Para ser un ejercicio algo peligroso, estamos siendo expuestos a muchos trabajos de autoficción en los últimos tiempos. Mismamente el año pasado tuvimos a dos directores consagrados como James Gray (‘Armageddon Time‘) y Steven Spielberg (‘Los Fabelman‘) haciendo esa mirada a su infancia para intentar encajar algunas piezas. El primero para observar las grietas de la meritocracia y el sueño americano, el segundo para explorar las tragedias familiares y la parte oscura de su superpoder para el cine.
No obstante, ambos ejercicios se quedan a medias (al menos para mí) por intentar demasiado fuerte que las piezas sueltas de sus recuerdos encajen en el discurso que quieren trazar, al mismo tiempo que descuidan ciertos aspectos. El mejor trabajo de autoficción (aunque su creadora quiere poner todas las comillas posibles a ese término) que pudimos ver el año pasado lo entregó una joven directora debutante en una sobresaliente joya llamada ‘Aftersun‘.
Recuerdos en forma de polaroids
La británica Charlotte Wells nos lleva por un complejo paseo por la memoria y la conexión paterno-filial, centrando la acción en unas vacaciones de verano de una niña de 11 años (Frankie Corio) en compañía de su padre (Paul Mescal), con ocasionales fugas hacia la versión adulta de dicha niña que está recién estrenada en la paternidad. Esto nos establece de manera clara el carácter de búsqueda y hasta melancólico que tienen las imágenes del resort en Turquía.
Wells toma una serie de decisiones magníficas e interesantes desde lo visual para ir contando las extrañas barreras existentes entre un padre y una hija que, inequívocamente, se quieren, aunque todo resulte más complejo de lo que aparenta. Desde imágenes capturadas desde una inteligente puesta en escena para presentar sus estados emocionales hasta esa fotografía general que parece teñir con nubes lugares totalmente soleados.
Los instantes que decide plasmar son tan sencillos como esclarecedores. Los pequeños detalles que el personaje de Mescal va compartiendo sobre su propia infancia, sobre lo que espera hacer de cara al futuro, o cómo toma distancia tanto en una partida de pelota en la piscina como en una noche de karaoke, son increíblemente reveladores. Y, aun así, Wells se cuida de no ser completamente explícita con ese personaje, intentando mantener una aura nebulosa como la de una foto de polaroid a medio revelar.
‘Aftersun’: una hermosa película cargada de tristeza
Esa manera de intentar encontrar sentido en esos recuerdos difuminados para poder buscar cómo aplicarlo a su presente dan una dimensión extraordinaria a una historia tan pequeña. Se termina de elevar gracias a un Mescal impresionante, que tiene perfectamente cogida la medida el personaje y nunca lo manipula o lo dota de gestos muy vistosos.
Es la clase de interpretación «para adentro» que es excelente cuando se hace bien y que debería tener ese Premio Oscar al que optaba por encima de ejercicios más vistosos (cuando no faranduleros). Sólo su baile en la secuencia final (una de las más brillantes del año) ya le hace tocar el cielo.
La película ya se encuentra disponible en streaming a través de la plataforma MUBI, tras un paso en cines remarcable para la dimensión pequeña que tiene. No debería sorprender una vez vista, ya que es la clase de película que necesitas compartir con otros una vez has contemplado y te ha conmovido cada fibra de tu cuerpo. Porque se puede hacer una hermosa película cargada de tristeza, igual que se puede filmar una playa de Turquía a pleno sol como si los nubarrones estuvieran acechando.
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