El Range Rover es uno de esos coches que son considerados icónicos. Es un todoterreno de lujo tan emblemático que el nombre de su fabricante ha sido eclipsado por el suyo propio. No se habla de un Land Rover Range Rover, no; es un Range Rover, a secas. Con eso, nuestro interlocutor ya sabe de qué coche hablamos.
Si bien inicialmente, al hablar de un Range Rover venían a la mente imágenes de una mansión en la campiña inglesa y gente vestida con chaquetas Barbour y una manada de perros de caza a sus pies, ya no es el caso. El Range Rover supo imponerse más allá de ese manido cliché para brillar con luz propia. Tanto que ha generado toda una gama de derivados que aprovechan el sello Range Rover.
Una buena parte de su éxito se debe a su acertado concepto, iniciado en 1970, en el que Rover dotó a su nuevo modelo de las capacidades off-road de su eterno Defender con el confort y el lujo de una berlina de gama alta inglesa. El Range Rover e impuso rápidamente como un coche de lujo. Que fuese un excelente todoterreno era la guinda sobre el pastel para algunos de sus clientes.
El primer Range Rover llegó al mercado en 1970. Ajeno al paso del tiempo, sólo experimentó un profundo rediseño en 1994 (la serie P38, técnicamente cercana al modelo original), antes de reinventarse brillantemente en 2001. Propietaria de Land Rover desde 1994, BMW permitió a la marca desarrollar una nueva generación de Range Rover desde cero en 1995.
Cambio de prioridades: el Range Rover es ante todo un coche de lujo
Bajo la tutela de BMW, las aspiraciones de Land Rover de llevar el Range Rover a lo más alto se pudieron concretizar. La tercera generación del Range Rover, con código L322, llegó en febrero de 2002. Mientras que los Range Rover anteriores mezclaban la capacidad todoterreno con el confort, el L322 daba prioridad al confort y al lujo, aunque también conservaba toda la capacidad todoterreno que se espera de un Range Rover.
Para su diseño, la dirección de BMW puso en competición a los departamentos de diseño de BWM y de Land Rover. Ganó la propuesta británica, diseñada por Phil Simmons, bajo la dirección de Don Wyatt, en 1997. El diseño es una obra maestra cuya influencia se percibe aún hoy en día en el nuevo Range Rover.
A bordo, los cambios son todavía más radicales. Inspirado en el mundo de la arquitectura, el salpicadero es una auténtica joya que utiliza la madera de una forma aparentemente estructural y sin caer en la trampa de convertirlo en un elemento retro.
Si bien, estéticamente es un coche británico, técnicamente iba a tomar muchos elementos de origen BMW, como los motores V8 y todo el sistema eléctrico. BMW pensó inicialmente usar todo el sistema del Serie 7 E38 (1994-2001), antes de optar por el más actual BMW Serie 5 tipo E39 (1995-2004).
Su diseño es toda una revolución para el eterno Range Rover, pero no es nada en comparación con los cambios técnicos operados: chasis monocasco y suspensión independiente a las cuatro ruedas. Delante, cuenta con un esquema McPherson y, detrás, dobles trapecios. Los muelles son neumáticos, permitiendo variaciones de tarada y de altura libre.
Más largo, ancho y alto que el anterior Range Rover (P38), el L322 tiene una distancia entre ejes de 2.880 mm, un generoso espacio en el habitáculo y viene con tracción integral permanente en todos los modelos.
Desarrollado por BMW, pero vendido por Ford
Aunque este Range Rover inició su producción cuando Land Rover ya era propiedad de Ford (BMW vendió Land Rover a Ford en 2000), bajo el capó, la gama de motores se compuso inicialmente de motores BMW, asociados únicamente a una caja de cambios automática ZF de 5 velocidades.
El V8 de gasolina de 4.4 litros con 285 CV y el 6 cilindros turbodiésel common-rail con 177 CV son los dos motores que pueden animar el Range Rover. En España, la gama arrancaba en 69.510 euros (3.0 Td6 SE) para culminar en 100.900 euros para el V8 4.4 con el lujoso acabado Vogue.
