El
día
6
de
junio
de
1948
marcó
un
antes
y
un
después
en
el
transcurso
de
la
II
Guerra
Mundial.
Las
victorias
de
los
aliados
en
África
pusieron
todas
las
miradas
sobre
el
suelo
francés
como
el
siguiente
frente
donde
desplegar
las
tropas
que
marcarían
el
principio
del
fin
del
régimen
nazi.
Había
que
invadir
Francia,
recuperar
París
y
acorralar
a
Hitler
en
sus
territorios,
pero
no
iba
a
ser
fácil.
La
operación
bautizada
como
Operación
Overlord
necesitó
meses
de
preparación
con
planes
en
los
que
el
éxito
del
desembarco
desde
Inglaterra
jugaba
un
papel
decisivo.
Planificar
el
complejo
entramado
de
dicha
operación
fue
uno
de
los
grandes
logros
de
los
aliados,
que
no
solo
conllevaba
la
organización
militar
de
decenas
de
miles
de
soldados,
aviones,
barcos
y
buques
de
multitud
de
nacionalidades
diferentes,
sino
que
también
había
que
engañar
a
los
nazis
sobre
cuándo
y
dónde
se
iba
a
producir
el
ataque.
Roma
no
se
construyó
en
un
día
y
el
Desembarco
de
Normandía
tampoco,
pero
hasta
los
mayores
acontecimientos
de
la
historia
de
la
humanidad
pueden
fraguarse
en
el
ambiente
más
inesperado
y
cotidiano.
Las
mayores
decisiones,
ideas
y
artimañas
no
han
salido
de
una
solemne
sala
de
reuniones,
sino
alrededor
de
una
mesa
compartiendo
buena
comida
y
algún
que
otro
trago.
Un
encantador
pub
rural
En
el
condado
de
Cheshire,
al
noroeste
de
Inglaterra,
se
suceden
los
pueblos
y
pequeñas
parroquias
que
salpican
el
interior
del
país
en
el
típico
paisaje
inglés
más
rural,
villas
donde
la
vida
transcurre
sin
sobresaltos
y
que
atraen
visitantes
en
busca
de
la
tranquilidad
del
campo
y
de
la
buena
comida.
Los
también
típicos
pubs
y
casas
de
huéspedes
sobreviven
gracias
al
turismo
y
al
haberse
adaptado
a
las
nuevas
exigencias
de
los
clientes,
que
esperan
empaparse
de
la
tradición
local,
pero
sin
renunciar
a
comodidades
y
una
cocina
más
actualizada.
Ha
sido
el
caso
de
Bells
of
Peover,
un
histórico
pub
situado
en
las
afueras
de
Knutsford,
en
la
pequeña
villa
de
Lower
Peover,
parroquia
civil
de
Nether
Peover.
Un
pintoresco
y
encantador
restaurante
tradicional
con
alma
de
típico
pub
rodeado
de
un
paisaje
idílico
que
además
cuenta
con
terraza
al
aire
libre
y
bonitos
jardines.
Llama
la
atención
no
solo
el
buen
estado
de
todo
el
complejo,
cuya
historia
se
remonta
al
siglo
XIX,
sino
especialmente
la
pareja
de
banderas
que
ondean
en
la
entrada
del
edificio
principal,
una
británica
y
una
estadounidense.
Es
una
pequeña
pista
de
los
acontecimientos
que
vivió
el
pub
hace
ya
80
años,
cuando
Dwight
D.
Eisenhower,
comandante
supremo
de
las
fuerzas
aliadas
y
futuro
presidente
de
Estados
Unidos,
y
el
general
George
S.
Patton,
compartieron
mesa
durante
dos
jornadas
en
un
comedor
del
local.
No
sabemos
qué
comerían
-probablemente
nada
ostentoso,
sopa
y
algo
de
carne
y
verduras
locales
bien
regadas
de
cerveza-,
ni
los
detalles
exactos
de
sus
conversaciones,
pero
sí
que
fueron
cruciales
en
el
devenir
de
la
guerra.
