La
NASA
ha
elevado
a
un
3,1%
la
probabilidad
de
que
el
asteroide
2024
YR4
caiga
en
nuestro
planeta.
El
Centro
de
coordinación
de
objetos
cercanos
a
la
Tierra
de
la
ESA
también
ha
ajustado
sus
cálculos
al
alza,
estimando
una
probabilidad
de
impacto
del
2,8%
para
el
22
de
diciembre
de
2032.
No
perdamos
de
vista
que
las
apuestas
siguen
estando
a
nuestro
favor.
1
entre
32
posibilidades
significa
que
hay
un
96,9%
de
probabilidad
de
que
el
asteroide
pase
de
largo.
Pero
a
medida
que
los
astrónomos
han
ido
incorporando
nuevos
datos
y
observaciones
para
calcular
su
trayectoria,
las
opciones
de
impacto
han
ido
en
aumento.
¿Por
qué
ocurre
esto?
Hemos
preguntado
a
Juan
Luis
Cano,
coordinador
de
Defensa
Planetaria
de
la
ESA
El
hombre
más
ocupado
de
la
ESA

Juan
Luis
Cano,
Defensa
Planetaria
de
la
ESA
Ingeniero
aeronáutico
de
formación,
Juan
Luis
Cano
se
especializó
en
mecánica
orbital
y
mecánica
celeste,
que
son
la
base
para
calcular
el
movimiento
de
objetos
en
el
espacio
exterior.
Hace
20
años
formó
parte
del
proyecto
Don
Quijote,
una
misión
de
la
Agencia
Espacial
Europea
para
desviar
un
asteroide
con
un
impactador
cinético.
Liderada
por
la
empresa
española
Deimos,
Don
Quijote
no
prosperó,
pero
fue
precursora
de
la
sonda
DART
de
la
NASA,
que
desvió
con
éxito
el
asteroide
Dimorfo,
y
la
sonda
HERA
de
la
ESA,
lanzada
después
para
analizar
el
impacto.
Como
coordinador
del
Servicio
de
Información
de
la
Oficina
de
Defensa
Planetaria
de
la
ESA,
Cano
está
especialmente
ocupado
estos
días.
Por
primera
vez
se
han
activado
los
protocolos
de
actuación
de
defensa
planetaria
establecidos
en
2018,
lo
que
implica
coordinar
la
mayor
cantidad
de
observatorios
posibles
para
seguir
el
asteroide
con
detenimiento.
«Estos
protocolos
de
actuación
se
establecieron
después
de
que
la
ONU
promoviera
la
creación
de
la
Red
Internacional
de
Alerta
de
Asteroides
y
el
Grupo
Asesor
para
la
Planificación
de
Misiones
Espaciales»,
comenta
Cano. «Es
la
primera
vez
que
se
invocan
de
manera
oficial,
aunque
este
asteroide
es
el
más
relevante
de
los
últimos
20
años,
después
de
Apofis
a
finales
de
2004».
De
momento,
el
Grupo
Asesor
de
Planificación
de
Misiones
Espaciales
(SMPAG)
ha
decidido
esperar
a
mayo
para
valorar,
en
base
a
nuevas
observaciones
más
definitivas,
si
el
asteroide
sigue
suponiendo
un
peligro
real.
Por
qué
ha
subido
la
probabilidad
de
impacto

