31/07/2024
16:37hs.
Agustín
Martegani
acaba
de
llegar
a
Boca
desde
San
Lorenzo.
Y
cruzar
esa
frontera,
en
los
últimos
tiempos
y
en
esa
dirección,
viene
suponiendo
un
motivo
de
rispideces
en
quienes
lo
ven
ponerse
la
camiseta
de
un
rival
de
toda
la
vida.
Casos
como
éste
hay
muchos,
claro
está.
Pero
no
son
tantos
los
que
lo
hicieron
así,
sin
anestesia,
cambiando
la
piel
de
un
día
para
el
otro.
En
total,
contando
los
últimos
40
años,
son
12
los
futbolistas
que
dejaron
Boedo
para
ponerse
la
azul
y
oro.
Desde
Quique
Hrabina
hasta
Óscar
Romero,
hubo
pases
más
importantes
que
otros,
polémicas
y
mejores
y
peores
rendimientos.
Todo
antes
de
esta
negociación
que
terminó
con
un
pasacalles
dedicado
a
Néstor
Ortigoza,
uno
de
los
últimos
ídolos
cuervos
y
quien
negoció
directamente
con
Juan
Román
Riquelme
el
pase
del
volante.
El
primero
de
esa
lista
es
justamente
Quique,
uno
de
los
primeros
refuerzos
de
la
gestión
de
Antonio
Alegre
al
frente
del
Xeneize.
Allá
por
1985,
llegó
para
quedarse
siete
años
y
meterse
en
la
piel
del
hincha
de
Boca
para
siempre.
Higuaín
padre,
otro
que
jugó
también
en
River.
Un
año
más
tarde,
llegarían
dos
que
luego
darían
otro
paso
arriesgado:
Jorge
Higuaín
y
Jorge
Rinaldi.
Claro,
en
su
paso
por
el
club
ambos
serían
dirigidos
por
César
Luis
Menotti,
quien
luego
recalaría
en
River
y
se
los
llevaría
con
él.
Flaco
entre
Rinaldi
y
Tapia,
un
Boca
con
el
sello
de
Menotti.
Para
la
temporada
1988/89,
el
Boca
de
José
Pastoriza
se
armó
con
todo
y
una
de
las
grandes
apuestas
fue
llevar
al
goleador
de
San
Lorenzo:
Walter
Perazzo,
quien
si
bien
no
repitió
su
producción
anterior,
con
14
goles
en
66
partidos
dejó
un
buen
recuerdo
de
aquella
delantera
que
integró
junto
a
Alfredo
Graciani
y
Jorge
Comas.
Un
año
después,
Esteban
Pogany
llegaría
para
ser
el
suplente
del
Mono
Navarro
Montoya
y
jugar
solo
ocho
partidos
en
los
cinco
años
que
estuvo
en
el
club,
siendo
parte
sin
embargo
del
título
más
importante
de
aquellos
años,
el
Apertura
92.
Beto
Acosta
con
la
azul
y
oro,
después
de
su
millonario
pase.
El
pase
del
año
Al
finalizar
ese
histórico
torneo
que
acabó
con
11
años
de
sequía
xeneize,
el
refuerzo
elegido
para
doblar
la
apuesta
fue
otro
goleador
cuervo,
nada
menos
que
Alberto
Federico
Acosta.
Boca
le
pagó
2
millones
de
dólares
al
Ciclón
y
sumó
a
uno
de
los
mejores
jugadores
de
la
época,
así
como
alguna
vez
había
hecho
con
José
Sanfilippo.
Sin
embargo,
el
Beto
hasta
terminó
sin
ser
titular
y
aportando
lo
que
podía
cuando
tenía
su
chance.
Y
en
su
haber
quedaron
dos
goles
para
dos
victorias
ante
River
en
el
Monumental.
En
1994,
la
vuelta
de
César
Menotti
al
banco
xeneize
trajo
de
camino
de
regreso
a
Fabián
Carrizo.
El
volante,
producto
de
las
inferiores
de
Boca,
había
quedado
relegado
a
comienzos
de
la
década
y
se
convirtió
en
un
baluarte
azulgrana.
En
la
vuelta
a
su
primer
hogar,
se
consolidó
y
se
dio
el
gusto
de
ser
el
5
del
equipo
que
vivió
la
vuelta
de
Diego
Maradona
al
club.
Su
final
se
daría
unos
meses
después,
con
la
llegada
de
Mauricio
Macri
a
la
presidencia
y
el
alejamiento
de
varios
referentes
como
él,
el
Beto
Márcico
y
el
Colorado
Mac
Allister.
Burrito
Rivero
junto
a
Riquelme,
compañeros
en
el
Boca
de
Falcioni.
Dos
campeones
de
América
Varios
años
después,
en
2002,
volvió
a
darse
un
pase
aunque
no
de
manera
directa
sino
luego
de
quedar
libre
de
Boedo.
Fue
el
caso
de
Raúl
Pipa
Estevez,
el
delantero
que
en
Boca
terminó
siendo
parte
de
la
Copa
Libertadores
que
ganó
el
club
con
la
vuelta
de
Carlos
Bianchi
en
2003.
Rodríguez
y
Riquelme.
En
2004,
justo
después
del
segundo
ciclo
del
Virrey,
en
una
operación
relámpago
llegó
Claudio
Morel
Rodríguez,
otro
que
se
volvió
referente
y
multicampeón
con
su
nueva
camiseta.
Incluso,
su
identificación
llevó
a
ser
hoy
uno
de
los
entrenadores
de
las
divisiones
inferiores
convocados
por
Riquelme
desde
la
conducción
del
fútbol
del
club.
Los
últimos
En
2011
-con
Falcioni
como
DT-
llegaba
Diego
Rivero,
en
una
operación
que
incluyó
la
salida
de
Matías
Giménez
en
el
sentido
opuesto.
El
Burrito
se
ganó
un
lugar
en
el
campeón
invicto
de
ese
año
y
a
la
gente
de
Boca
por
su
entrega
y
aquella
jugada
que
terminó
en
gol
de
Santiago
Silva
en
el
epílogo
de
una
serie
de
Copa
Libertadores
en
el
Maracaná,
con
el
Xeneize
eliminando
a
Fluminense
en
su
casa.
Sobre
Juan
Ramírez
y
Óscar
Romero
ya
no
hay
que
hacer
tanta
memoria:
el
volante
se
sumó
tras
una
fuerte
resistencia
de
San
Lorenzo
por
negociarlo
(se
bajó
por
su
propia
decisión
de
una
concentración),
mientras
que
el
paraguayo
tuvo
un
tiempo
en
el
que
buscó
club
estando
libre
antes
de
recalar
en
el
Xeneize.
Con
titulos
ganados
y
no
mucho
aporte,
ninguno
dejó
una
marca,
y
eso
que
Ramírez
todavía
sigue
en
Boca.
¿Quién
será
el
próximo?
Seguramente
Martegani
no
sea
el
último,
pero
lo
cierto
es
que
las
despedidas
que
reciben
los
jugadores
de
San
Lorenzo
antes
de
llegar
a
Boca
no
son
las
mejores.
Y
-al
menos
hasta
acá-
no
hubo
muchos
casos
donde
hayan
tenido
éxito
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