Hay toneladas de consejos sobre la alimentación en bebés y otra tonelada más sobre cómo ayudarlos a dormir mejor, así como de teorías varias sobre por qué se despiertan tantas veces durante la noche, a lo que no hay más explicación que decir que es un proceso evolutivo y el único remedio es la paciencia.
Nadie discute que comer y dormir son necesidades básicas de los bebés, pero con los brazos no sucede lo mismo, y sin embargo también lo son. Es esencial para el desarrollo de los pequeños, tanto a corto como largo plazo, sentir el contacto, el calor y la seguridad que le aportan, desde el nacimiento, los brazos de mamá y papá.
No es un capricho, es una necesidad
Todavía hay quien sigue creyendo que por cogerlos demasiado en brazos los bebés se «acostubran» como si fuese algo malo, y como si los niños tuviesen que crecer, por su bien, lejos de la protección que le proporciona el calor humano de sus principales cuidadores.
¿Es absurdo, verdad?. Nadie imagina a una perra lejos de sus cachorros ni a una mamá osa lejos de sus oseznos. Es el instinto natural. Las madres no solo proporcionan a sus crías alimento, sino también protección, calor, cariño y contención.
El psicólogo estadounidense Harry Harlow (1905-1981) hizo un experimento con monos en la década de los ’60 y descubrió que las crías tenían, además de la necesidad de alimento, una necesidad universal de contacto, que le encaminó de manera decisiva en la construcción de la Teoría del Apego.
“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la relación” (John Bowlby).
No es casualidad que los bebés se queden dormidos en brazos, y que cuando los dejes en la cuna se despierten. Porque en brazos se sienten tranquilos y seguros, sabiendo que allí están a salvo (o mejor dicho sintiendo, -porque aún son capaces de razonarlo-, simplemente lo sienten).
Además de la protección, y que cerquita nuestro se sienten seguros, la crianza en brazos contribuye a crear un fuerte vínculo entre padres e hijos desde el nacimiento y que continúa a lo largo de los años.
Los bebés humanos necesitan de nuestros brazos, pero también para nosotros como padres es una experiencia preciosa proporcionárselos y no verlo como una dependencia negativa, sino todo lo contrario: saber que tu bebé necesita de tus brazos es la dependencia más bonita.
Los beneficios de los brazos cambian la genética
Aún hay más argumentos para elegir la crianza en brazos. La evidencia avalada por estudios científicos ha demostrado que el contacto cercano y reconfortante que reciben los bebés pequeños no solo los mantiene cálidos, cómodos y amados.
Un estudio publicado en 2017 sobre los efectos de la crianza con apego, es decir, el contacto físico, tocarlos y abrazarlos, asegura que afecta a los bebés a nivel molecular y que estos efectos positivos pueden durar por años.
Científicos de la Universidad de British Columbia en Canadá, registraron durante cinco semanas después del nacimiento el comportamiento de 94 padres con sus bebés, así como el comportamiento de los bebés (dormir, llorar, el tiempo que estaban despiertos, etc..).
Cuatro años y medio después, se tomaron muestras de ADN de los niños para analizar una modificación bioquímica llamada metilación del ADN.
Es un mecanismo epigenético en el que algunas partes del cromosoma están marcadas con pequeñas moléculas de carbono e hidrógeno, que a menudo cambian la función de los genes y afectan su expresión.
Los investigadores encontraron diferencias en la metilación del ADN entre niños con «alto contacto» y niños con «bajo contacto» en cinco sitios específicos de ADN, dos de los cuales estaban dentro de los genes: uno relacionado con el sistema inmunológico y otro con el sistema metabólico.
No cabe duda de que el contacto humano es beneficioso para las personas (tanto los niños como los adultos lo necesitamos), pero este es el primer estudio que demuestra que incluso podría estar cambiando la epigenética de los bebés humanos.
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