Pese
a
su
falta
de
experiencia,
Mikey
Madison
no
demostró
solo
en
«Anora»
que
es
una
gran
actriz,
sino
también
un
sentido
prodigioso
para
la
improvisación.
Leonardo
DiCaprio
la
carbonizó
con
un
lanzallamas,
y
justo
ahí
comenzó
su
camino
hacia
la
gloria. Sean
Baker,
como
ha
reconocido
en
varias
entrevistas,
supo
de
la
existencia
de Mikey
Madison por Érase
una
vez
en
Hollywood.
Tras
ver
la
película
de Tarantino,
pidió
reunirse
con
la
joven
actriz
y
le
prometió
un
guion
a
su
medida
si
accedía
protagonizar
su
próximo
largometraje. Madison aceptó
y
el
2
marzo
recogió
el
Oscar
a
mejor
actriz
protagonista
del
año
por Anora.
Mikey
Madison,
que
aún
no
había
cumplido
26
años
cuando
subió
las
escaleras
camino
de
la
estatuilla,
se
convirtió
en
una
de
las
actrices
más
jóvenes
en
hacerse
con
el
Oscar
como
protagonista.
Su
duelo
con Demi
Moore,
que
ganó
el
Globo
de
Oro
en
la
categoría
en
la
que
competía Madison,
se
resolvió
con
una
victoria
de
la
actriz
de Anora.
Y,
viendo
todo
lo
que Madison le
ha
aportado
al
papel
(ni
siquiera
los
mayores
entusiastas
de Demi
Moore pueden
negar
que
la
interpretación
de
su
rival
era
de
Oscar),
fue
merecido.
Mikey
Madison,
una
improvisadora
nata
La
campaña
de Mikey
Madison ha
tenido
algo
de
estrella
clásica:
en
lugar
de
anteponer
el
plano
sentimental
y
autobiográfico, Madison (que
ni
siquiera
tiene Instagram)
se
ha
centrado
en
su
trabajo
para Anora.
Lejos
quedan
entrevistas
como
las
que
concedió Will
Smith cuando
presintió
el
Oscar,
y
que
iluminaban
hasta
los
rincones
más
privados
de
su
vida. Madison,
por
el
contrario,
ha
preferido
abordar
el
que
es,
sin
duda,
su
primer
gran
papel
en
una
película.
Sean
Baker disfruta
con
la
improvisación,
siempre
y
cuando
se
adecue
al
tono
de
la
película,
y
deja
un
margen
en
sus
películas
para
que
los
actores
pongan
algo
de
sí
mismos
en
los
papeles. Mikey
Madison se
preparó
a
conciencia
para Anora:
asistió
a
bares
de
alterne
para
estudiar
a
las
bailarinas
e
incluso
se
hizo
una
cicatriz
en
la
escena
en
la
que
los
matones
rusos
la
tiran
sobre
una
mesa.
En
una
entrevista, Baker ha
revelado
varias
de
las
escenas
modificadas
por Madison.
Una
de
ellas
sucede
durante
el
viaje
de Ivan, Anora y
la
corte
del
multimillonario
ruso
viajan
a
las Vegas.
Tras
un
huracán
de
excesos, Ivan le
confiesa
que
se
pasa
la
vida
de
fiesta.
“¡Me
encanta!”,
le
responde Anora,
algo
que
no
estaba
previsto,
pero
que Madison consideró
que
podía
insinuar
que
su
personaje,
pese
a
ser
la
mitad
madura
de
la
relación,
no
dejaba
de
ser
una
joven
ingenua
de
veintipocos
años.
Mikey
Madison
Mikey
Madison encontró
a
su
compañero
de
improvisación
idóneo
en,
casualmente,
el
único
personaje
que
trata
a Anora con
humanidad: Yura
Borisov,
que
encarna
a Igor,
uno
de
los
dos
secuaces
rusos
que
trabajan
para
la
familia
de Ivan.
En
la
escena
en
que Igor y Garnick intentan
inmovilizar
a Anora,
ella
le
grita
que
se
detenga
y
él
le
grita
a
la
cara,
en
un
tono
mayor
aún,
que
baje
la
voz.
Esto
se
le
ocurrió
a Borisov
y
Baker consideró
que
hacía
la
escena
más
divertida,
al
tiempo
que
comenzaba
a
dotar
de
alma
al
personaje
de Igor.
El
tramo
de
esta home
invasion cribada
a
través
de
los
códigos
de
la screwball
comedy es
uno
de
los
más
intervenidos
por Madison
y
Borisov, que
añadieron
multitud
de
ideas
al
guion
de Sean
Baker.
También
en
el
diseño
del
final
colaboraron
ambos,
al
reducir
el
diálogo
entre Anora
e
Igor para
que
su
amarga
despedida
sea
más
descorazonadora
incluso.
