Tras
dos
explosiones
consecutivas
a
principios
de
año,
SpaceX
ha
recibido
permiso
del
gobierno
estadounidense
para
el
noveno
vuelo
de
prueba
de
Starship,
que
acaba
de
anunciar
para
la
noche
del
martes
27
de
mayo.
La
compañía
ha
detallado
los
cambios
en
la
nave
y
las
causas
del
fallo
anterior.
¿A
la
tercera
va
la
vencida?
Los
técnicos
de
Starbase
han
estado
trabajando
frenéticamente
para
implementar
mejoras
en
el
prototipo
que
volará
en
la
novena
misión
de
prueba
del
programa
Starship.
Este
intento
llega
tras
dos
fracasos
consecutivos
de
una
nueva
versión
de
la
nave,
conocida
como
Starship
Block
2.
SpaceX
ha
completado
incontables
pruebas
en
tierra.
Tras
avanzar
en
la
investigación
del
vuelo
anterior
y
con
la
autorización
de
la
Administración
Federal
de
Aviación
(FAA)
en
mano,
todo
está
listo
para
que
el
cohete
más
grande
del
mundo
vuelva
a
surcar
los
cielos.
Si
no
hay
contratiempos,
la
ventana
de
lanzamiento
se
abrirá
el
martes
27
de
mayo
a
las
18:30,
hora
local
de
Texas
(01:30
de
la
madrugada
del
miércoles
28
en
horario
peninsular
español).
Problema
resuelto.
En
los
dos
vuelos
anteriores,
que
tuvieron
lugar
en
enero
y
marzo,
Starship
tuvo
un
final
prematuro
y
explosivo:
los
motores
de
la
etapa
superior
se
apagaron
antes
de
tiempo,
la
nave
perdió
el
control
y
acabó
desintegrándose
en
la
atmósfera
superior,
esparciendo
sus
restos
cerca
de
las
Bahamas
y
las
Islas
Turcas
y
Caicos.
Un
duro
golpe
para
SpaceX,
que
había
solicitado
permiso
para
25
vuelos
de
prueba
de
Starship
al
año.
La
investigación
del
vuelo
de
enero,
supervisada
por
la
FAA,
determinó
que
el
fallo
en
vuelo
se
había
originado
por
una
fuga
de
oxígeno
líquido
y
el
consecuente
incendio
en
el
compartimento
de
motores
de
la
nave,
causados
por
vibraciones
más
intensas
de
lo
previsto.
Aunque
SpaceX
realizó
ajustes
para
el
vuelo
de
marzo,
la
nave
volvió
a
fallar,
dando
lugar
a
interminables
rumores
sobre
un
error
de
diseño
en
la
versión
2
de
Starship,
ligeramente
más
alta
y
con
un
nuevo
sistema
de
alimentación
de
combustible.
Los
hallazgos
de
la
investigación,
recién
publicados,
revelan
que
el
segundo
incidente
no
tuvo
relación
con
el
primero,
y
que
el
problema
de
las
vibraciones
había
quedado
resuelto
antes
del
vuelo
8.
Qué
falló
en
el
vuelo.
Según
la
investigación
del
vuelo
de
marzo,
supervisada
por
la
FAA,
la
causa
más
probable
de
la
pérdida
de
la
nave
fue
un
fallo
de
hardware
en
uno
de
sus
tres
motores
Raptor
2
centrales.
El
fallo
provocó
una
mezcla
e
ignición
accidental
de
propelente,
lo
que
causó
una
explosión.
Inmediatamente
después
de
la
explosión,
los
otros
dos
motores
centrales
y
un
motor
Raptor
de
vacío
se
apagaron,
haciendo
que
Starship
perdiera
nuevamente
el
control.
SpaceX
cree
que
el
sistema
de
terminación
de
vuelo
se
activó
después
de
que
perdiera
las
comunicaciones
con
la
nave,
asegurando
su
desintegración.
Las
mejoras.
Puesto
que
el
problema
de
las
vibraciones
ya
había
quedado
solucionado
con
las
mitigaciones
implementadas
de
cara
al
vuelo
8,
SpaceX
se
ha
centrado
ahora
en
los
motores
de
la
etapa
superior
de
Starship,
que
han
recibido
refuerzos
en
juntas
clave,
un
nuevo
sistema
de
purga
de
nitrógeno
y
mejoras
en
el
sistema
de
drenaje
de
propelente.
Es
una
solución
temporal
que
dejará
de
ser
necesaria
tras
la
introducción
del
motor
Raptor
3,
que
tiene
un
diseño
más
minimalista
con
la
integración
de
varios
componentes
e
incluye
mejoras
de
fiabilidad
para
abordar
este
este
tipo
de
fallos.
De
todos
modos,
la
FAA
da
por
buenos
los
cambios
en
los
Raptor
2,
destacando
que
SpaceX «ha
abordado
satisfactoriamente
las
causas
del
percance
del
vuelo
8».
