La forma en que se corta el ajo influye en la intensidad de su sabor en las recetas: así debes usarlo para cada elaboración

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El
ajo
es
un
ingrediente
tan
básico,
humilde
y
universal
en
la
cocina
que
no
solemos
darle
la
importancia
que
requiere.
Con
excepciones
como
el

alioli
,
donde
es
el
verdadero
protagonista,
lo
empleamos
como
base
fundacional
del
sabor
y
aroma
en
muchas
elaboraciones,
como
la
cebolla
o
el
apio;
si
no
está,
se
le
echa
en
falta.
Y
no
vale
con
cortarlo
de
cualquier
manera,
pues

el
tipo
de
corte
afectará

directamente
a
la
intensidad
de
su
fragancia.
Elige
mal
y
podrías
arruinar
la
receta.

La
explicación
es
química
y
tiene
que
ver
con
la
propia
composición
del

Allium
sativum
,
rico
en

compuestos
sulfurosos
y
alicina
,
responsables
de
su
sabor
picante
y
aroma
peculiar,
también
de
sus
beneficios
saludables
y
de
sus
efectos
más
desagradables,
como

el
mal
aliento
o
que «repita»
durante
la
digestión
.
Ahora
bien,
según
se
corten
los
dientes,
esas
sustancias
se
liberarán
más
o
menos.

Un
diente
entero,
aunque
lo
pelemos,
no
va
a
oler
tan
fuerte
al
natural
como
cuando
lo
partimos.
No
es
solo
que
sus
aromas
estén
dentro,
es
que
al
romperlo
se
producen

reacciones
enzimáticas
en
las
células
,
responsables
de
liberar
esa
alicina,
que
podemos
percibir
en
forma
de
líquido
acuoso
y
algo
blanquecino.
Ahí
está
todo
su
poder.
Y
la
forma
de
aplicar
el
corte
o
preparación,
liberará
más
o
menos
alicina.

Formas
de
cortar
el
ajo
y
sus
efectos

Hay
una
regla
básica
a
tener
presente:
cuanto
más
células
rompamos,
más
intenso
y
potente
será
el

ajo
.

Ajos2

Ajos2


Laminado
o
cortado
a
cuchillo
.
La
hoja
siempre
debe
ser
muy
afilada
para
obtener
un
corte
limpio,
recto,
que
produce
muy
pocas
reacciones
enzimáticas,
liberando
sabores
muy
suaves.
Los
dientes
laminados
o
cortados
en
piezas
de
tamaño
medio
son
ideales
para
freír
o
tostar
a
fuego
suave,
vigilando
siempre
que
no
se
quemen,
pues
dejan
un
sabor
suave
agradable
de
comer
tal
cual.


Aplastado
a
cuchillo
.
Cuando
presionamos
un
diente
bajo
la
hoja
ancha
del
cuchillo
para
aplastarlo
y
romperlo
un
poco,
y
lo
echamos
tal
cual,
lograremos
mucho
más
sabor
que
simplemente
cocinando
el
ajo
entero
o
cortado,
pero
seguirá
siendo
relativamente
suave.
Esta
forma
de
preparación
es
perfecta
para
crear
la
base
de
sabor
de
un
sofrito,
salsa,
guiso
o
estofado,
combinado
con
otros
ingredientes
aromáticos.
Lo
normal
es
retirarlos
antes
de
servir.


Prensado
.
Con
el

típico
prensa
ajos

rompemos
muchas
más
células
y
desatamos
más
reacciones
enzimáticas,
obteniendo
ya
mucho
más
aroma
y
liberando
sabores
más
picantes.
Es
perfecto
para
sofritos
y
salsas,
mejor
a
fuego
lento,
pues
tiende
a
quemarse
con
facilidad
y
se
vuelve
amargo.
Cuando
los
prensamos
necesitaremos
menos
dientes
en
total
para
dar
sabor
a
una
salsa
o
guiso
que
si
los
picamos
a
cuchillo.


Machacado
a
mortero
.
Aquí
logramos
mucha
más
intensidad
y
potencia,
porque
destruimos
aún
más
células
del
ajo,
creando
un
festival
de
aromas.
Ojo
con
cocinarlo
a
temperaturas
muy
altas,
porque
antes
de
quemarse
se
volverá
agrio.


Convertido
en
puré
.
Como
nos
enseña
la
técnica
del
alioli,
si
seguimos
machacándolo
hasta
el
punto
de
convertir
el
ajo
en
un
puré,
que
también
se
puede
obtener
mediante
un
rallado
muy
fino
o
con
procesador
de
alimentos,
tendremos
la
máxima
intensidad.
Se
rompen
todas
sus
células
liberando
una
enorme
cantidad
de
alicina,
sabores
picantes
muy
intensos,
y
que
tienden
a
ser
incluso
molestos
o
a
repetir
en
algunas
personas
de
estómagos
más
delicados.
No
es
buena
idea
freírlo
directamente,
amarga
con
mucha
facilidad.

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