La fecundidad masculina alcanza su mínimo histórico y estas son las causas

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La natalidad en España está en niveles bajísimos, y el número de hijos por mujer ha mermado en las últimas décadas. En 2021 la tasa de fecundidad femenina era de 1,18 hijos por cada mujer en edad reproductiva.

Pero, ¿qué ocurre con los hombres? Pues bien, acaba de publicarse en la revista Perspectives demográfiques (Centro de Estudios Demográficos, CED) un estudio sobre la fecundidad masculina en España que establece que el número de hijos por hombre, no solo se ha reducido, sino que además es menor que en las mujeres. En 2021 la tasa de fecundidad masculina se situó en 1,06 hijos por hombre.

Pau Miret Gamundi, autor del estudio, investigador del Centro de Estudios Demográficos (CED) y profesor de Sociología de la UAB, explica que el descenso de la fecundidad en España siempre ha sido objeto de análisis desde la perspectiva femenina, sin tener en cuenta qué ocurría con los varones. Pero su papel y su comportamiento también es muy importante aquí.

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La fecundidad ha caído sobre todo entre los hombres

La investigación ha revelado que, entre 1975 y 2021, la fecundidad ha caído más entre los hombres que entre las mujeres (en 2021 la fecundidad masculina fue de 1,06). La mayor diferencia entre ambos sexos se alcanzó en 2008; ese año la tasa de hijos por mujer fue de 1,5, y la del hombre, de 1,3.

En cuanto a las mujeres, según el estudio, la fecundidad ha caído de los 2,8 hijos e hijas por mujer en 1976 a los 1,1 en 1998 (en 2021 fue de 1,18 hijos por mujer).

Concretamente, en 2021 nacieron 337.380 bebés (de los cuales 163.232 han sido niñas y 174.148, niños), lo que supone una baja de 1,15 puntos con respecto al año anterior.

Lo que está claro es que la fecundidad masculina y femenina ha mostrado una evolución paralela (a la baja), pero en pleno siglo XXI, muestra un mayor descenso entre los hombres.

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Las causas de este descenso de la fecundidad

Pau Miret explica lo siguiente: «se mantiene la constante histórica de que los hombres tienen hijos con mujeres dos o tres años más jóvenes que ellos, y como en la segunda mitad de los 70 hubo una caída importante de la natalidad, hay una generación de varones que buscan ser padres más numerosa que la de mujeres en el rango de menor edad.»

Así, según el sociólogo, «o sobran hombres o falta mujeres en ese mercado de parejas» (en edad reproductiva), con lo que los hombres que son padres en el siglo XXI deberían sentirse «seleccionados», ya que las mujeres tienen una capacidad de elegir que no tenían antes.

Y esto es porque, históricamente (excepto en períodos de guerras o pandemias), a la hora de emparejarse y procrear, había equilibrio entre el número de mujeres y de hombres.

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¿Cómo corregir este desequilibrio?

Tal vez la solución para corregir esta diferencia en el número de hombres y mujeres disponibles fuese que los hombres escogieran a mujeres de su misma edad para tener hijos, y así lo afirma el autor del estudio.

Según él, si los hombres no buscaran parejas más jóvenes para formar una familia y escogieran a las potenciales madres de sus hijos de su misma generación, o incluso de una generación mayor, este desequilibrio podría corregirse (lo que aumentaría la probabilidad de mejorar la fecundidad masculina).

Factores deterministas a la hora tener hijos

Según el estudio, en las mujeres, el nivel de estudios es uno de los factores más determinantes a la hora de tener más o menos hijos. En cambio, en los hombres lo que más les importa es su situación laboral. Esto se traduce en lo siguiente: a mayor inserción y estabilidad laboral, mayor tasa de fecundidad masculina.

El nivel de estudios es el factor que determina que las mujeres tengan más o menos hijos; en cambio, en los hombres la estabilidad laboral es el factor más influyente.

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Y hay más datos; la fecundidad masculina es el doble en los hombres con un contracto laboral estable respecto a los que está en el paro. Sin embargo, la probabilidad de tener el primer hijo es la misma para quien tiene estudios elementales que para quien tiene formación universitaria.

Con todo, el sociólogo añade que luchar contra la precariedad laboral incentivaría la paternidad y, en consecuencia, la natalidad, ya que a la hora de ser padres es importante tener un trabajo, pero también, que este sea estable.

Fotos | Portada (Freepik)

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