«No puedo creer que haya hecho eso». Henry Cavill confiesa que su momento más icónico en ‘Misión: Imposible – Fallout’ fue fruto de la improvisación… y el dolor muscular

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No tendría que dar muchas vueltas a la cabeza para acudir directamente a ‘Misión: Imposible – Fallout’ si me pidiesen elegir una película de acción reciente que recomendar prácticamente a ciegas; y es que su director Christopher McQuarrie parece haber encontrado la fórmula perfecta para equilibrar suspense, espectáculo y acción de primerísimo nivel con una franquicia que ha alcanzado unos niveles realmente inesperados. 

El momento cumbre

Puede que, entre setpieces de auténtico vértigo y las habituales locuras de un Tom Cruise que parece no tener demasiado aprecio a la vida, mi pasaje favorito de todo el largometraje sea la pelea de los lavabos en la que el protagonista y un Henry Cavill imponente contra el especialista Liang Yang. Una muestra impecable de narrativa implementada en la acción, de montaje y de realización.

Pero si algo destaca entre toda esa ensalada de tortas, mobiliario destruido y huesos rotos, es el ahora famoso movimiento de «recarga» de biceps que efectúa Cavill tras quitarse la chaqueta y volver a ponerse puños a la obra después de quedar momentáneamente fuera de combate. Un gesto que luce a las mil maravillas y que, sorprendentemente, fue fruto de la improvisación… y del dolor muscular.

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Así lo ha contado el actor en el podcast Happy Sad Confused.

«No había nada parecido [en el guión]. Era una escena de lucha bastante intensa. De hecho, estuvimos rodándola durante más o menos tres semanas en el plató, que es mucho tiempo en comparación con cosas como ‘The Witcher’ donde sólo tienes un día. Todo empieza a doler bastante porque hay muchos movimientos repetitivos, y los tendones de mi biceps se empezaban a resentir, así que tuve que calentarlos antes de lanzar puñetazos. Haría literalmente eso para calentarlos. Lo hice una vez y pensé, ‘Oh, Dios, probablemente haya parecido muy estúpido, no puedo creer que haya hecho eso’. Dije, ‘Lo siento, McQ, no volveré a hacerlo’, y el está en plan, ‘¿Hacer qué? Okay, da igual, vamos otra vez’. Después hice otra toma sin hacerlo y él se pone en plan, ‘¿Por qué no has hecho… esa cosa? Estuvo muy bien’. Yo le dije, ‘Eso estuvo BIEN?’, y el dijo, ‘Sí, definitivamente, hazlo’. Así que lo hicimos».

La magia del cine… y de los tendones doloridos.