Es curioso cómo, estando en las semanas previas a la campaña electoral oficial, haya llegado a nuestras pantallas la séptima y última temporada de ‘Veep‘, la sátira política protagonizada por Julia Louis-Dreyfus.
Y digo curiosidad porque nada más comenzar ‘Iowa’, el primer episodio de los siete que componen esta temporada final, vemos al gabinete de Selina Meyer tentando el momento propicio para anunciar la candidatura a la presidencia de los EEUU y comenzar así a reunir los apoyos necesarios para la reelección.
Así tenemos un inicio de temporada en el que todo el mundo quiere ser presidente. Desde sorpresas como Tom James (Hugh Laurie), del cual tendremos una buena ración en el estupendo segundo episodio, hasta el inigualable Jonah (Timothy Simons). Lo más granado de la serie creada por Ianucci y que cuenta con David Mandel a los mandos.
Esta nueva temporada se lee, en parte, como un momento idóneo en el que reunir a todos los personajes que han tenido juego en algún momento de los mandatos y desventuras de Meyer, por lo que tendremos bastantes rostros conocidos, al menos en los tres primeros episodios.
Una precampaña divertidamente desastrosa
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Como podéis imaginar, conociendo cómo se las gastan en la serie, todo estará siempre al borde del desastre y los protagonistas se las dan de lujo para sabotearse a sí mismos con esas bocazas que tienen tanto en privado como en público.
Lo primero que se certifica nada más comenzar esta nueva entrega es que tanto guionistas como personajes están en la misma página y que todos están mirando ya al final de su historia. Por eso hay una pequeña sensación de deja vu, de estar navegando por los mismos ríos que en la tercera temporada.
Pero, como se suele decir, el río nunca lleva el mismo agua dos veces y con ‘Veep’ pasa algo parecido. El panorama electoral y la manera de hacer política han cambiado drásticamente en el mundo real y la comedia lo tiene que demostrar. Y es algo que se ve en este inicio: los escándalos vienen y se van, y el tiempo lo cura todo. O eso pretendemos.
De hecho, en el segundo episodio, ambientado en Austin, tenemos una ojeada a la nueva politica a través de la nueva prensa (Mike es ahora reportero de Buzzfeed News) y de los nuevos gurús de la sociedad. Los nuevos ricos y cómo influyen en la carrera por la Casa Blanca.
Todo esto con una Selina que no cambia en su narcisismo y en todo lo despreciable que puede llegar a ser y con un equipo que le va a la zaga. Y ejemplos lo tenemos a patadas desde el cómo sigue tratando a su hija o hasta su proclama de que quiere ser presidente para los «americanos reales» (porque no «todos» son deseables).
En esta temporada final, de los cuales en Espinof hemos podido ver tres episodios, seguimos teniendo una magnífica ración de sátira política y social, con humor negro brillante en torno a temas del más alto nivel (hay una deliciosa vuelta a la tortilla del #meetoo en torno a Jonah, por ejemplo, o el «eslogan» que se saca de la manga Meyer en cierto debate).
En definitiva ‘Veep’ regresa haciendo lo que mejor sabe: una dolorosa y desternillante radiografia de la política más cruel. Humor gracias a la manipulación, la retórica y la medición de nuestros actos y las palabras con tal de poder arañar un solo voto.