Puesta
a
punto.
Hace
unos
días,
la
compañía
completó
con
éxito
un
encendido
estático
de
larga
duración
de
los
seis
motores
de
Starship
35,
el
prototipo
que
usará
en
el
noveno
vuelo.
Esta
prueba
ha
sido
un
escollo
importante
de
cara
al
vuelo
9
porque
la
nave
necesitó
varios
intentos
para
completarlo.
En
un
primer
intento
a
principios
de
mayo,
uno
de
los
motores
emitió
un
fuerte
destello
y
parte
de
su
material
salió
volando.
Tras
el
encendido
exitoso,
la
Ship
35
volvió
a
las
instalaciones
de
producción
para
los
preparativos
finales;
presumiblemente,
la
carga
de
maquetas
de
satélites
Starlink
y
retoques
en
su
escudo
térmico.
Cómo
será
el
vuelo
9.
El
perfil
del
vuelo
de
la
semana
que
viene
será
muy
similar
al
de
los
intentos
fallidos,
pero
con
varios
hitos
importantes.
El
cohete
Super
Heavy
que
impulsará
la
nave,
el
Booster
14,
será
el
primero
en
ser
reutilizado
tras
su
vuelo
anterior
de
enero,
en
el
que
ascendió
hasta
el
borde
del
espacio,
se
separó
de
la
nave
Starship
y
regresó
a
la
plataforma
de
lanzamiento
para
ser
atrapado
en
el
aire
por
sus
brazos
mecánicos.
29
de
los
33
motores
del
propulsor
son «de
segunda
mano»,
aunque
se
les
realizaron
inspecciones
exhaustivas
y
se
les
reemplazaron
componentes
de
un
solo
uso
(como
el
escudo
térmico
ablativo).
Eso
sí,
esta
vez
no
se
recuperará:
el
Booster
14
maniobrará
directamente
sobre
el
mar
para
probar
un
perfil
de
vuelo
más
arriesgado,
con
un
giro
rápido
tras
la
separación
de
etapas,
un
ángulo
más
agresivo
en
el
descenso
y
un
motor
deliberadamente
apagado
en
la
maniobra
de
amerizaje.
En
cuanto
a
la
Starship
35.
La
nave,
por
su
parte,
alcanzará
más
de
160
kilómetros
de
altitud
y
demostrará
por
primera
vez
el
despliegue
de
carga,
lanzando
ocho
simuladores
de
Starlink
con
su
sistema
inspirado
en
los
dispensadores
de
caramelos
Pez.
Una
hora
después
del
despegue,
reentrará
sobre
el
océano
Índico
para
realizar
un
amerizaje
controlado.
Más
allá
de
superar
los
problemas
anteriores,
uno
de
los
objetivos
pendientes
es
probar
el
rendimiento
del
escudo
térmico
mejorado
de
la
Starship
Block
2,
que
será
crucial
para
poder
reutilizar
la
nave.
Los
fallos
previos
impidieron
que
el
cohete
llegara
al
punto
donde
este
escudo
entra
en
juego:
la
reentrada.
SpaceX
ha
eliminado
un
número
significativo
de
losetas
térmicas
para
probar
áreas
vulnerables.
En
el
vuelo
9
probará
nuevas
losetas
metálicas
(una
de
ellas
con
refrigeración
activa)
y
nuevos
accesorios
de
captura
para
futuros
aterrizajes.
También
se
pondrán
a
prueba
durante
la
reentrada
los
alerones
nuevos
de
la
nave.
Los
aviones
estarán
más
lejos
esta
vez.
A
pesar
del
voto
de
confianza
en
SpaceX,
la
FAA
ha
impuesto
algunas
condiciones,
como
la
ampliación
de
las
zonas
de
exclusión
aérea,
tanto
en
Estados
Unidos
como
en
otros
países.
La
zona
de
peligro
para
aeronaves
se
extenderá
1.600
millas
náuticas
hacia
el
este
desde
Starbase,
atravesando
el
estrecho
de
Florida
hasta
llegar
a
las
Bahamas
y
las
Islas
Turcas
y
Caicos,
donde
se
desintegraron
las
naves
anteriores.
Esta
medida
afectará
a
175
vuelos
en
más
de
70
rutas
aéreas,
causando
retrasos
de
unos
40
minutos;
pero
si
SpaceX
vuelve
a
lograr
una
racha
de
vuelos
exitosos,
es
probable
que
las
zonas
de
exclusión
se
reduzcan
de
nuevo.
Las
próximas
semanas
serán
cruciales
para
Starship.
El
éxito
del
vuelo
9
no
solo
significaría
superar
los
recientes
fracasos,
sino
dar
un
respiro
a
la
NASA,
que
espera
una
Starship
lunar
para
transportar
astronautas
desde
la
órbita
a
la
superficie
de
la
Luna
en
2027.
Imagen
|
SpaceX