La
zona
de
incertidumbre
de
2024
YR4
A
medida
que
obtienen
más
datos
y
observaciones
de
2024
YR4,
los
astrónomos
reducen
la
incertidumbre
de
su
trayectoria,
pero
sus
cálculos
siguen
centrados
en
la
probabilidad
de
impacto
con
la
Tierra,
que
no
cambia
de
tamaño.
Si
la
Tierra
permanece
dentro
de
la
zona
de
incertidumbre,
la
probabilidad
de
impacto
sube
porque
la
incertidumbre
se
hace
más
pequeña,
pero
nuestro
planeta
sigue
en
medio. «Es
como
si
pasaras
de
ronda
en
un
campeonato»,
explica
Juan
Luis
Cano. «No
sabes
si
vas
a
ganar,
pero
al
pasar
de
32
equipos
a
16,
tus
probabilidades
aumentan».
También
puede
ocurrir
que
la
distribución
de
probabilidad
se «deslice»
y
la
Tierra
se
aleje
de
la
parte
central
de
la
gráfica,
que
fue
lo
que
pasó
cuando
la
estimación
bajó
de
un
2,3
a
un
2,1%
hace
unos
días
antes
de
volver
a
subir.
Los
científicos
europeos
utilizan
la
escala
de
Turín
para
categorizar
el
riesgo
que
plantean
los
asteroides
y
cometas
cercanos
a
la
Tierra.
Con
una
calificación
de
3
sobre
10,
2024
YR4
supera
el
umbral
de
probabilidad
del
1%
de
causar
una
destrucción
localizada
en
la
Tierra.
Sin
embargo,
lo
más
probable
es
que
las
nuevas
observaciones
reduzcan
esa
estimación
a
cero.
Fue
lo
que
ocurrió
con
el
asteroide
Apofis.
Apofis
alcanzó
un
nivel
4
en
la
escala
de
Turín,
el
más
alto
jamás
registrado.
Pero
los
astrónomos
extendieron
su
arco
de
observación
y
descartaron
el
impacto
al
cabo
de
unos
días.
Ahora
la
sonda
OSIRIS-APEX
de
la
NASA
se
dirige
hacia
él
para
estudiarlo
cuando
pase
a
solo
38.000
km
de
la
Tierra.
Es
la
misma
nave
que
recogió
las
muestras
del
asteroide
Bennu,
lo
que
demuestra
la
importancia
que
están
adquiriendo
las
misiones
a
estos
pequeños
cuerpos
cercanos
a
la
Tierra.
Cano
apuesta
a
que
la
Tierra
saldrá
de
la
distribución
de
probabilidad
cuando
tengamos
datos
del
Webb
y
otros
observatorios
en
las
próximas
semanas.
Cuál
es
el
protocolo
a
seguir
en
ambos
casos
Hay
cosas
que
los
astrónomos
saben
a
ciencia
cierta
sobre
2024
YR4,
como
el
plano
en
el
que
se
mueve
y
la
franja
de
la
Tierra
en
la
que
podría
caer,
llegado
el
caso:
un «corredor»
que
se
extiende
por
el
Océano
Pacífico
oriental,
el
norte
de
Sudamérica,
el
Océano
Atlántico,
África,
el
mar
Arábigo
y
el
sur
de
Asia.

El
riesgo
de
los
distintos
asteroides
Hay
otras
que
se
complican.
El
asteroide
se
descubrió
en
su
aproximación
a
la
Tierra
y
ahora
se
está
alejando,
por
lo
que,
cada
día
que
pasa,
se
vuelve
más
tenue
y
cuesta
más
verlo.
Para
abril,
ni
siquiera
el
Gran
Telescopio
de
Canarias
(de
10
metros
de
diámetro)
podrá
detectarlo.
Tampoco
hay
una
medición
precisa
de
su
tamaño
porque
se
desconoce
su
albedo,
la
cantidad
de
luz
que
refleja
su
cuerpo.
Podría
ser
un
objeto
de
40
metros
muy
reflectante
o
un
objeto
de
90
metros
muy
oscuro.
Para
salir
de
dudas,
los
astrónomos
han
reservado
horas
de
uso
de
emergencia
del
poderoso
telescopio
espacial
James
Webb.
El
Webb
será
capaz
de
observar
el
asteroide
hasta
mayo
y
podrá
obtener
una
medición
más
precisa
de
su
tamaño
y
temperatura
Discernir
si
se
encuentra
en
el
extremo
inferior
o
superior
del
rango
de
tamaño
estimado
es
crucial
para
poder
evaluar
las
consecuencias
de
su
improbable
pero
posible
impacto.
Si
bien
es
demasiado
pequeño
para
acabar
con
la
civilización
humana,
el
asteroide
podría
arrasar
una
ciudad
importante,
especialmente
si
explota
en
el
aire.
En
cuanto
a
su
capacidad
destructiva: «No
podemos
hablar
de
un
único
valor,
sino
de
un
rango
que
va
de
unos
5
a
50
megatones,
dependiendo
de
si
el
objeto
mide
40
o
100
metros»,
dice
Juan
Luis
Cano. «Cuanto
mayor
sea
el
diámetro,
más
se
multiplica
el
volumen
y
la
energía
potencial
del
impacto.
Así
que
no
hay
una
cifra
exacta
hasta
que
sepamos
mejor
su
diámetro».
¿Y
qué
haríamos
si
finalmente
se
dirige
a
la
Tierra? «Si
el
objeto
es
menor
de
50
metros,
se
considera
preferible
evacuar
la
zona
de
impacto;
si
es
mayor,
se
valoraría
una
misión
de
desviación»,
explica
Cano. «Aun
así,
pensamos
que,
con
un
90%
de
probabilidad,
en
mayo
se
descartará
definitivamente
el
impacto».
Imágenes
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