Cada vez que se habla de cómo debe evolucionar la empresa en España, cómo tiene que ser su futuro se habla de digitalización, de competitividad, de productividad, de productos y servicios de valor añadido. Pero luego la realidad parece otra, cuando representantes de pymes y autónomos hablan de sablazo por la reciente subida del SMI. La realidad es que la pyme en España tiene que decidir que quiere ser de mayor, si parecerse a un modelo de la Europa del norte o competir con bajos costes de mano de obra y muchas horas como los vecinos del sur.
Y este es uno de los problemas que tienen algunas empresas. Producción basada en bajos salarios y jornada interminables. El registro horario no ha solucionado este problema en la mayoría de los que ya lo incumplían y si ha supuesto un obligación formal para las que ya de por sí cumplían.
También no declarar todo lo que facturan, una práctica bastante habitual en determinados sectores. Y esto es un problema grave. Porque parte de la rentabilidad del negocio se basa en un fraude. Afortunadamente no son todas, pero en según que sector hay que decir que las prácticas son muy extendidas.
Ejemplo de bajos salarios y largas jornadas los tenemos en hoteles con camareras de piso obligadas a trabajar a un ritmo muy difícil de aguantar por un sueldo muy escaso. Y además solo unos pocos meses. Y sin quejarse, que sino el año que viene no nos llaman.
En comercio y hostelería también se ven contratos muy precarios y en según que lugares sueldos escasos. En otros sin embargo hay problemas para encontrar empleados y se paga mucho más.
El problema está en que estos sectores, junto con la agricultura, generan gran cantidad de los contratos y puestos de trabajo. Y hacen que no se tenga en cuenta a otros negocios, de otras industrias que si están creciendo bajo las premisas de tecnificación, competitividad, productividad y producto de valor añadido.
