En México hay un pueblo que es en realidad un trozo de Italia. Y habla una variante de véneto única en el mundo

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No
llega
a
los
5.000
vecinos,
pero

Chipilo
,
una
pequeña
población
de
Puebla,
en
México,
puede
presumir
de
tener
una
personalidad
propia
que
lo
diferencia
ya
no
solo
del
resto
del
municipio
de
San
Gregorio
Atzompa
o
Puebla-Tlaxcala,
sino
del
resto
del
país.
Chipilo
es
única.
Única
en
el
sentido
más
neto
de
la
expresión.
Al
fin
y
al
cabo
tiene
una
forma
genuina
de
hablar,
una
lengua
influida
por
ingredientes
tan
dispares
entre

como

el
idioma

del
Véneto,
el
español
y

el
náhuatl
.

A
menudo
a
Chipilo

se
la
describe

como
un
cachito
de
Italia
plantado
en
México.



“Se
vedon”
.
Si
te
paseas
por
las
calles
de
Chipilo
es
probable
que
te
llamen
la
atención
unas
cuantas
cosas,
como
que
tras
rezar
el
rosario
en
la
iglesia
del
pueblo
a
las
señoras
les
guste

merendar
tiramisú
,
la
afición
de
sus
vecinos
por
el

ristretto

o
que
en
plena
Eurocopa
las
cantinas
estallen
en
vítores
cada
vez
que

«la
Azzurra»

marca
un
gol.
Igual
de
llamativo
es
la
cantidad
de

güeros

que
caminan
por
los
barrios
de
esta
villa
mexicana,
gente
de
piel
y
ojos
claros
y
cabellos
rubios.

Pero
por
encima
de
todos
esos
pequeños
detalles
puede
que
haya
uno
que
te
sorprenda
aún
más:
su
particularísima
forma
de
hablar.
Diferente
de
la
del
resto
del
país.
Los
chipilenos
se
saludan
por
la
calle
con
un

«Gia
mano,
statu
come»

y
se
despiden
a
la
voz
de

«se
vedon»
.
Todo
esto,
recordemos,
en
el
corazón
de
México.

Letrero Chipilo


La
magia
del «véneto
chipileno»
.
Si
te
parece
escuchar
palabras
de
resonancias
italianas
es
porque
en
Chipilo
se
habla
véneto,
la
lengua
de
la
región
homónima
del
norte
de
Italia.
Eso
sí,
de
una
forma
que
poco
tiene
que
ver
con
el
habla
de
Venecia
o
Belluno.
En
la
localidad
mexicana
el
véneto
suena
diferente
porque
se
ha
mezclado
con
el
español
y
el
náhuatl,
una

lengua
yutoazteca
.

El
resultado
es
tan
sorprendente
que,
explica
el
historiador
Miguel
Esteban
Kadwrytte
Dossetti
a

la
cadena
BBC
,
hay
quien
le
ha
asignado
un
nombre
propio:
el «véneto
chipileno».
O

talián
.
Oficialmente

no
está
reconocida

como
una
variante
del
véneto,
pero
el
peculiar
dialecto
del
pequeño
pueblo
de
San
Gregorio
Atzompa
es
lo
suficientemente
fascinante
como
para
haber
atraído
a
lingüistas
interesados
en
sus
rarezas.
Una
de
ellas,
la
estadounidense

Carolyn
McKay
,
incluso
llegó
a
trabajar
—sin
mucha
fortuna,
eso
sí—
en
su
plasmación
por
escrito.


Y
todo
esto…
¿Por
qué?

La
pregunta
del
millón.
¿Qué
hace
un
pedazo
del
Véneto
en
pleno
estado
de
Puebla?
¿Por
qué
ese
cóctel
lingüístico
y
cultural?
Para
responderlo
hay
que
remontarse
a
finales
del
siglo
XIX.
Para
ser
más
precisos
al

7
de
octubre
de
1882
,
que
fue
cuando
un
puñado
de
emigrantes
del
norte
de
Italia
fundaron
Chipilo
en
tierras
mexicanas.


El
País

precisa

que
fueron
38
familias
de
Segusino,
un
pueblo
de
la
provincia
de
Treviso.
 A
comienzos
de
la
década
de
1880

miles
de
italianos

arribaron
al
puerto
de
Veracruz
para
asentarse
en
colonias.

Tras
cruzar
el
Atlántico
y
desembarcar
en
México,
compraron
terrenos,
se
consagraron
a
sus
cultivos
y
ganados,
demostraron
su
maestría
con
los
lácteos
y
pusieron
los
pilares
de
lo
que
hoy
es
una
comunidad
genuina.
Un
cachito
de
la
Italia
nororiental
arraigado
con
fuerza
en
la
zona
de
Puebla-Tlaxcala.

Aquellos
pioneros
tuvieron
hijos,
que
a
su
vez
engendraron
nuevos
hijos
y
acabaron
dando
a
luz
a
los
chipilenos
que
hoy
se
pasean
por
las
callejuelas
de
la
localidad,
muchos
güeros,
rubios,
de
ojos
claros,
y
muestran
un
gusto
peculiar
por
el
tiramisú,
el

ristretto

y
la
camiseta
(y
gestas)
de
la
selección
italiana
de
fútbol.


Aprendido
en
la
cuna
.
Pese
al
paso
de
las
generaciones
o
la
presión
de
otros
idiomas,
el
dialecto
de
Chipilo
se
escucha
aún
en
sus
calles,
salones
y
bares. «En
Chipilo
se
habla
la
variedad

basso
bellunese

(bajo
belunés).
Es
muy
inusual,
dado
que
las
fuerzas
económicas
y
sociales
empujan
a
que
los
migrantes
abandonen
su
herencia
idiomática
después
de
un
par
de
generaciones»,

reconoce

a
la
cadena
británica
Caroline
MacKay,
una
de
las
lingüistas
que
ha
estudiado
el
dialecto.

«De
los
4.500
habitantes,
3.800
son
descendientes
directos
de
fundadores
que
emigraron
desde
Italia.
El
90%
sigue
aprendiendo
véneto
desde
casa»,

comenta

Arturo
Serra
Simoni,
descendiente
él
mismo
de
aquella
primera
expedición
que
se
asentaron
en
Chipilo
hace
142
años: «En
mi
época,
cuando
de
niños
empezábamos
la
escuela,
sabíamos
muy
poco
español
y
apenas
entendíamos
a
la
maestra».

Imágenes
|

Wikipedia
1

y

2

En
Xataka
|

Cuando
un
colegio
de
Texas
obligó
a
sus
alumnos
mexicanos
a
enterrar
a
Mr.
Spanish
en
el
patio: «No
hablaré
español»