Como
recuerdan
en
la
BBC,
el
general
Patton,
que
tenía
unos
modos
peculiares
de
comportarse
y
dirigirse
tanto
a
sus
tropas
como
a
sus
superiores,
había
recibido
a
principios
de
1944
formalmente
el
mando
del
Tercer
Ejército
de
Estados
Unidos
en
Inglaterra,
recién
formado,
y
se
le
asignó
la
preparación
de
sus
inexpertos
soldados
para
el
combate
en
Europa.
Ese
mismo
mes
de
enero
llegó
con
sus
soldados
al
discreto
Lower
Peover,
instalando
su
cuartel
general
y
base
de
operaciones
en
el
cercano
Peover
Hall.
Patton,
hombre
religioso,
solía
acudir
a
la
parroquia
del
pueblo
y
era
aficionado
a
comer
y
cenar
en
Bells
of
Peover,
el
pub
que
hoy
dirige
Phil
Smith,
y
que
ha
permanecido
en
la
misma
familia
desde
los
años
30
del
siglo
pasado.
El
negocio
sigue
funcionando
a
día
de
hoy
a
buen
ritmo
gracias
a
ofrecer
una
cocina
actualizada
con
platos
y
menús
más
acordes
con
los
gustos
actuales,
celebrando
además
eventos
privados,
fiestas
familiares
y
otras
actividades
que
mantienen
con
una
vida
animada
el
restaurante
todo
el
año.
Salvo
por
pequeños
detalles,
nadie
diría
que
hace
80
años
la
zona
estaba
llena
de
soldados.
«Día
D
Mañana.
Todo
el
mundo
está
muy
emocionado»
Pero
son
todavía
muchos
los
emocionados
clientes
que
acuden
específicamente
a
rendir
honores
a
quienes
se
jugaron
y
dieron
su
vida
por
liberar
al
mundo
de
la
amenaza
del
Eje.
En
un
comedor
del
piso
superior
luce,
discreto,
un
viejo
diario
de
bolsillo
enmarcado,
abierto
por
la
página
del
5
y
6
de
junio.
Escrito
en
mayúsculas
por
algún
soldado
desconocido
se
puede
leer:
“”D-Day
tomorrow.
Everybody
quite
excited.
We
land
at
Arromanches,
clear
three
villages
and
Bayeux”.
“Día
D
mañana.
Todo
el
mundo
está
muy
emocionado.
Desembarcamos
en
Arromanches,
despejamos
tres
pueblos
y
Bayeux”.
A
su
lado
cuelga
un
mapa
de
las
playas
de
Normandía,
dividido
en
sectores
en
los
que
desembarcarían
las
tropas
británicas,
las
estadounidenses
y
las
de
la
Commonwealth.
Apenas
dos
objetos
que
son
un
mero
recuerdo
sencillo
de
unos
días
que
cambiaron
el
mundo,
pero
que
emocionan
más
cuando
los
visitantes
de
hoy
se
imaginan
a
Patton
compartiendo
mesa
con
Eisenhower
en
ese
mismo
comedor,
bautizado
en
honor
del
general.
Entre
aquellas
paredes
y
sobre
esas
mismas
mesas
los
dos
altos
cargos
del
ejército
de
Estados
Unidos
ultimaron
los
detalles
del
papel
que
jugarían
las
tropas
del
general
en
el
Desembarco
de
Normandía.
Una
operación
extremadamente
compleja
en
la
que
cualquier
contratiempo
podía
significar
el
fracaso
absoluto.
Quién
sabe,
quizá
las
dos
comidas
que
compartieron
en
aquellas
jornadas
también
pusieron
su
granito
de
arena
en
que,
pese
a
todo,
esa
gran
operación
militar
que
fue
el
Día
D,
única
en
la
historia,
saliera
bien.
Imágenes
|
Bells
of
Peover
En
DAP
|
Así
es
el
pub
más
bonito
de
Reino
Unido:
combina
tapicería
antigua
con
estampados
psicodélicos