Ya
he
compartido
en
otros
reportajes
cómo
gracias
al
teletrabajo
y
pude
ser
nómada
digital
desde
los
años
2010
y
cómo
así
también
pude
vivir
en
otros
países
distintos
o
viajar
con
una
mochila
por
regiones
del
mundo
como
América
del
Sur,
América
Central
o
el
Sudeste
Asiático,
mientras
trabajaba.
En
general,
algo
bastante
complicado
porque
la
conexión
a
internet
no
siempre
muy
buena.
También
he
compartido
que
trabajaba
pocas
horas
durante
unos
años
porque
quería
tener
tiempo
libre
para
estudiar
posgrados,
idiomas
o
hacer
voluntariados
y
actividades
de
ocio
más
sociales.
Mucha
gente
no
comprendía
por
qué
trabajaba
menos
horas
y,
por
tanto,
ganaba
menos
que
un
sueldo
mínimo
(ya
bajo
en
sí
en
aquellos
años),
en
vez
de
trabajar
más
horas
para
ganar
más.
Yo
tenía
varias
razones.
Por
un
lado,
quería
seguir
estudiando.
Ya
tenía
que
trabajar
para
poder
sufragar
mis
gastos,
pero
también
quería
tiempo
libre
para
poder
seguir
formándome.
Y
para
aprender
idiomas
y
para
tener
más
horas
del
día
para
aprender
nuevas
curiosidades
o
pasar
más
tiempo
con
amistades
y
familia.
En
aquellos
momentos,
muchas
personas
no
me
comprendían,
y
ahora
muchas
de
ellas
son
partidarias
de
las
ideas
de
las
que
tanto
habla
la
Generación
Z
y
también
hicimos
muchos
millennials:
quieren
flexibilidad
laboral,
trabajar
menos
horas
y,
simplemente
vivir
con
menos.
El
paradigma
de
vivir
para
trabajar
o
trabajar
para
vivir
Hay
estudios
que
afirman
que
a
diferencia
de
los
boomers,
los
millennials
y
Gen-Z
no
escogen
un
trabajo
por
el
salario,
sino
que
esperan
mucho
más
de
sus
empleadores
y
que
la
juventud
prefiere
empresas
responsables
socialmente,
antes
que
den
grandes
salarios.
También
se
habla
mucho
de
que
la
Generación
Z
está «quemada»
y
dispuesta
a
dejar
sus
empleos,
ya
que
los
jóvenes
se
han
hartado
de
la
inflexibilidad
de
sus
jefes.
Incluso,
hemos
visto
cómo
muchas
personas
han
decidido
dejar
sus
empleos
en
estos
últimos
años,
en
grandes
empresas,
antes
de
volver
a
la
oficina,
cuando
sus
jefes
obligaron
a
dejar
de
lado
el
teletrabajo.
Los
estudios
apuntan
a
que
son
los
mejores
talentos,
además,
quienes
se
han
ido
de
las
grandes
empresas.
Personalmente,
sigo
pensando
que
aquella
decisión
que
tomé
en
mi
juventud
fue
estupenda.
Tuve
el
tiempo
libre
que
quería
para
aprender,
para
disfrutar
tiempo
de
ocio
con
nuevas
amistades
en
mis
países
de
destino,
para
viajar
por
muchos
lugares…
además
cuando
tienes
más
tiempo
libre
al
día,
hay
más
formas
de
gastar
menos
dinero.
Ha
pasado
a
ser
una
tendencia
de
la
que
se
habla
mucho
ahora
de
aprender
a
vivir
con
menos
para,
así,
necesitar
trabajar
menos
y
poder
disfrutar
más
de
la
vida.
Personalmente,
siento
que
gasto
menos
cuando
estoy
más
relajada
y
que
en
épocas
de
mucho
trabajo,
cuando
llega
el
tiempo
libre
solo
quiero
disfrutarlo
aunque
sea
gastando
mucho
más
dinero.
Hay
estudios
universitarios
que
afirman
que «las
largas
horas
de
trabajo
son
un
fenómeno
omnipresente
en
la
mayoría
de
las
organizaciones
y
empresas
donde
el
tiempo
dedicado
al
trabajo
-que
comprende
las
tareas
principales
del
trabajo,
tareas
relacionadas,
desplazamientos
y
viajes-,
es
demasiado
largo
y
perjudicial
para
la
salud
de
los
trabajadores
directa
o
indirectamente.
Además,
esta
misma
investigación
analiza
los
efectos
negativos
de
las
largas
horas
de
trabajo
en
los
riesgos
de
enfermedades
varias
e
incluso
que
el
estrés
puede
llevar
a
mayor
consumo
de
alcohol
y
tabaquismo.
