Soy historiadora del arte y esto es lo que no recomiendo a nadie hacer para visitar museos como El Prado o el Louvre

0
28

No
te
quieres
ir
de
Madrid
sin
visitar
el
Prado.
Vas
a
París
y
tienes
clarísimo
que
el
Louvre
está
en
tu
itinerario.
¿Cómo
vas
a
ir
a
Ámsterdam
sin
pasar
por
el
Rijksmuseum?
Ir
a
Londres
sin
sacar
entradas
para
el
British
o
la
National
Gallery
parece
un
crimen.

Me
apasiona
la
historia
del
arte
en
todas
sus
formas.
Y
esa
pasión
comenzó
a
brotar
antes
incluso
de
saber
que
me
matricularía
en
la,
todavía
entonces,
licenciatura
correspondiente,
lo
que
me
llevó
a
cometer

un
error
que
hoy
no
recomiendo
a
nadie
.
Salvo
que
seas,
también,
un
poco
friki
de
esta
disciplina,
porque
entonces
sufrirás
y
disfrutarás
a
partes
iguales
del
empacho
de
un
museo.

Llámalo

empacho
,
atracón,
hartura,
sobredosis
o,
simplemente,

exceso
.
Admitámoslo:
casi
todos
los
grandes
y
más
famosos
museos
de
arte
son
monstruos
de
dimensiones
a
todas
luces
excesivas.
Al
menos,
en
su
labor
divulgativa
y
expositiva,
inaccesibles
para
el
público
general.
Sí,
se
puede
visitar
el
Museo
del
Prado
de
pe
a
pa
en
un
solo
día,
incluyendo
las
exposiciones
temporales,
pero
el
riesgo
de

salir
odiando
el
arte

hasta
las
entrañas
es
más
que
alto.
Con
dolor
de
riñones
y
piernas
de
regalo.

Louvre

Louvre

El
turismo
masivo
no
solo
colapsa
las
calles
de
las
grandes
ciudades,
inunda
playas
y
abarrota
pueblos
pintorescos
reconvertidos
en
parques
temáticos.
Los
grandes
museos
también
sufren
esta

turistificación
,
un
fenómeno
que
no
es
nuevo
pero
que
se
ha
ido
agudizando
en
los
últimos
años
hasta
límites
casi
insostenibles.
No
parece
haber
una
solución
sencilla,
pero
como
público

podemos
hacer
que
la
experiencia
sea
más

soportable

sin
renunciar
a
visitarlos.

Consejos
para
viajar
seguro
este
verano

Por
qué
acudimos
en
masa
a
algunos
museos

Los
estudios
de
público
comenzaron
a
realizarse
ya
a
comienzos
del
siglo
XX
cuando,
superado
el
concepto
enciclopedista
de
museo
como
almacén,
se
hizo
evidente
la
necesidad
de
adaptarlos
para

divulgar
y
difundir
sus
colecciones
.
Las
nuevas
clases
medias
también
acudían
a
los
museos
y
ya
no
solo
con
mero
fin
contemplativo,
había
nuevas
exigencias
de
educación,
formación
y
ocio.


Conocer
a
los
visitantes
,
cómo
son,
de
dónde
vienen,
por
qué
van
a
unos
museos
y
a
otros
no,
con
quién
o
quiénes,
qué
esperan
de
la
visita,
qué
les
ha
parecido,
si
repiten…
son
datos
cruciales
para
que
cada
centro
pueda
adaptarse
a
las
necesidades
y
demandas.
Porque,
a
pesar
de
la
heterogeneidad,
la
mayoría
de
visitantes
comparten
características
comunes
que,
sin
embargo,
se
rompen
por
completo
en
las
estrellas
mediáticas
del
universo
museístico.

Es
un
hecho:

acudimos
en
masa

como
hormigas
a
la
miel
a
las
grandes
pinacotecas,
centros
de
arte
y
museos
más
famosos,
mientras
que
otros
centros
tienen
que
luchar
para
atraer
al
público.
El
Museo
del
Prado,
el
Louvre,
los
Uffizzi,
los
Museos
Vaticanos,
la
National
Gallery
o
el
British
Museum
son
monstruos
que
agotan
entradas
y

forman
colas
kilométricas

todos
los
meses
del
año.
Y
basta
con
observar
esas
colas
para
comprobar
que
es
un
público
de
lo
más
variado,
con
una
motivación
común:
van
a
ese
museo
porque

es
lo
que
hay
que
hacer

en
esa
ciudad.

Como
el
último
restaurante
de
moda,
hay
museos
que

fagocitan
la
atención

mediática
solo
porque
sí,
porque
están
en
la
ruta
de
actividades
turísticas
imprescindibles,
como
si
fuera
obligatorio
pasar
por
ellos
al
menos
una
vez
en
la
vida.
Y
cada
museo
tiene
sus
propias
estrellas, «obras
maestras»
que
viven
entre
una
marabunta
constante
de
visitantes
que

se
agolpan
alrededor

haciendo,
si
les
dejan,
miles
de
fotos
para
dejar
constancia
de
que
han
estado
ahí.

El
problema
es
que,
una
vez
marcado
el

check
,
mucha
gente
se
somete
a
una
tortura
absurda
que
la
mayoría
de
veces
no
merece
la
pena,
el
empeñarse
en
recorrer
todas
y
cada
una
de
las
salas.

