No
faltan
en
ninguna
casa,
y
sin
embargo
casi
nadie
sabe
para
qué
están
ahí.
Las
líneas
o
bandas
tejidas
en
un
extremo
de
las
toallas
de
baño
han
sido
interpretadas
como
mero
adorno
durante
décadas
(para
muchos
un
engorro
a
la
continuidad
áspera
de
la
toalla).
Son,
en
general,
un
detalle
textil
sin
mayor
intención
que
romper
la
monotonía
del
rizo.
Pero
no.
Están
ahí
por
algo
mucho
más
práctico.
La
próxima
vez
que
tiendas
una
toalla,
fíjate:
siempre
están
en
un
lado,
rara
vez
en
ambos.
Una
pista
clara
de
que
su
posición
importa.
Esas
franjas
no
son
un
capricho
estético,
sino
una
guía
para
saber
cómo
colgar
la
toalla
correctamente.
Diseñadas
para
aportar
funcionalidad
sin
interferir
en
la
textura
absorbente,
las
bandas
se
colocan
en
el
extremo
inferior
para
facilitar
su
alineación.
Así,
colgarlas
uniformemente
—ya
sea
en
toalleros
o
perchas—
es
más
sencillo.
También
ayudan
a
identificar
el
lado
“correcto”
de
uso
o
doblado.
Por
ejemplo,
para
recordar
el
lado
con
el
que
uno
se
ha
secado
las
partes
íntimas.
Pero
no
todo
es
orden:
estas
franjas
también
cumplen
una
función
en
la
fabricación
y
durabilidad.
Al
no
tener
rizo,
esas
zonas
están
menos
expuestas
al
desgaste
del
uso
y
los
lavados
intensos.
Actúan
como
una
especie
de
marco
protector
que
mantiene
el
tejido
más
estable
con
el
tiempo.
En
hoteles,
por
ejemplo,
esta
guía
visual
es
fundamental
para
el
personal
de
limpieza.
Una
simple
línea
indica
cómo
doblar,
colocar
o
incluso
apilar
la
toalla
correctamente.
Sin
necesidad
de
instrucciones,
sin
margen
de
error.

En
el
mundo
del
textil,
donde
el
detalle
define
el
producto,
este
tipo
de
soluciones
técnicas
no
se
improvisan.
La
ausencia
de
rizo
en
esas
bandas
permite
también
que
la
toalla
mantenga
su
forma,
evitando
que
se
deforme
con
el
uso
intensivo.
Curiosamente,
muchas
marcas
han
mantenido
estas
líneas
incluso
cuando
los
diseños
modernos
ya
no
las
requieren.
Su
presencia
se
ha
convertido
en
un
estándar
visual
que
transmite
orden
y
calidad,
aunque
el
consumidor
medio
no
tenga
idea
de
su
razón
de
ser.
Es
hora
de
mirar
esas
líneas
con
otros
ojos.
No
son
un
capricho
ni
una
herencia
decorativa.
Son
el
recordatorio
silencioso
de
que,
en
el
hogar,
incluso
lo
más
cotidiano
puede
tener
un
propósito
oculto.
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Skylar
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