Nuevo miércoles y tenemos visita obligada a la lejana galaxia de Star Wars con un nuevo episodio de ‘The Mandalorian‘. El primer acto de la temporada 3 se está centrando en la redención de Din Djarin (Pedro Pascal) y hemos llegado a un punto bastante interesante en su travesía con Grogu y Bo-Katan (Katee Sackhoff).
Por cierto, a partir de aquí spoilers de ‘El converso’, el episodio 3×03 de ‘The Mandalorian’.
Como curiosidad, decir que nos encontramos con el episodio más largo de la serie hasta el momento, con unos 58 minutos de metraje total. Tiempo de sobra para juntar dos historias en una: la primera es la principal de la serie, con Din Djarin recuperándose después de ser rescatado de las aguas vivas. Preguntado por Bo-Katan, que vio a un myhtosaurio, este responde que no vio nada en las profundidades.
No se da mucha importancia porque «ya estaría», así que abandonan el planeta rumbo a Kalevala solo para ser perseguidos por un escuadrón de Tie-Fighters y ser testigos de la destrucción del palacio de Bo-Katan. Ante la evidente inferioridad numérica, no hay más remedio que huir.
Esto ya no es el Imperio
Su rumbo nos es desconocido (aunque lo intuimos) porque la parte central del episodio nos lleva a la segunda historia… y a Coruscant. En la capital de la todavía en pañales Nueva República volvemos a encontrarnos con un viejo conocido: Penn Pershing. El jefe científico de Moff Gideon interpretado por Omid Abtahi. Como «resto» del Imperio, el científico se ha acogido a un programa de amnistía en la ciudad.
En «la vivienda», donde recibe el nombre de L52, hará buenas migas con G68 (Katy M O’Brian) antigua operadora de comunicaciones de la misma nave de Gideon. Poco a poco, irán forjando amistad en lo que el científico empieza a ver que no todo es como había imaginado y, a pesar de que repitan que «esto no es el Imperio» como un mantra no termina de verlo del todo.
Por un lado, no le hace gracia que en la Nueva República estén desmantelando todo material imperial, ya que todavía sirve. Por el otro, le gustaría seguir haciendo su investigación en el campo de la genética y la clonación… pero pronto se dará de bruces ya que está totalmente prohibido.
El Andorloriano
De esta manera Noah Kloor y Jon Favreau parecen acercarse a lo que hizo especial ‘Andor‘ para ofrecernos un vistazo de lo que pasa en los entresijos de la Nueva República. No estamos, desde luego, sumergiéndonos en el género de thriller… pero sí que es bastante agradecido que volvamos a empaparnos de las calles, de las burocracias y de oficinas gubernamentales.
El punto culmen nos lleva a una escapada de Pershing y G68, quien desvela que se llama Elia Kane, al desguace, a las tripas de una nave imperial para rescatar un laboratorio portátil. Saliendo de ahí se producirá una traición de ella hacia él, quien se ve sometido a un tratamiento de reconducción mental no demasiado diferente a lo que se usaba en los días del Imperio.
El por qué exactamente de esta traición o el grado de colaboración de Kane con el programa Amnistía se queda sin responder. Teniendo en cuenta que en cuanto no está bajo supervisión, decide freír más el cerebro al científico, se puede teorizar sobre si hay cierta venganza o ha habido más historia común en el pasado de lo que nos dejan ver.
Con estas teorías pululando en la cabeza, el episodio termina con Din y Bo-Katan volando al escondrijo secreto de los mandalorianos, donde se oficializa el regreso al camino del Mandalore no solo de nuestro personaje, sino también de la «apartada», ya que se considera que las aguas vivas suponen una redención automática. Acogidos de nuevo, comienza un nuevo acto para la temporada.
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