Estamos
en
plena
temporada
de
gripe,
o
eso
es
lo
que
nos
indican
los
últimos
datos
publicados
por
el
Sistema
de
Vigilancia
de
Infección
Respiratoria
Aguda
(SiVIRA).
En
la
lucha
contra
la
gripe,
el
énfasis
suele
colocarse
en
la
prevención,
pero
a
veces
es
inevitable
el
contagio.
¿Qué
es
lo
que
debemos
tener
en
cuenta
en
estos
casos?
Las
recomendaciones
de
las
autoridades
sanitarias
suelen
señalar
que,
por
norma
general,
debemos
evitar
acudir
a
urgencias
al
contraer
esta
infección
para
no
saturar
así
los
servicios,
lo
que
puede
suscitar
dos
importantes
dudas.
La
primera
es
qué
podemos
hacer
en
nuestro
hogar
para
aliviar
los
síntomas
de
la
enfermedad;
la
segunda,
cuándo
debemos
entonces
consultar
con
profesionales
de
la
salud.
La
gripe
es
una
infección
causada
por
diversos
virus
(los
llamados
influenzavirus
A
e
influenzavirus
B).
Esto
implica
que
de
nada
nos
servirá
tratar
estas
infecciones
con
antibióticos
(más
allá
del
efecto
placebo
que
nos
puedan
sugestionar).
Una
de
las
principales
recomendaciones
de
las
autoridades
sanitarias
suele
ser
precisamente
evitar
estos
fármacos
si
no
es
bajo
recomendación
médica,
en
parte
debido
al
creciente
impacto
de
las
bacterias
resistentes
a
estos.
De
hecho,
no
todas
las
recomendaciones
pasan
por
lo
farmacológico.
Ante
la
gripe,
las
autoridades
sanitarias
recomiendan
medidas
como
el
reposo,
beber
abundante
líquido
para
mantenernos
hidratados,
y
evitar
tanto
el
alcohol
como
el
tabaco.
Existen
medicamentos
que
sí
pueden
ayudarnos
con
la
gripe.
Estos
no
nos
ayudarán
a
eliminar
el
virus
de
nuestro
cuerpo,
pero
sí
nos
ayudarán
a
evitar
los
impactos
de
sus
síntomas.
Los
fármacos
que
pueden
ayudarnos
en
esto
son
los
analgésicos
y
antipiréticos,
como
el
paracetamol.
Los
analgésicos
reducen
el
dolor,
tanto
el
de
cabeza
como
el
que
nos
pueda
causar
la
inflamación.
Los
antipiréticos
por
su
parte
tienen
el
objetivo
de
reducir
la
fiebre,
uno
de
los
síntomas
más
habituales
en
infecciones
como
esta.
A
estas
acciones
que
pueden
servirnos
para
evitar
las
peores
consecuencias
de
la
gripe,
debemos
añadir
medidas
preventivas
para
evitar
el
contagio.
Quedarnos
en
casa
en
la
medida
de
lo
posible,
limpiarnos
las
manos
con
frecuencia,
ventilar
adecuadamente
nuestro
hogar,
utilizar
pañuelos
desechables
y
evitar
los
contactos
son
acciones
que
pueden
evitar
que
transmitamos
el
virus
en
nuestro
entorno.
¿Debo
ir
al
médico?
Como
señalábamos
al
comienzo,
debemos
evitar
en
la
medida
de
lo
posible
acudir
a
urgencias
por
la
gripe,
pero
existen
circunstancias
en
las
que
resulta
recomendable
solicitar
asistencia
médica,
ya
sea
de
urgencia,
ya
sea
a
través
de
nuestro
médico
de
cabecera.
En
el
caso
de
los
más
pequeños,
una
respiración
acelerada
o
la
dificultad
para
respirar
pueden
ser
uno
de
los
casos
que
nos
lleven
a
solicitar
asistencia
médica.
También
lo
pueden
ser
la
aparición
de
erupciones
en
la
piel,
irritabilidad
extrema,
náuseas,
dificultad
para
despertarse
y
la
reaparición
de
síntomas
tras
una
mejora
inicial.
En
personas
adultas,
se
recomienda
buscar
esta
asistencia
cuando
la
infección
se
presenta
con
dificultad
para
respirar,
dolor
o
presión
en
el
pecho
o
abdomen,
mareos
persistentes,
confusión,
o
fiebre
alta
también
persistente.
Otra
circunstancia
importante
a
tener
en
cuenta
y
que
puede
hacer
que
resulte
recomendable
que
consultemos
con
especialistas
es
la
existencia
de
problemas
de
salud
previos
y
otras
situaciones
extraordinarias.
Este
sería
el
caso
de
mujeres
embarazadas,
enfermedades
cardiovasculares
o
respiratorias
crónicas,
diabetes,
insuficiencia
renal,
asplenia,
enfermedad
hepática
crónica
avanzada,
y
otras
enfermedades
que
pudieran
empeorar
los
problemas
asociados
a
la
gripe
o
cuyos
síntomas
pudieran
verse
agravados.
Como
señalábamos
al
comienzo,
el
foco
está
en
la
prevención.
La
prevención
incluye
extremar
la
cautela
ante
la
aparición
de
posibles
síntomas,
pero
también,
en
determinados
casos,
la
vacunación
como
forma
de
adelantarse
a
la
infección.
Las
campañas
de
vacunación
contra
la
gripe
no
se
enfocan
en
la
población
general
sino
en
grupos
de
riesgo
específicos
y
en
aquellas
personas
que
por
cercanía
pudieran
resultar
más
propensos
a
contraer
la
infección.
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Polina
Tankilevitch
/
CDC