Argerich-Kremer: voluptuosa intimidad

0
36

La celebracin del lunes aadi el condimento de ese fluido e intenso intercambio que la dupla ArgerichKremer es capaz de alcanzar gracias a una sensibilidad compartida y a su probado virtuosismo Foto Prensa
La celebración del lunes añadió el condimento de ese fluido e intenso intercambio que la dupla Argerich-Kremer es capaz de alcanzar gracias a una sensibilidad compartida y a su probado virtuosismo / Foto: Prensa

La quinta de las ocho veladas del Festival Argerich 2023 en un Teatro Colón repleto y fascinado regaló anoche otra exaltación de los sentidos de la mano del concierto que la venerada pianista anfitriona Marta Argerich encabezó junto a su viejo amigo, el notable violinista Gidon Kremer.

La argentina, de 82 años, y el letón, de 76, fueron los protagonistas salientes de un encuentro sonoro en el que también tomó parte (en un mágico dúo de violines) Madara Pētersone (compatriota de Kremer, de 34 años) y que se desplegó en cuatro diferentes pero siempre notables pasajes de altísimo diálogo musical.

Ante una sala colmada y expectante que en su población contó con dos eximios artistas españoles – el actor José Sacristán (haciendo aquí temporada teatral con el unipersonal «Señora de rojo sobre fondo gris») y el pianista Javier Perianes -, Argerich no solamente dio otra cátedra de talento y magnetismo sino que recibió una nueva muestra de la veneración que provoca.

Varias ovaciones de pie que motivaron una seguidilla de bises que junto a Kremer incluyeron «Liebesleid», de Friz Kraisler; «Jean and Paul», de Astor Piazzolla; y «Vals y polka», de Dmitri Shostakovic, ratificaron el influjo de su música y su figura que este repuesto espacio nacido en 2001 que tras un extenso impase volvió a Buenos Aires el año pasado.

Apenas pasadas las 20 Kremer asumi Requiem para violn solo obra del georgiano contemporneo Igor Loboda Foto Prensa
Apenas pasadas las 20, Kremer asumió «Requiem para violín solo», obra del georgiano contemporáneo Igor Loboda / Foto: Prensa

La celebración del lunes añadió el condimento de ese fluido e intenso intercambio que la dupla Argerich-Kremer es capaz de alcanzar gracias a una sensibilidad compartida, a su probado virtuosismo y a un conocimiento de larga data que tuvo su primer registro discográfico hace más de tres décadas y que se mantiene intacto.

«No somos una pareja en el sentido literal del término. Por eso nuestra relación es tan paradójica: una pareja musical puede volverse más íntima que una pareja de enamorados», describió él al lazo que une a ambos en el documental «Martha Argerich y Gidon Kremer: Recuerdo de un concierto», que hace eje en una presentación compartida en Berlín en 2006.

Apenas pasadas las 20, Kremer asumió «Requiem para violín solo», obra del georgiano contemporáneo Igor Loboda que, según se anunció en el detallado programa, está «dedicado a los interminables sufrimientos de Ucrania».

La sobrecogedora pieza de unos 10 minutos de duración permitió apreciar los dones del intérprete capaz de, por ejemplo, darle otra carnadura a su violín cuando al mismo tiempo logró frotar con el arco y pulsar con sus dedos.

Enseguida y ya en compañía de Martha y su piano en llamas, la velada ingresó en el contrastante territorio que proponen las sonatas para la primera de dos obras del soviético de origen judeo-polaco Mieczysław Weinberg (1919-1996) y su «Sonata para violín y piano N° 5, Op. 53».

El lance musical entre ambos se valió de los atributos de la obra para permitir que ambas figuras intercambiaran roles entre la melodía y sus contrapuntos en un pasaje delicioso.

Después del intervalo, Kremer volvió esta vez en compañía de la bella Pētersone (a quien en 2011 convocó para ser parte de la Kramerata Baltica que fundó y dirige desde 1996) y juntos retomaron a Weinberg, esta vez con la «Sonata para dos violines, Op. 69».

Foto Prensa
Foto: Prensa

Unos 20 minutos de intensa comunión y de sumado talento incluyeron un peculiar pasaje en el segundo de sus tres movimientos, el Adagio-Andante, donde mayoritariamente ella arpegió mientras su colega tocaba.

El pulso actual del repertorio sumó para su cierre un pulso más clásico con la incorporación de la «Sonata para violín y piano en La Mayor, Op. 162, D. 574» de Franz Schubert (1797-1828) que reunió otra vez a Argerich con Kremer.

Los cuatro movimientos de esa probada partitura dieron rienda suelta al lirismo compartido y desataron una explosión de vivas y aplausos como reconocimiento a una interpretación candente que se extendió por más de 20 minutos.

Festival Argerich

Al Festival Argerich de este año le quedan tres funciones: el jueves la Camerata Bariloche dirigida por César Bustamante se presentará junto a los solistas Javier Perianes (piano); Sergei Nakariakov (trompeta); Freddy Varela (violín); Claudia Nascimento (flauta) y Fernando Cordella (clave) con obras de Bach, Haydn y Mozart.

El sábado será el turno de una nueva presencia de La Orquesta Filarmónica Buenos Aires (que también animó la noche del 22) bajo la batuta del director invitado Vasily Petrenko y con el pianista Nelson Goerner como solista.

El cierre del domingo tendrá al maestro Charles Dutoit al frente de la Orquesta Estable del Teatro Colón, con la participación del Coro Estable del Teatro Colón, dirigido por Miguel Martínez, y el Grupo Vocal de Difusión con dirección de Mariano Moruja.

Allí, Argerich estará acompañada por los pianistas Iván Rutkauskas, Alan Kwiek y Marcelo Ayub y las voces de Jaquelina Livieri, Guadalupe Barrientos, Santiago Martínez y Hernán Iturralde.