semanas
intensas
de
cosecha
de
tomates
y
este
gesto,
que
puede
ser
muy
evidente,
no
resulta
tan
lógico
en
que
a
rituales
se
refiere.
Esto
es
así
porque
las
tomateras
tienen
su
propia
idiosincrasia
en
cuanto
a
riego
y
en
cuanto
a
los
momentos
de
abrazarlo,
pues
no
es
lo
mismo
recibir
el
agua
a
pleno
sol
de
mediodía
que
a
última
hora
de
la
jornada.
Es
más,
regarlas
en
el
momento
equivocado
puede
ocasionarles
problemas
a
los
frutos
y
también
a
las
hojas,
comprometiendo
su
floración
y
consiguiente
cosecha.
Los
expertos
en
jardinería
recomiendan
regar
las
plantas
a
primera
hora
por
la
mañana,
bien
temprano,
para
evitar
que
esta
se
evapore
enseguida.
De
este
modo,
la
humedad
llegará
a
las
hojas
antes
de
que
el
calor
del
día
la
seque,
aparte
de
prevenir
quemaduras
en
las
plantas
y
el
extremo
contrario,
ocasionar
enfermedades.
Otra
buena
opción
de
riego
es
a
última
hora
del
día,
cuando
se
pone
el
sol
y
la
tierra
está
muy
seca:
la
ausencia
de
evaporación
durante
largas
horas
garantizará
que
el
agua
llegue
hasta
las
raíces.
En
cualquier
caso,
lo
que
no
hay
que
hacer
es
regar
a
pleno
sol,
cuando
la
insolación
es
máxima,
y
parte
del
riego
se
perdería
en
evaporación.
Comprobar
la
humedad
Cuando
uno
no
esté
seguro
de
la
necesidad
de
riego
de
la
planta
es
necesario
comprobar
la
humedad
de
la
tierra.
Por
ejemplo,
puede
introducirse
un
dedo
o
la
punta
de
cualquier
utensilio
de
jardinería
para
comprobar
si
está
mojada.
En
general,
será
necesario,
en
verano,
regar
la
planta
una
vez
al
día
para
garantizar
que
su
crecimiento
sea
el
esperado.
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El
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que
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