El llanto es la manera que tienen los bebés de pedir ayuda cuando aún no saben hablar, un llamado que debe ser siempre atendido, ya que se ha estudiado que no hacerlo tiene consecuencias negativas para su desarrollo. A medida que crecen y aunque ya puedan decirnos con sus propias palabras «tengo frío», «tengo hambre» (cosa que de bebés no podían), los niños lloran básicamente por dos cosas. Una, porque se han hecho daño, y dos, cuestiones vinculadas a las emociones: porque le han hecho sentir mal, porque echa de menos a mamá o papá, por que no sabe como manejar una situación que lo desborda…
Los adultos tenemos la costumbre (mala costumbre) de decirles a los niños «no pasa nada» cuando lloran. Es inconsciente. Es lo primero que nos sale para consolarlos sin tener en cuenta el mensaje que les estamos transmitiendo con esas tres palabras. Estamos negando sus emociones sin darle importancia a lo que quieren decirnos con su llanto. Dejemos de decir «no pasa nada» o «no pasó nada» porque aunque no haya sido nada grave, sí que pasa.
Sí que pasa: valida sus emociones
Ya sabemos que la mayoría de las veces no es grave y no pasa nada, pero lo importante es la información que reciben nuestros hijos de nosotros. Si lo que queremos en enseñarles a gestionar adecuadamente sus emociones, tenemos que comenzar por ser comprensivos con ellos, escucharlos y ser empáticos con sus estados de ánimo.
Si tu hijo se ha lastimado o le ha sucedido algo que le ha hecho llorar y ha venido a ti para que le consueles, la peor respuesta que le puedes dar es «no pasa nada». Es contradictorio que le demos contención y a la vez negemos sus sentimientos.
Es como decirle «Te cortaste el dedo, sé que te duele, cariño, pero no pasó nada». ¿Cómo que no pasó? «¿Me he rebanado el dedo, me duele horrores y encima me dicen que aquí no ha pasado nada?». Es confuso para ellos.
Las consecuencias del «no pasa nada»
Los decimos sin pensarlo, porque por supuesto que nos importa lo que les sucede a nuestros hijos, pero ponte un momento en su lugar. ¿Qué puede pensar y sentir un niño pequeño cuando le decimos «no pasa nada»? Los niños entienden todo en el sentido literal, no comprenden los conceptos abstractos y que detrás de nuestras palabras hay en realidad una intención de calmarlos. Reciben el mensaje de que ignoramos su dolor, su tristeza, su frustración o su enfado.
¿Y qué sucederá?
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Se sentirán confundidos.
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Sentirán que sus emociones no cuentan, que ignoras sus sentimientos.
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Sentirán que no les comprendes.
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Les damos un mal ejemplo: la manera de comunicarnos con nuestros hijos va dejando huella en su personalidad y a medida que crecen influye también en la forma en que ellos se relacionan con las demás personas.
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A la larga, dejarán de contarte sus cosas.
Frases positivas que puedes decirle a cambio
En cambio, cuando venga a ti buscando consuelo, conecta con tu hijo, mírale a los ojos y empatiza con lo que siente. Cuando estés a punto de pronunciar el socorrido «no pasa nada», prueba a cambiarlo por frases positivas acordes a cada situación, como por ejemplo:
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Si llora porque se ha caído de la bici, se ha cortado o se ha golpeado: «Sé que te has hecho daño y que te duele mucho, vamos a limpiar la herida y a curarla con besos y abrazos.»
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Si llora porque un amigo le ha dicho o hecho algo que no le ha gustado: «Entiendo que te sientas mal con lo que te ha hecho tu amigo, intenta hablar con él para solucionarlo.»
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Si llora porque no quiere ir al dentista: «Comprendo que no quieras entrar al dentista, no es agradable, pero es necesario quitar esa muela que te produce dolor».
Si ante estas situaciones les decimos «no pasa nada», la angustia es aún mayor, porque sí que le duele la herida, sí que se siente mal con lo que le ha hecho su amigo y sí que tiene miedo por ir al dentista. Como padres estamos para entenderlos, no para negar lo que les pasa.
Suéltalo afuera
A los padres no nos gusta que nuestros hijos lloren; es lógico. Nos gustaría que nunca lo hicieran, pero llorar es bueno y necesario muchas veces. Al igual que nos sucede a los adultos, el llanto les ayuda a desahogarse y si es en el hombro de mamá o de papá, se sienten contenidos y acompañados. De eso se trata: no de evitarles el sufrimiento, sino de apoyarlos y acompañarlos cuando nos necesiten.
Por eso en lugar de decirles «no pasa nada», lo mejor que podemos hacer la próxima vez es decirles, «llora todo lo que necesites, suéltalo, que mamá/ papá está aquí para acompañarte».
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