Parisia llamó a no tener vergüenza al momento de hacerse los controles, los cuales son clave.
Luciana Parisia no nombra la palabra cáncer. Prefiere obviarla o llamarla de otra manera. Hace cinco años le diagnosticaron la enfermedad en una de sus mamas y desde entonces –aclara- ve la vida de otra manera. A sus 48 años, casada y con tres hijos, y todavía en etapa de tratamiento ya que debe diariamente tomar sus pastillas antiestrógenas, sabe que pudo vencer a eso que prefiere no llamar por su nombre, aunque le mantiene respeto.
Su principal miedo –reconoce tras el diagnóstico- fue entrar a cirugía y no saber cómo iba a salir: “A las mujeres la estética nos importa, aunque parezca algo superfluo es parte de la esencia. Pero el mayor miedo era no volver a ver a mis hijos; los quiero ver crecer, felices, formar su familia. Era eso, esa cosa de decir ‘tengo que estar por ellos’”, admitió. Sin embargo, ese temor aún no se le fue pese a que pasó un lustro de ese momento, con quimioterapias de por medio: “El miedo más grande lo tengo cada vez que voy a control, que es cada seis meses. Que me digan que apareció otra vez y no pueda disfrutarlos a ellos… (por sus tres hijos)”.
La importancia de controlarse
El color rosa se adueña cada mes de octubre como símbolo de prevención del cáncer de mama. Es un tiempo donde se profundiza la transmisión de información mediante campañas con la necesidad de llegar a tiempo en la detección, ya que en el 95 % de los casos puede curarse.
Parisia recuerda que por los antecedentes familiares era algo esperable. No sólo su madre lo sufrió y pudo superar, sino también una tía. Esta última terminó falleciendo.
“Yo esto era como que me lo esperaba, vos leés el resultado y quedás shockeado. En mi caso soy farmacéutica y conozco del tema e iba como predispuesta a decir que si era maligno tenía que afrontarlo, pero sobre todo conocer qué era lo que tenía dentro para saber con qué peleaba”, remarcó la mujer a El Periódico. Según aseguró, desde los 17 años –que fue cuando se lo detectaron a su madre- concurrió cada año al médico a controlarse, lo que la ayudó a diagnosticarlo de manera precoz.
“Yo desde el momento que tuve la noticia quise vivir positivamente. Uno debe estar muy cómo con el profesional que te está atendiendo. Hay momentos que querés que tu familia o amigos no te vean después de la quimio, son 72 horas hasta que tu vida vuelve a la normalidad y ya querés rodearte con ellos porque lo necesitás”.
Luciana rescata cosas positivas del proceso de su enfermedad: “Si bien uno tiene que pasar quimios y todo lo que conlleva, yo tuve la suerte de que no necesitara la droga que hace que el cabello se caiga”.
Algo que reconoce también es que para ella existe un antes y un después de lo sucedido: “Cambia la forma de mirar las cosas, empezás a disfrutar cada segundo, algo que no solemos hacer. El después tampoco implica llevarse el mundo por delante, pero las cosas se ven con otra visión, con otra entereza y actitud”.
Parisia llamó a no tener vergüenza al momento de hacerse los controles, los cuales son clave: “Tenemos que aprender que esta enfermedad nos toca de cerca. Hay que evacuar todas las dudas frente al médico, preguntar. No todas la pasan de igual manera y hay que ser positivos y confiar. Cargarse de energía y hacer las cosas que te gustan. También tener un objetivo, en mi caso ver a mis hijos bien y felices”, explicó.
Por último insistió en que los pacientes deben saber desde el primer momento qué tipo de enfermedad tienen porque “es la mejor forma de combatirla”. Además deseó que haya una cura “sin pasar por momentos tan feos como son las quimios y los rayos”.
Factores de riesgo
Factores de riesgo: Con el cáncer de mama, hay factores de riesgo que pueden modificarse y reducirse y otros que no se pueden evitar. Aun así, un diagnóstico precoz salva muchas vidas.
Factores no modificables: ser mujer, tener más de 40 años, antecedentes familiares de cáncer, tener densidad mamaria, haber tenido la primera menstruación a edad temprana, edad avanzada en el primer parto o nunca haber tenido hijos.
Factores modificables: sedentarismo, tener una mala alimentación, tabaquismo, sobrepeso y consumo de alcohol.
Principal enfermedad oncológica
El cáncer de mama es la principal enfermedad oncológica en la mujer. Una vez que aparecen síntomas (dolor en la mama, bultos o durezas, cambio de color en los pezones, secreción, cambio de forma y tamaño o textura diferente), puede ser tarde.