Gastar
menos
en
la
vida
y
el
ocio
Por
ejemplo,
si
trabajamos
menos,
tenemos
más
tiempo
para
cocinar
o
hacer
ciertas
tareas
que
nos
ahorran
dinero
(mientras
que
cuando
estamos
muy
apurados,
muchas
más
veces
podemos
necesitar
comprar
comida
ya
preparada).
En
este
caso,
tengo
amistades
que
si
la
ropa
se
les
estropea,
ellas
lo
arreglan,
aunque
sea
complicado,
mientras
que
otras
amistades
que
trabajan
mucho
delegan
a
veces
el
lavado
de
ropa
a
lavanderías,
lo
que
les
supone
un
costo
extra
en
las
actividades
del
día
a
día.
O
contratan
a
alguien
para
que
les
limpie
su
casa
solo
por
la
falta
de
tiempo
de
hacerlo.
Por
otro
lado,
en
cuanto
a
ahorro
y
como
experiencia
personal,
a
la
hora
de
viajar
podía
adaptarme
bien
a
los
transportes
más
baratos
(cuando
estamos
trabajando
con
horarios
más
atados
no
podemos
tomar
cualquier
autobús
o
avión,
sino
el
que
se
adapte
a
nuestras
horas,
aunque
cueste
más
dinero).
También
podía
aprovechar
mucho
más
de
la
economía
colaborativa
a
la
hora
de
viajar
(en
plataformas
como
Couch
Surfing,
el
objetivo
de
la
plataforma
no
es
ahorrar
dinero,
como
tal,
sino
compartir
tu
tiempo
con
gente,
pero
si
tienes
que
trabajar
tus
ocho
o
más
horas
al
día,
ya
no
puedes
destinar
tiempo
de
calidad
a
tus
anfitriones
y
no
merece
la
pena
usar
este
modo
de
viajar).
Incluso,
desde
el
punto
de
vista
de
la
tranquilidad,
yo
lo
veo
también
a
la
hora
de
compartir
piso
o
apartamento
con
colegas.
Es
algo
sencillo
cuando
se
comparte
una
casa
entre
personas
que
están
relajadas,
aunque
a
veces
pueda
haber
ciertos
momentos
de
desencuentros
o
discusiones.
Cuando
trabajamos
muchas
horas
y
estamos
estresados,
no
siempre
es
ideal
compartir
casa.
A
veces
queremos
llegar
y
estar
tranquilos.
Y
compartir
hace
la
vida
más
barata.
Por
ejemplo,
durante
aquellos
años
en
los
que
trabajaba
menos
de
las
40
horas
semanales,
yo
compartí
piso
con
varias
personas
en
Sarajevo,
en
Marruecos
o
en
Bogotá.
Y
además
recibíamos
gente
en
casa
a
través
de
Couch
Surfing.
A
mí
me
encantaba,
aunque
a
veces
pudiéramos
discutir.
Ahora
no
siempre
me
vería
capaz
de
compartir
mi
casa
con
tanta
gente
y
menos
con
tantos
visitantes.
Por
el
agotamiento
que
traigo
algunos
días.
Y
aquella
forma
de
vida
hacía
que
el
costo
de
mis
alojamientos
fuera
barato
y
me
permitió
conocer
a
mucha
gente
que
pasaron
a
ser
amistades
y
me
alojé
en
sus
casas
en
otros
viajes,
por
lo
que
viajar
me
salía
más
barato.
Hay
estudios
y
teorías
que
apuntan
a
que
cuando
una
persona
trabaja
mucho
puede
llegar
a
gastar
más
en
ocio.
Si
tenemos
poco
tiempo
libre
queremos
intentar
aprovechar
al
máximo
las
pocas
horas
libre.
Si
estamos
más
descansados,
podemos
relajarnos
más
en
el
ocio.
Brad
Aeon,
profesor
adjunto
de
la
Facultad
de
Ciencias
de
la
Gestión
de
la
Universidad
de
Quebec
en
Montreal
afirma
que «una
cosa
que
es
constante
en
el
ocio
es
que
siempre
se
ha
contrastado
con
el
trabajo».
En
la
práctica
ahora,
dice
el
experto
que «quienes
más
se
quejan
de
no
tener
suficiente
tiempo
libre
son
los
ricos
y
los
que
tienen
un
nivel
educativo”
y
que
esto
alimenta
la
idea
de
que
debemos
maximizar
la
“utilidad
hedónica”
del
ocio,
o
el
valor
del
disfrute,
cuando
realmente
tenemos
algo
de
tiempo
libre,
y
hacer
que
cada
hora
cuente.
Esto
se
traduce
a
un
ocio
que
muchas
veces
es
más
costoso.