Todas las versiones incluían asientos de cuero con ajustes eléctricos, el control de descenso en pendientes (que gestiona automáticamente el vehículo en un pronunciado descenso en off-road), el climatizador de doble zona y el radio-CD. El HSE añade molduras de madera, sensores de aparcamiento y un equipo caraudio de gama alta. Las versiones más equipadas, como Vogue añaden el GPS y la TV, el techo solar eléctrico y los asientos y volante calefactados.
En 2005, empiezan a desaparecer los motores BMW de la gama. Primero fueron los gasolina, sustituidos por dos V8 de origen Jaguar: un 4.4 litros de 305 CV y un 4.2 sobrealimentado por compresor (Supercharged) de 395 CV. Y por último, en 2006, fue el 6 cilindros diésel BMW en decir adiós. Dejó paso un V8 diésel Ford de 3.6 litros y 272 CV.
Es también la época en la que la marca estrena el sistema Terrain Response que permite adaptar la entrega de potencia y par y la transmisión a diversas situaciones de conducción (nieve, barro, arena, rocas, etc).
Para 2009, el Range Rover estrena un marcado restyling. Cuenta con nuevos faros y parachoques rediseñados, mientras que en el habitáculo la pantalla central pasa a ser táctil al mismo tiempo que crece de tamaño. Además, ahora, puede mostrar simultáneamente la navegación para el conductor y la televisión para el pasajero.
Dispone de múltiples cámaras, lo que permite al conductor tener en la pantalla una vista cenital del coche y lo que rodea, práctico tanto para aparcar un coche de 4,95 m de largo por 2 m de ancho, como para moverse en pistas estrechas de tierra o rocas.
El lujoso modelo Vogue ya no es el tope de gama, ese papel recae ahora en el Autobiography, el cual apunta a marcas como Bentley con la posibilidad de personalizarlo al extremo y casi sin límites. El V8 pasa a ser de 5.0 litros para una potencia de 375 CV (atmosférico) y 510 CV (sobrealimentado). En 2010, el diésel también sube de cilindrada y pasa a 4.4 litros para 313 CV, mientras que la caja de cambios automática es ahora una ZF de 8 velocidades. El Range Rover L322 es jubilado en 2012, sustituido por el un nuevo Range Rover de aluminio, el L405.
Comprar un Range Rover L322 de segunda mano
Como suele pasar con todos los coches de lujo, especialmente los de marca inglesa, la depreciación sigue una trayectoria de caída libre. Hoy en día, se pueden encontrar unidades TD6, con motor BMW, por algo más de 6.000 euros y en buen estado. Eso sí, tendrán más de 250.000 km.
Obviamente, el precio variará mucho en función del estado general del coche y de su kilometraje. Las versiones más buscadas son las TDV8. Y es que entre los V8 gasolina propensos a beber más de la cuenta y el Td6 de BMW algo anémico para mover un coche de 2.4 toneladas, los TDV8 ofrecen un buen compromiso entre prestaciones y consumo contenido (habida cuenta de la cilindrada y del peso del coche, claro).
El Range Rover de segunda generación, el P38, tiene mala fama en cuanto a fiabilidad. La serie L322 del Range Rover ha mejorado mucho en ese aspecto con respecto a la anterior. El punto crítico que vigilar es la suspensión neumática: hay que comprobar que «sube» con normalidad al encender el coche y que en marcha ofrece un buen confort.
Hay que tener en cuenta que el diferencial delantero dio bastante problemas inicialmente, a veces se cambió con poco kilometraje (60.000 km) y por tanto a menudo se hizo bajo garantía, pero no siempre.
La electrónica también puede ser una fuente de problemas, a menudo benignos pero molestos, hay que comprobar que todo funciona correctamente.
Por último, la caja de cambios puede morir a los 150.000 km si no se cambió el aceite a los 100.000 km, una operación tediosa pero imprescindible para alargar la vida útil del coche.
Y es que como todo coche de lujo, el Range Rover necesita un mantenimiento regular. Si es así, durará mucho tiempo. De hecho, no son raros los ejemplares en el mercado con más de 300.000 km.
Nota: esta oferta de coches pertenece a un afiliado. A pesar de ello, el coche expuesto no ha sido propuesto ni por la marca ni por el vendedor, siendo su introducción una decisión única del equipo de editores. |
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