Primero
informó
la
inteligencia
militar
ucraniana,
luego
el
Pentágono,
y
finalmente
aparecieron
una
serie
de
vídeos.
Las
tropas
norcoreanas
entraban
en
combate
oficialmente
y
se
producían
las
primeras
bajas
(en
las
últimas
horas
se
habla
de
centenares).
Tras
la
noticia,
una
pregunta
en
el
aire:
¿qué
gana
realmente
Pyongyang
prestando
su
ayuda
a
Rusia
y
entrando
en
el
conflicto
con
Ucrania?
La
respuesta
posiblemente
tiene
muchas
aristas,
pero
hay
datos
y
hechos
conocidos
que
dan
una
idea
del
alcance
de
esta
“alianza”
con
el
Kremlin.
También
de
una
nación
que
vigila
cada
paso
con
el
ceño
fruncido:
China.
Contexto
histórico
y
decisión
inédita.
Por
primera
vez
en
su
historia,
Corea
del
Norte
ha
desplegado
tropas
en
el
extranjero
al
enviar
unidades
especiales
a
apoyar
a
Rusia
en
la
guerra
de
Ucrania.
La
decisión
rompe
con
la
tradición
del
régimen
de
mantener
a
sus
soldados
en
territorio
nacional
para
evitar
que
adopten
ideas «incorrectas»
al
exponerse
a
otras
sociedades.
Dicho
temor,
además,
no
es
infundado,
ya
que
en
1992
el
país
enfrentó
un
intento
de
golpe
militar
organizado
por
oficiales
que
habían
estudiado
en
Moscú
durante
la
perestroika.
Así
todo,
Kim
Jong-un,
con
una
política
exterior
pragmática
más
que
ideológica,
ha
decidido
correr
el
riesgo
en
busca
de
beneficios
estratégicos
y
económicos.
Motivos
para
entrar.
Varios
conocidos,
y
algunos
los
hemos
estado
contando
estos
meses.
El
envío
de
tropas
se
puede
entender
como
una
inversión
a
largo
plazo
para
fortalecer
los
lazos
con
Rusia
y
aspirar
a
un
retorno
a
la
relación
de
apoyo
mutuo
que
existió
durante
la
Guerra
Fría.
Aunque
Pyongyang
ya
recibe
petróleo
por
encima
de
lo
legal
(la
BBC
destapó
el
modus
operandi),
alimentos
y
dinero
como
pago
por
sus
suministros
de
municiones,
también
busca
asegurar
un
flujo
continuo
de
recursos
y
la
posibilidad
de
acceder
a
tecnologías
nucleares
y
de
aviación
avanzadas,
aunque
este
caso
tiene
más
aristas,
ya
que
Moscú
parece
reticente
a
compartirlas,
al
menos
por
ahora.
Además,
no
podemos
obviar
que,
con
una
economía
debilitada
por
las
sanciones
internacionales
y
el
impacto
de
la
pandemia,
Corea
del
Norte
ve
en
esta
alianza
una
oportunidad
para
obtener
divisas
extranjeras
mediante
el
envío
de
trabajadores
y
tropas,
así
como
ese
acceso
a
crudo
y
otros
recursos
vitales.
Al
enviar
soldados
norcoreanos,
además,
Rusia
puede
liberar
tropas
de
reserva
para
otros
frentes,
lo
que
podría
tener
un
impacto
significativo
en
áreas
estratégicas
del
conflicto.
Según
el
New
York
Times,
Corea
del
Norte
habría
obtenido
hasta
5.500
millones
de
dólares
en
acuerdos
de
armas
hasta
el
momento,
probar
sus
misiles
KN-23
y
KN-24,
evaluar
su
desempeño
contra
sistemas
de
defensa
occidentales
y
adoptar
innovaciones
modernas,
como
el
uso
de
drones.
Desafíos
en
el
terreno.
La
primera
pata
a
tratar
seguramente
sea
la
relacionada
con
la
estructura
de
mando.
A
este
respecto,
la
cadena
en
el
ejército
norcoreano
prioriza
la
prevención
de
golpes
militares
sobre
la
eficacia
operativa.
Esto
incluye
una
toma
de
decisiones
burocrática
que
requiere
la
aprobación
de
varios
niveles,
lo
que
podría
dificultar
su
desempeño
en
un
entorno
de
combate
dinámico
como
el
de
Ucrania.
Además,
y
como
contamos
ayer,
las
tropas
norcoreanas
carecen
de
experiencia
en
conflictos
modernos,
especialmente
contra
tecnologías
como
drones,
ampliamente
utilizados
en
Ucrania.
Plus,
e
igual
de
importante:
la
barrera
del
idioma
podría
complicar
la
coordinación
con
las
fuerzas
rusas
como
ya
está
ocurriendo.
En
último
caso,
la
exposición
de
los
soldados
a
un
entorno
más
libre
y
desarrollado
podría
aumentar
el
riesgo
de
deserciones,
un
temor
constante
para
Pyongyang.
Implicaciones
geopolíticas:
China.
Mientras
que
China
podría
tolerar
la
intervención
norcoreana
al
considerar
que
ayuda
a
evitar
una
derrota
rusa,
Beijing
no
parece
que
vaya
a
aceptar
que
Rusia
proporcione
a
Pyongyang
tecnología
nuclear
avanzada,
ya
que
esto
podría
desestabilizar
la
región.
Por
otro
lado,
Corea
del
Sur
teme
que
esta
alianza
militar
facilite
el
acceso
de
Corea
del
Norte
a
tecnologías
que
eventualmente
podrían
usarse
contra
Seúl.
No
solo
eso.
El
despliegue
de
tropas
y
la
cooperación
económica
con
Moscú
podría
tensar
las
relaciones
con
China,
su
histórico
y
principal
socio
comercial
y
aliado,
y
aumentar
la
presión
internacional.
Dicho
de
otra
forma,
la
dependencia
estratégica
de
Moscú
puede
limitar
la
capacidad
de
Kim
para
equilibrar
ambas
relaciones
y
comprometer
su
autonomía
diplomática.
El
futuro
de
la
alianza.
Así
las
cosas,
mientras
la
alianza
permite
a
Corea
del
Norte
ganar
tiempo
y
recursos,
también
plantea
interrogantes
sobre
su
sostenibilidad.
Rusia,
aunque
es
un
socio
crucial
en
el
corto
plazo,
representa
menos
del
2%
del
comercio
internacional
de
Corea
del
Norte,
mientras
que
China
sigue
siendo
responsable
de
más
del
90%.
Los
números
en
ese
sentido
son
bastante
claros,
y
esta
dependencia
económica
de
Beijing,
combinada
con
los
riesgos
inherentes
a
su
asociación
militar
con
Rusia,
deja
a
Pyongyang
en
una
posición
precaria
y
de
lo
más
incierta.
En
juego:
mantener
el
apoyo
de
sus
aliados
sin
comprometer
su
seguridad
nacional
ni
su
economía.