El éxito de ‘El silencio de los corderos’ dio lugar a una tardía continuación de la fiebre por la obra de Thomas Harris que llevó a una serie de secuelas y precuelas tanto en cine como en televisión que han derivado en un nuevo procedimental semanal de la cadena CBS, que llega a España a través de Amazon Prime Video, con el lacónico nombre de ‘Clarice’, la protagonista de la película y su secuela ‘Hannibal’ (2001) que aquí encarna Rebecca Breeds.
Este nuevo eslabón de la franquicia nos lleva de vuelta a principios de la década de 1990, tan solo un año después de que Clarice Starling estableciera un vínculo inquietante con el Dr. Hannibal Lecter y detuviera al asesino en serie Buffalo Bill. Aprovechar este espectro temporal es una decisión interesante, ya que los eventos de la película todavía están cercanos en la memoria de Clarice, y podemos ver, por fin, una ficción con Starling sin que quede eclipsada por la figura de Lecter.
Un regreso al mundo de Thomas Harris demasiado alejado de lo que lo hace especial
El psiquiatra caníbal es el único personaje que no aparece en ‘Clarice’, es más, ni siquiera se puede mencionar su nombre, ya que el estudio de producción MGM no tiene los derechos sobre el mismo. Esto lleva a algunas contorsiones verbales como cuando un colega de Clarice comenta que su «último terapeuta fue un recluso en el Hospital de Baltimore para criminales dementes que… se comió a sus pacientes«. Esto hace que el título de la serie se presente como una alternativa a ‘Hannibal’ con el nombre del otro gran pilar del concepto.
Esta vuelta al punto de origen también es prometedora porque el período de principios de la década de 1990 hace que sea más fácil tener una narrativa clásica que pueda evitar los teléfonos móviles, portátiles o drones, con lo que el procedimiento de resolución de crímenes se mantiene en la vieja escuela. Por otra parte, esta gestión de sistema de investigación convierte el formato en un CSI más cuyo único atractivo original es que supuestamente pertenece al pesadillesco mundo de asesinos en serie de Harris.
Incluso con su limitación autoimpuesta, ‘Clarice’ es un thriller criminal prometedor pero desigual, alberga algunas historias intrigantes, incluida la búsqueda de un asesino en serie que en realidad podría ser a sueldo, o un enfrentamiento con un líder de un culto con ecos de Waco, pero se recrea en los propios clichés de series de este estilo, con la investigadora que siempre está en el lugar correcto en el momento correcto, y que por supuesto se da cuenta de cosas que todos los demás pasan por alto en la escena del crimen.
Guardando balas que nunca llegan a disparar
Los showrunners Alex Kurtzman y Jenny Lumet se agarran al hilo de los corderos recreando algunas escenas clave de la película de Jonathan Demme, con recuerdos traumáticos del día en que Starling encontró a Catherine Martin en el fondo de un pozo y la rescató a matando a tiros al notorio secuestrador Buffalo Bill. Un año después, Catherine es un personaje junto a su madre Ruth, que ahora es la fiscal general de los Estados Unidos, en un discreto intento de crear continuidad con aquella.
Clarice se enfrenta al sexismo de un FBI dominado por hombres al igual que en la película, y su mayor conflicto es convencer a su condescendiente terapeuta, que no cree que esté en condiciones de volver al trabajo de campo. Esto crea una rutina un tanto decepcionante, la agente siempre llega a la escena del crimen, llena de “señoros” que se burlan de sus teorías, para luego sorprenderse cuando las suposiciones de Clarice resultan ser ciertas. Una dinámica que se convierte en una gran oportunidad perdida de crear un procedimental oscuro aprovechando el universo de psicología forense que series como ‘Mindhunter’ aprovechan mejor.
‘Clarice’ también olvida que ‘El silencio de los corderos’ era una película de horror, y no elige casos con la oscuridad acorde a ‘El dragón rojo’, sino otro misterio que podría estar en una serie cualquiera. Hay algunos detalles, como las visiones de la polilla de la muerte, que hacen pensar que la serie tenía algunas posibilidades, que a veces encuentra, mostrándose atrevida y gráfica en algunos planos de cadáveres mutilados, pero ni tiene la ambición operística de la serie con Mads Mikkelsen ni siquiera la de series añejas como ‘Millenium’, que propusieron lo que debería haber intentado ser esta serie antes de ser cancelada.