Quienes fuimos niños en los años 80 o 90, probablemente los nombres de ‘Topacio’, ‘Rubí’ o ‘Cristal‘ nos serán de lo más familiar, y cada vez que vemos un sombrero de vaquero, irremediablemente tarareamos ese ‘¿Quién es ese hoooombre?’, tema principal de ‘Pasión de gavilanes‘.
Si, por el contrario, naciste algo más tarde, tu generación no tuvo que aguantar cómo una familia al completo se enganchaba a una telenovela y paralizaba sus obligaciones cada vez que se emitía un nuevo capítulo. Y solían ser siempre después de comer, a la hora de la siesta.
El culebrón para la generación que ha crecido sin culebrones
Aunque en 2021 las series turcas son un fenómeno similar al que vivimos con los culebrones latinos hace un par de décadas, todo apunta a que van a tener un serio competidor gracias a ‘La reina del flow’, una telenovela colombiana cuya primera temporada acaba de estrenarse en Netflix.
‘La reina del flow’ funciona igual que en su día funcionaron ‘Betty la fea‘ o la mencionada ‘Pasión de gavilanes’, las dos últimas telenovelas que se ganaron el favor del público. Puede que, al igual que las anteriores, no tenga un guión excepcional ni unos actores de nivel, pero sí que tiene ese gancho telenovelesco que hace que la gente se quede hipnotizada.
Primero porque cuenta una historia de despecho y venganza y, además, porque pese a que su argumento es similar al de los culebrones de toda la vida, sus creadores han sabido traerse al presente un producto que habría tenido el mismo resultado treinta años atrás.
‘La reina del flow’ cuenta la historia de Yeimi, una chica que ha pasado 17 años en la cárcel por culpa de Charlie, su primer amor y ahora cantante de éxito (cualquier parecido con Maluma es pura coincidencia) famoso en todo el mundo. Ambientada entre una cárcel de Nueva York y los suburbios de Medellín, esta novela tiene todos los ingredientes clásicos de los culebrones: amor, traición, muerte, engaños…
La serie arranca con Yeimi a punto de salir de la cárcel, ansiosa de venganza, y retrocede en el tiempo para explicar cómo ha acabado allí. Los primeros capítulos, que narran la adolescencia de los protagonistas, son un devenir incansable de acontecimientos: la historia avanza (y se complica) a un ritmo rapidísimo, algo de agradecer en este tipo de ficciones pero que resulta casi incompatible con pegarse un buen maratón de capítulos: mejor racionarlos, por salud mental.
‘La reina del flow’ engancha como las telenovelas clásicas y ya tiene temporada 2
En cuanto vuelve al presente, los actores protagonistas cambian y la trama vuelve a sufrir un giro de 180º, esta vez con doble tirabuzón. ¿Que resulta poco creíble? Sí, pero llegados a este punto, ¿a quién le importa?
¿Acaso a nuestros padres les importaba en los años 80 que, por ejemplo, Luis Alfredo y Rosa Emilia se enterasen el día antes de su boda de que en realidad son hermanos? No, la historia avanzaba y ellos la seguían enganchados frente a la tele. Pues con ‘La reina del flow’ ocurre lo mismo.
Puede que no se convierta en uno de los grandes hits de Netflix (corre el peligro de quedar eclipsada por otros culebrones de la plataforma como ‘Selena‘, ‘La casa de las flores‘ o ‘Luis Miguel: la serie‘), pero ‘La reina del flow’ cumple con su labor de acercar a las nuevas generaciones este género televisivo, tan histriónico como adictivo.
La segunda temporada de ‘La Reina del Flow’ se acaba de estrenar en la televisión colombiana (el pasado 26 de abril) y se espera que pronto esté disponible también en Netflix pero por el momento no hay fecha de estreno.