Cómo
visitar
los
grandes
museos
sin
morir
en
el
intento

Tomemos
el
Museo
Nacional
del
Prado
como
ejemplo
válido
para
cualquier
gran
centro
museístico
de
dimensiones
y
afluencia
similares.


Primer
paso
:
infórmate
antes.
En
la
página
web
viene
toda
la
información
necesaria
para
no
llevarte
sustos
o
decepciones,
tanto
en
horarios
como
accesos,
tarifas
y
acontecimientos
especiales.
La
mayoría
de
museos
ofrecen
información
básica
en
varios
idiomas
y
también
recomendaciones
específicas
para
que
la
visita
sea
lo
más
placentera
posible.


Segundo
:
comprueba
las
exposiciones
temporales.
¿Te
interesan
de
verdad?
Si
no
es
así,
te
las
puedes
ahorrar,
pues
solo
alargarán
aún
más
la
visita.
Puede
ocurrir
lo
contrario,
que
te
atraigan
mucho
más
que
la
colección
permanente
del
museo;
esto
facilita
mucho
las
cosas.
Si
quieres
ver
ambas,
considera
adquirir
entradas
combinadas
y
prioriza
lo
que
te
atraiga
más,
porque
estarás
mucho
más
cansado
para
ver
la
segunda.


Tercer
y
último
paso
:
haz
tu
propio
recorrido.
Este
es
el
punto
crucial.
No
tienes
que
ver
TODO.
No
hace
falta,
de
verdad.
No
pienses
en
amortizar
el
coste
de
la
entrada
o
en
aprovechar «ya
que
estoy
aquí».
Salvo
que
tengas
interés
genuino,
quizá
por
tu
formación
o
profesión,
es
poco
probable
que
te
interese
pasar
por
todas
las
salas
y
ver
todas
las
obras.

National

National

Las
grandes
pinacotecas
suelen
arrancar
sus
colecciones
con
obras
de
la
Alta
Edad
Media,
esto
es,
multitud
de
retablos,
tapices
y
piezas
de
temática
religiosa
que,
salvo
piezas
muy
concretas,
causan
el
efecto
de

parecer
todas
iguales

en
el
público
general.
Y,
peor
aún,
dejan
la
atención
dañada
para
cuando
se
pasa
a
las
salas
más
interesantes.

Utiliza
los
recursos
del
centro
para
hacer

tu
lista
de
piezas
imprescindibles
,
seleccionando,
por
ejemplo,
autores,
épocas,
estilos
o
asuntos
específicos.
Si
estás
perdido,
puedes
aprovechar
los
filtros
temáticos
que
tienen
prediseñados
muchos
museos,
como
el
Prado,
que

permite
filtrar
sus
colecciones

por
temáticas
como
dioses
mitológicos,
oficios
y
profesiones
o
incluso
desnudos.


Louvre

Louvre



Plano
del
Museo
del
Louvre.

Las
propuestas
de
visitas
en
función
de
la
duración
aproximada
son
también
muy
recomendables,
como,
por
ejemplo,

las
que
ofrece
el
Louvre
,
con
un

recorrido
de
90
minutos

por
sus
obras
maestras
que
suelen
ser
las
que
más
interés
despiertan
entre
el
público.
Casi
todos
los
museos
grandes
ya
tienen
esta
visita
lista,
y
si
no
la
encuentras
en
su
web,
puedes

preguntar

sin
miedo
al
personal
del
museo,
casi
siempre
estarán
encantados
de
ayudar
y
orientarte.

Una
vez
hayas
marcado
en
tu
lista
las
piezas
clave
-que
no
tienen
por
qué
ser
a
las
que
acude
todo
el
mundo-,
puedes
dedicar
el
resto
de
tu
tiempo
a
aquellas

salas
que
más
te
atraigan

sin
tener
que
pasar
por
las
que
te
dan
igual.
¿Te
interesan
de
verdad
las
artes
decorativas
y
las
joyas?
¿O
prefieres
contemplar
obras
de
la
antigüedad
mesopotámica?
¿Seguro
que
la
Mona
Lisa
merece
el
esfuerzo
de
pegarse
con
multitudes
y
hacer
cola
para
sacarte
un
triste
selfie?

No
dejes
que
la
obsesión
por
verlo
todo

estropee
tu
visita

dejándote
agotado
física
y
mentalmente.
Hemos
convertido
el
acto
de
visitar
museos
en
una
maratón
que
deja
al
público
exhausto
aborreciendo
el
arte,
cuando
debería
ser
una
experiencia

placentera

y
enriquecedora.
Las
propias
instituciones
tienen
parte
de
la
culpa,
pero
también
nosotros
como
público
somos
responsables.

Imágenes
|

Unsplash
/Mika
Baumeister


Louvre

National
Gallery

En
DAP
|

Uno
de
los
museos
de
arte
contemporáneo
más
importantes
(y
nuevos)
de
Europa
está
en
Extremadura,
una
joya
por
descubrir

En
DAP
|

Esta
ciudad
medieval
valenciana
tiene
uno
de
los
castillos
palaciegos
más
bonitos
de
España
y
un
museo
único
en
el
mundo