Ni torrijas, ni yemas: el mejor postre de Ávila para Semana Santa son estos panecillos que poca gente conoce

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Mucha
gente
empieza
a
salivar
cuando
se
van
acercando
las

fechas
de
Semana
Santa
.
Es
cierto
que
era
una
época
culturalmente
vinculada
a
la
abstinencia,
motivo
por
el
cual
algunos
de
los
grandes
platos
ligados
a
esta
época
del
año
son
especialmente
conducentes
o
dulces,
aunque
las

recetas
de
Semana
Santa

saladas
van
por
otros
derroteros.

Ahora
han
cambiado
bastante
las
tornas
en
cuanto
a
la
significación
religiosa
de
estas
celebraciones,
pero
nos
ha
quedado
un
poderosísimo

recetario
de
cocina
tradicional

donde
el
azúcar,
la
miel
y
los
huevos
son
muy
protagonistas
en
los

dulces
de
Semana
Santa
.

Tanto
como
para
que
seamos
un
país
entregado
a
causas
como
las

torrijas

o
los

buñuelos
.
A
partir
de
ahí,
vemos
que
hay
muchas
recetas
regionales
o
incluso
locales
que
también
tienen
cabida,
pero
que

en
muchas
ocasiones
pasan
desapercibidas

para
la
mayor
parte
de
los
mortales.

Precisamente
lo
que
sucede
con
una
de
las
recetas
más
típicas
de
la
ciudad
de
Ávila,
que
casi
nadie
conoce.
No
vamos
a
negar
que
la
mayor
parte
del

reconocimiento
goloso

de
la
capital
abulense
recae
las
famosas

yemas
de
Santa
Teresa
,
pero
eso
no
significa
que
sean
los
únicos
dulces
que
se
comen
en
la
ciudad.

De
hecho,
en
esta
capital
castellana,
también
famosa
por
su
muralla,
y
si
seguimos
hablando
de
cocina
por

los
clásicos
chuletones
,
hay
un
postre
típico
de
Semana
Santa
no
tan
conocido,
como
son
los

panecillos
de
Ávila
.

La
receta
se
resuelve
en

apenas
una
hora

(y
30
minutos
son
de
reposo)
y
los
ingredientes
son
de
lo
más
convencionales:
huevo,
anís,
azúcar,
aceite
de
oliva,
harina
de
trigo,
impulsor
químico
y
un
poco
de
azúcar
glás
para
espolvorear.

Y
la
ciencia,
como
sucede
en
otras
recetas
de
repostería,
también
es
bastante
poca
por
un
lado,

mezclamos
los
productos
líquidos

y
en
otro
bol
mezclamos
los
secos.
Y
cuando
tenemos
los
primeros
mezclados,
los
vertemos
sobre
los
secos,

integrándolos
poco
a
poco.

Pasado
ese
tiempo,
cuando
la
masa
esté
compacta,
le
tapamos
con
un
paño
de
cocina
y
dejamos
reposar
media
horita.

Cuando
pase
ese
tiempo,

dividimos
la
masa
en
10
porciones
iguales,

les
damos
forma
de
panecillos
alargados
y
los
freímos
en
abundante
aceite
caliente
en
una
sartén
(mejor
con
aceite
o
orujo
de
oliva,
que
no
da
tanto
sabor)
durante
unos
minutos
a
fuego
medio
(unos
140
°C)
cuando
veamos
que
están
bien
tostados,
los
retiramos
de
la
sartén,
los
escurrimos
sobre
una
rejilla
y
con
un
poco
de
papel
absorbente
y
los
espolvoreamos,
cuando
ya
estén
fríos
con
un
poco
de
azúcar
glás.

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