En
poco
más
de
40
días,
Windows
10
dejará
de
recibir
parches
y
actualizaciones
de
seguridad.
Microsoft
marcará
así
el
final
de
soporte
para
un
sistema
operativo
que
todavía
domina
casi
la
mitad
del
mercado
global
(en
España,
54%).
Windows
11
lleva
ya
varios
años
en
el
mercado,
pero
el
cambio
ha
sido
más
lento
de
lo
esperado.
La
cuenta
atrás
sigue
en
marcha
y
millones
de
usuarios
aparentemente
aún
no
han
decidido
cómo
afrontar
el
salto
antes
de
que
llegue
octubre,
aunque
quienes
estén
dispuestos
a
pagar
podrán
mantenerlo
con
soporte
extra.
Qué
opciones
reales
tiene
ahora
el
usuario
estándar
El
final
de
soporte
no
significa
que
tu
ordenador
deje
de
funcionar,
pero
sí
que
queda
más
expuesto.
Microsoft
ofrece
tres
salidas
principales:
-
Dar
el
salto
a
Windows
11.
Si
tu
PC
tiene
el
hardware
necesario,
la
actualización
es
gratuita
y
garantiza
actualizaciones
y
nuevas
funciones.
Los
equipos
que
no
cumplen
requisitos
tendrán
que
plantearse
renovarse
para
seguir
protegidos. -
Pagar
por
las
actualizaciones
extendidas
(ESU).
Con
este
plan
se
siguen
recibiendo
parches
de
seguridad
pagando
una
cuota
anual.
Está
pensado
para
ganar
margen,
no
para
quedarse
indefinidamente
en
Windows
10. -
Mantener
Windows
10
o
explorar
alternativas.
Instalar
Linux
o
usar
el
sistema
sin
soporte
en
entornos
controlados
es
posible,
pero
exige
asumir
riesgos
y
planificar
a
medio
plazo.
Comparar
la
situación
de
Windows
11
con
la
de
sus
predecesores
ayuda
a
entender
si
este
cambio
tan
lento
es
una
excepción
o
simplemente
historia
que
se
repite.
Según
Statista,
a
los
tres
años
y
diez
meses
de
vida
Windows
11
ronda
el
49%
del
mercado
global.
Windows
10,
a
esa
misma
edad,
había
alcanzado
cerca
del
57%,
y
Windows
7
se
movía
en
cifras
todavía
más
altas,
alrededor
del
61%.
En
el
extremo
opuesto,
Windows
8.1
apenas
llegó
al
10%,
reflejo
de
su
tibia
acogida.
Estos
datos
dibujan
un
patrón
claro:
Windows
11
avanza
más
despacio
que
sus
predecesores
exitosos,
pero
lidera
ampliamente
frente
a
Windows
10.
Todo
apunta
a
que
la
barrera
de
hardware,
que
deja
fuera
a
millones
de
equipos
antiguos,
explica
buena
parte
de
este
ritmo.
No
es
que
los
usuarios
se
resistan
por
costumbre,
sino
que
el
salto
a
la
nueva
generación
implica
más
esfuerzo
que
nunca,
y
eso
se
nota
en
las
cifras
globales
y
europeas.
El
lento
avance
de
Windows
11
se
entiende
mejor
al
mirar
los
requisitos
que
impone:
TPM
2.0
y
una
lista
cerrada
de
procesadores
dejan
fuera
a
millones
de
ordenadores
que
antes
corrían
Windows
10
sin
problemas.
Para
muchos
usuarios,
actualizar
implica
renovar
el
equipo,
y
eso
frena
la
transición.
Existen
métodos
no
oficiales
para
instalar
Windows
11
en
PC
no
compatibles,
pero
hacerlo
conlleva
riesgos.
El
resultado
es
una
adopción
más
lenta
y
un
Windows
10
que
sigue
muy
vivo
a
las
puertas
de
su
final.

Cuota
de
mercado
de
sistemas
operativos
Microsoft
a
nivel
global
Europa
y
España
avanzan
a
otro
ritmo.
Mientras
el
promedio
global
muestra
que
Windows
11
ya
está
presente
en
casi
la
mitad
de
los
equipos,
en
el
Viejo
Continente
Windows
10
mantiene
más
del
53%
de
cuota
y
Windows
11
ronda
el
43,9%.
España
sigue
ese
mismo
patrón
(54%
en
Windows
10
y
42,61%
en
Windows
11),
con
cifras
prácticamente
calcadas.
El
resultado
es
una
fotografía
distinta
a
la
global:
aquí
el
salto
de
versión
avanza
más
despacio
y
Windows
10
sigue
siendo
protagonista
a
las
puertas
de
su
final
de
soporte.

Cuota
de
mercado
de
sistemas
operativos
Microsoft
en
España
La
resistencia
a
actualizar
tampoco
es
inédita,
aunque
el
contexto
actual
tiene
matices.
Windows
7
llegó
a
su
final
de
soporte
en
enero
de
2020
con
una
presencia
todavía
significativa,
en
torno
al
27%
del
mercado
global,
pero
ya
superado
de
largo
por
Windows
10.
Hoy
la
situación
es
distinta:
Windows
11
lidera,
pero
Windows
10
conserva
casi
la
mitad
de
los
equipos,
a
poco
más
de
un
mes
de
quedarse
sin
parches
y
soporte
oficial.
Imágenes
|
Microsoft




































