Siempre
que
pienso
en
el
binomio
arroz
y
pollo
me
viene
a
la
cabeza
una
frase: ‘tenemos
que
ahorrar’.
Sin
embargo,
entender
el
arroz
con
pollo
como
un
plato
que
pueda
ser
insulso
en
beneficio
de
no
gastar
de
más
no
es
necesario.
Son
muchos
los
platos
de
arroz
con
pollo
que
se
pueden
hacer
y
muchos,
de
hecho,
son
indispensables
en
la
cocina
española.
De
hecho,
si
nos
ponemos
tiquismiquis,
la
paella
valenciana
no
deja
de
ser
una
evolución
del
arroz
con
pollo.
Con
más
cosas,
sí,
pero
son
dos
ingredientes
fundamentales.
Tanto
como
los
que
encontramos
en
el
pollo
tipakay,
un
emblema
de
la
cocina
peruana,
en
el
que
se
dan
la
mano
la
gastronomía
de
China
y
de
Perú.
Este
concepto,
muy
influenciado
por
la
presencia
de
los
emigrantes
chinos
que
llegaron
al
país
iberoamericano
a
principios
del
siglo
XX,
se
conoce
como
cocina
chifa
y
en
él
se
mezclan
recetas
y
aliños
orientales
con
los
ingredientes
más
propiamente
peruanos.
Lo
que
encontramos
en
este
sencillo
plato
que
lo
único
que
exige
es
que
cortemos
una
pechuga
de
pollo
en
trozos
de
bocado,
sazonándolos
y
pasándolos
por
huevo
batido
y
harina
de
maíz
para
freírlos,
dejándolo
reservado
después.
Con
cierta
semejanza
al
cerdo
agridulce,
después
tenemos
que
trocear
cebolletas
o
cebollas
chinas,
un
par
de
pimientos
–amarillo
y
rojo–
y
un
trozo
de
piña,
agregándolo
todo
a
una
sartén
donde
habremos
calentado
la
salsa
de
tamarindo,
responsable
del
sabor
agridulce
de
la
preparación.
La
gracia
de
la
receta
está
en
que
cocinemos
muy
poco
las
hortalizas,
dejándolas
crujientes
pero
ligeramente
cocinadas,
y
agregando
allí
luego
el
pollo,
para
que
coja
el
sabor
de
la
salsa
y
de
las
verduras.
Todo
se
debe
cocer
brevemente,
apenas
dos
minutos
y
ya
estará
listo
para
servirse
con
un
poco
de
arroz
blanco.
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