Un
equipo
de
investigadores
de
Japón
escaneaba
debajo
de
la
superficie
de
arena
en
un «área
en
blanco»
del
cementerio
occidental
de
Giza
junto
a
la
Gran
Pirámide
de
Keops.
Habían
dado
con
algo
sorprendente:
una
antigua
estructura
egipcia
en
forma
de
L
subterránea.
Aquel
hallazgo
sigue
envuelto
en
el
misterio,
porque
quedó
empequeñecido
con
otro
estudio
que
había
descubierto
algo
fascinante:
la
Gran
Pirámide
de
Guiza
no
tiene
cuatro
lados,
y
eso
explicaba
su
longevidad.
Una
maravilla
con
truco.
Durante
milenios,
la
Gran
Pirámide
de
Guiza
ha
sido
celebrada
como
el
epítome
de
la
geometría
perfecta:
cuatro
imponentes
caras
triangulares
convergiendo
en
un
ápice
majestuoso.
Sin
embargo,
un
detalle
estructural
insospechado
había
permanecido
oculto
a
simple
vista:
la
pirámide
no
tiene
cuatro
lados,
sino
ocho.
Cronología.
No
estamos
locos.
La
revelación,
confirmada
por
observaciones
aéreas
e
investigaciones
modernas,
apunta
a
una
concavidad
en
el
centro
de
cada
cara,
una
que
es
invisible
desde
tierra,
pero
detectable
bajo
ciertas
condiciones
de
iluminación
o
desde
el
cielo/espacio.
El
primero
en
percatarse
de
algo
fue
el
piloto
británico
P.
Groves
en
1926,
cuando
captó
una
imagen
aérea
que
revelaba
una
sutil
pero
decisiva
verdad
geométrica.
Cada
una
de
las
cuatro
caras
aparentes
de
la
pirámide
presenta
una
hendidura
central
desde
la
base
hasta
la
cúspide,
lo
que
convierte
su
planta
en
una
figura
de
ocho
lados,
no
en
una
cuadrangular.
Ya
en
1940,
el
egiptólogo
Flinders
Petrie,
al
analizar
ilustraciones
históricas,
notó
una
línea
hueca
a
lo
largo
de
cada
cara
de
la
pirámide.
Décadas
después,
expertos
como
I.
E.
S.
Edwards
y
más
recientemente
el
matemático
Akio
Kato
respaldaron
esta
hipótesis
en
sus
trabajos,
señalando
que
los
bloques
de
piedra
fueron
dispuestos
con
una
leve
inclinación
hacia
el
centro,
creando
una
sutil
y
casi
imperceptible
depresión
longitudinal.
Kato
describió
la
Gran
Pirámide
no
como
una
pirámide
cuadrada,
sino
como
una
pirámide
octogonal
cóncava.

Una
de
las
primeras
imágenes
donde
se
apreció
la
depresión
(tomada
por
Groves)
Una
hazaña
de
ingeniería.
Lo
curioso
de
la
historia
es
que,
lejos
de
ser
una
anomalía
estética,
estas
hendiduras
apuntan
a
cumplir
una
función
estructural
vital.
Según
el
estudio
de
Kato,
las
capas
inclinadas
junto
a
una
base
reforzada
permiten
que
el
núcleo
de
la
pirámide
se
compacte
y
fortalezca
con
el
tiempo,
resistiendo
así
la
compresión
gravitacional,
los
sismos
y
las
tormentas,
incluso
después
de
haber
enfrentado
más
de
500
episodios
de
lluvias
intensas
en
4.500
años.
Dicho
de
otra
forma:
esta
característica
habría
sido
clave
para
asegurar
la
estabilidad
a
largo
plazo
de
una
estructura
de
tamaño
colosal
expuesta
a
condiciones
extremas,
y
posiblemente
no
fuera
un
mero
efecto
secundario
de
la
construcción,
sino
una
sofisticada
estrategia
arquitectónica.
Entre
intensión
y
accidente.
Sin
embargo,
no
todo
en
la
Gran
Pirámide
responde
al
plan
maestro
de
una
civilización
infalible.
A
lo
largo
de
sus
corredores
y
cámaras
selladas
se
han
hallado
espacios
abandonados
que
podrían
haber
resultado
inestables
durante
la
construcción,
lo
que
deja
abierta
la
posibilidad
de
que
la
singular
concavidad
haya
sido,
en
parte,
el
resultado
de
ajustes
improvisados
más
que
de
un
diseño
completamente
premeditado.
Qué
duda
cabe,
la
ambigüedad
no
resta
mérito
a
los
antiguos
constructores,
sino
que
subraya
su
pragmatismo:
modificar
el
curso
cuando
las
condiciones
lo
exigían,
e
incorporar
lo
accidental
como
parte
de
la
estructura
duradera.
Lo
que
esconde
la
geometría.
En
definitiva,
que
su
verdad
matemática
haya
permanecido
oculta
a
simple
vista
durante
milenios
resalta
una
lección
esencial
sobre
la
Gran
Pirámide:
sigue
revelando
secretos
a
pesar
de
su
fama
universal.
Lo
que
parecía
ser
una
figura
geométrica
elemental
se
convierte,
bajo
una
nueva
mirada
desde
el
aire,
en
una
muestra
de
complejidad
invisible,
y
de
decisiones
técnicas
tan
avanzadas
que
hoy
aún
nos
desconciertan.
La
revelación
de
su
forma
octogonal
cóncava
no
solo
desafía
nuestras
nociones
preconcebidas,
sino
que
reafirma
la
fascinación
que
siempre
acompaña
a
Guiza,
una
pirámide
que,
hasta
donde
sabemos
(y
no
descartamos
nuevas
sorpresas),
es
una
rareza
geométrica
única
en
su
especie.
Imagen
|
Douwe
C.
van
der
Zee
En
Xataka
|
Egipto
tiene
un
problema
con
sus
pirámides:
cuando
los
turistas
descubren
lo
que
hay
vuelven
traumatizados