de
ese
motivo
evolutivo,
el
color
da
un
poco
igual:
porque
no
hay
diferencias
organolépticas
en
los
huevos
según
su
sabor.
Esto,
por
supuesto,
no
resuelve
el
misterio
de
la
desaparición
de
los
huevos
blancos
sino
que
lo
hace
más
profundo.
El
reinado
de
los
huevos
blancos.
Durante
los
años
50
y
60,
cuando
la
producción
de
huevos
empezó
a ‘intensiva’,
los
granjeros
españoles
empezaron
a
introducir
gallinas
blancas.
Tenía
sentido,
eran
variedades
que
vivían
más
tiempo
y
eran
más
productivas.
No
era
casualidad:
la
variedad
Leghorn,
una
de
las
más
populares,
llevaba
más
de
cien
años
siendo
seleccionada
en
gallineros
de
EEUU,
Inglaterra
e
Italia.
Esa ‘ventaja’
genética
sigue
ocurriendo
hoy
por
hoy:
según
los
datos
de
variedades
avícolas
de
Alemania,
las
gallinas
blancas
ponen
unos
450
huevos
en
18
meses,
mientras
que
las
marrones
que
ponen
unos
380.
Además,
las
blancas
son
más
pequeñas
(ocupan
menos
espacio,
comen
menos)
y
menos
agresivas.
El
resultado
es
que
los
huevos
blancos
tienen
un
9%
menos
de
costos
que
los
marrones.
¿Y
qué
les
pasó?
El
fulgurante
éxito
de
los
huevos
blancos
tuvo
un
problema:
en
un
país
que
se
había
urbanizado
muy
rápidamente
(y
en
el
que
buena
parte
de
su
población
mantenía
contacto
con
el
mundo
rural),
los
consumidores
empezaron
a
asociar
el
color
blanco
con
la
ganadería
intensiva
e
industrial.
En
realidad,
el
sabor,
el
valor
nutricional
o
la
calidad
de
los
huevos
no
dependen
del
color.
Dependen
de
cosas
como
el
buen
estado
de
salud
del
animal,
la
actividad
física
que
realizan
o
su
alimentación.
Por
eso,
durante
décadas
los
huevos
de
granja
estuvieron
en
desventaja
con
que
los
que
ponían
en
el
mercado
pequeñas
explotaciones
(o
se
criaban
en
casa).
Como
esas
pequeñas
explotaciones
usaban
variedades
locales
(es
decir,
marrones),
la
identificación
entre
los
huevos
morenos
y
huevos
camperos
caló
en
el
imaginario
colectivo.
La
respuesta
del
mercado…
Cuando
los
productores
se
dieron
cuenta
de
esto,
empezaron
a
modificar
lo
que
llevaban
al
mercado:
poco
a
poco,
los
lineales
del
supermercado
se
llenaron
de
huevos
morenos
y
los
huevos
blancos
se
redirigieron
a
la
hostelería
o
alimentación
industrial
(donde
ir
a
precio
es
más
importante).
…pero
del
mercado
español.
Es
importante
tener
esto
en
cuenta:
en
países
como
Alemania
los
huevos
blancos
son
los
reyes
y
en
Países
Bajos
cada
vez
tienen
más
peso
en
el
mercado.
En
Estados
Unidos
e
Inglaterra,
se
pueden
encontrar
de
los
dos
tipossin
mayor
problema.
Eso
(sobre
todo,
teniendo
en
cuenta
lo
que
ha
pasado
en
otros
mercados
europeos)
nos
lleva
a
preguntarnos
si
es
posible
que
los
huevos
blancos
acaben
volviendo
a
los
supermercados.
En
la
medida
en
que
no
hay
diferencias
sustanciales
entre
unos
huevos
y
otros,
¿hasta
cuando
perdurarán
los
prejuicios
contra
los
huevos
blancos
que
nos
llevan
a
obviar
algo
tan «objetivo»
como
el
precio?
Nadie
lo
sabe
a
ciencia
cierta.
Sobre
todo,
porque
a
diferencia
de
mercados
pequeños
como
el
holandés
(frente
al
alemán),
el
español
es
un
hueso
muy
difícil
de
roer
para
la
competencia
exterior.
Sin
embargo,
ya
sabemos
lo
poco
que
duran
esos
equilibrios.
Imagen
|
Jodi
Mucha
En
Xataka
|
Por
qué
hay
que
conservar
los
huevos
en
el
frigorífico
si
en
el
supermercado
no
los
tienen
refrigerados