Se menciona de forma repetitiva, casi como una convención inevitable, la inspiración que ‘Lost’ supone para ‘The A-List’, serie de BBC abiertamente orientada al público juvenil y que narra las vicisitudes de un grupo de chavales (con comportamientos muy propios de chavales) que investigan una serie de sucesos extraños, claro, en una isla.
Podría decirse, sin embargo, que todas las similitudes terminan ahí, con un grupo de protagonistas que no se conocen entre sí y que llevan cada uno su secreto a cuestas, un tropo heredado del whodunit y que ha sido reformulado en tantas ocasiones que resulta absurdo responsabilizar de ello a ‘Lost’. En cuanto a la propia isla, ‘Escuela de robinsones’ de Julio Verne ya era un protolost (además de ‘La isla misteriosa’, claro), y en televisión ‘La isla de Gilligan’ ya explotó el concepto en clave ligera.
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Hay elementos de ‘Lost’ que aparecen en ‘The A-List’, claro, pero sobre todo porque los resortes de género popularizados por la serie de JJ Abrams y Damon Lindelof aún colean. Sin embargo, ‘The A-List’ juega más a encandilar al público adolescente, y trufa su desarrollo de desplantes amorosos, de declaraciones de popularidad e influencia por encima de cualquier otro valor, de primeras experiencias a muchos niveles, de ausencia de adultos y de una constante atmósfera de mutación, cambio y desconcierto. Aquí haciendo malabares con suavísimos elementos sobrenaturales.
De hecho, a lo que realmente se acerca ‘The A List’ es a los juegos de poder de ‘Heathers’ o, sobre todo, ‘Chicas malas’, pero con menos ojo clínico para el retrato de las dinámicas sociales de instituto (tampoco es su intención). Aquí conoceremos a Mia (Lisa Ambalavanar), una atractiva adolescente que llega a un campamento de verano en una isla donde es consciente de que rápidamente se convertirá en la más popular.
Eso es hasta que aterriza Amber (Ellie Duckles), claro, una enigmática rubia que pronto se convierte en la reina abeja del campamento, y de la que solo Mia parece percatarse de sus malas artes manipulativas… acompañadas de una inquietante habilidad para transformar a su antojo las percepciones de quienes la rodean. Por supuesto, ese es solo el principio de los misterios de la isla: voces enigmáticas, apariciones inexplicables… y apocalipsis hormonal.
‘The A-List’: La isla de los monstruos
Modesta y desenfadada, ‘The A-List’ tiene el desparpajo propio de las mejores ficciones young adult, capaces de tomarse muy en serio su propio disparate, pero también de ironizar sobre ello. Por ejemplo, en un momento en el que se desencadena algún diálogo de revelaciones traumáticas, uno de los personajes corta en pocos segundos la deriva de la conversación a la orden de «suficiente drama adolescente por hoy». Y las citas metareferenciales bienhumoradas están a la orden del día, de ‘Carrie’ a la citada ‘Chicas malas’, en algún caso de forma frontal.
En cualquier caso, estamos lejos de ‘El señor de las moscas’, la otra obvia referencia pre-Lost de ‘The A-List’. Aunque los sucesos que se narran aquí sacarían de quicio a cualquier persona sensata (de citas románticas frustradas por la brujería a baños en pintura roja por un quítame allá ese traje de lentejuelas), esta banal pero consistente producción (bien dialogada, muy certera en su descripción de personajes) nunca pierde de vista a su público objetivo, eminentemente juvenil. Y por ello, el trauma se convierte a menudo en giro insensato y huida hacia adelante.
Sus guionistas (Dan Berlinka y Nina Metivier) tienen experiencia en series de BBC como alguna temporada reciente de ‘Doctor Who’, y se nota. El humor afilado pero para todos los públicos, la aparente capa de intrascendencia bajo la que subyacen algunas ideas potentes y su honesto y juguetón sentido de la aventura son los grandes valores de una serie que solo quiere proporcionar diversión sin mayores complicaciones. Objetivo más que conseguido.