Vamos las pibas! Manda una compañera en el grupo de whatsapp cuando termina el partido de la primera fecha de fútbol femenino de la Liga Belvillense: Viernes 30 de abril de 2021. Para muchas una fecha emocionante, significativa, histórica.
Hacia un rato estábamos paradas en el círculo de la cancha, vestidas de fútbol de verdad, cada una con sus números en las espaldas, atentas, recitando en nuestras mentes como pararnos, la técnica, el pase, las marcas, el triángulo, el offside. Se escucha la arenga de la mediocampista, aquella que desde los 12 jugaba en el campito con los varones, la del potrero invisible, la del picadito, la que hoy nos grita que no tengamos miedo, que la actitud y el laburo que venimos haciendo valdrá la pena.
Vamos las pibas! también nos dijimos cuando en el grupo se publica la reunión de la liga donde nos convocan al sorteo del fixture. También cuando se conoce la fecha y el primer partido que nos espera. Lo que pasa que hace más de un año que estamos esperando este momento como equipo pero vaya a saber cuánto tiempo más tuvo que esperar cada una.
Vamos las pibas! No es solo una expresión de entusiasmo, es el grito de sabernos cerca de lo que deseamos, allá por noviembre del 2019 cuando pisamos la cancha del Cele y arrancaba el proyecto: algunas con curiosidad, otras con la convicción de que era la oportunidad que tanto habían esperado, y otras felices de poder acceder a este deporte a unas cuadras de su casa.
Vamos las pibas! Es la frase que nos llama y nos une: a la piba que vino de Misiones y se enteró de que había fútbol, a la de 14 que la acompaña la madre todas las noches para que no vuelva sola, a todas las pibas adolescentes que arrancan temprano entrenando sabiendo que tienen más años por delante de disfrutar de la pelota.
Vamos las pibas! También refleja las de veinti tanto, las de treinti y cuarenti… estas pibas sí saben de esperar. No solo que esperaron tantos años para ir a practicar fútbol sino que durante muchos años renunciaron a un deporte solo porque no era natural que desde niñas les hayan preguntado si querían jugar a la pelota. No era una opción, no estaba bien, si jugabas eras “machona”, bruta, negra, no existía en la cabeza, no estaba en el campo de nuestras posibilidades, Fue el “no” de nuestros padres, más tarde el “no” de la escuela, y finalmente el “no” de la sociedad. Un “no” que afortunadamente comienza a resquebrajarse.
Vamos las pibas! También nos alienta desde el banco el profe, aquel que se animó a encarar este proyecto al que le pone mucha dedicación, paciencia y entusiasmo. Pero no está solo en el banco, está con una de las nuestras: de nuestras referentes, que hoy lesionada no deja que lo físico la deje lejos de su lugar en el equipo, hoy nos acompaña desde otro lugar: con consejos técnicos, el aliento de que vamos bien, y trasmitiéndonos ese amor por pelota que quizás ella recibió.
Por eso el Vamos las pibas es emoción. Saber que no fue de un día para el otro, que fue y será un recorrido de luchas cotidianas, aquellas que sabemos atravesar porque para estar onde hoy estamos hubo que enfrentarlas.
Parece que a nosotras no nos resulta fácil romper con los mandatos. Parece que tenemos que hacer una previa para poder entrenar todos los días: preparar la comida para que todo esté listo a la vuelta, escuchar que la pareja se enoja porque no acuerda con el deporte, llevar a les niñes al entrenamiento por no tener con quien dejarlos.
Parece que todavía tenemos que escuchar comentarios machistas como: “el fútbol es de varones” “juega mejor que un pibe”. Parece que a la vuelta a casa, seguro nos pasan factura.
Pero ya no somos únicas en medio de varones jugando al fútbol, pero si somos las únicas ¿Qué? ¿Cuántos años nos hubiéramos ahorrado si este deporte no tuviera género, posta?
Y cómo no querés que diga: Vamos las pibas, ahora somos un equipo, nos tenemos las unas a las otras sabiendo que la sororidad no es otra cosa que la hermandad que nos abraza en este encuentro de mujeres, de pibas que están haciendo real lo que tanto esperaron.