Desde el embarazo, es importante contar con un círculo de apoyo que te acompañe, guíe y aconseje en tu nuevo camino hacia la maternidad. Y sin duda una de las personas clave que no pueden faltar en él, es tu ginecólogo.
Pero, ¿y si no es la persona ideal para acompañarte en tu embarazo? Quizás la solución no suene sencilla, pero sin duda es importante: si no te sientes cómoda o apoyada por tu ginecólogo, busca otro.
El papel del ginecólogo en el embarazo
El embarazo es una de las aventuras más grandes que podemos vivir como mujeres. Desde el primer día, comenzamos una transformación extraordinaria, en la que nuestro cuerpo empieza a formar una vida nueva dentro de nosotros, iniciando así, nueve meses de muchos cambios, síntomas y sensaciones nuevas.
En esta etapa, seguro tendremos muchas dudas y mucha emoción por experimentar todo lo que viene, pero también, es posible que tengamos algunos miedos e inseguridades. Aquí, es cuando entra nuestro ginecólogo.
Además de ser la persona experta que nos irá guiando por todos los cambios que notaremos con toda seguridad en nuestro cuerpo durante el embarazo, el ginecólogo también hará algunas veces de psicólogo o apoyo emocional para sentirnos más tranquilas en esta etapa de nuestras vidas.
Por eso, debemos elegir alguien con quien nos sintamos completamente cómodas hablando de todo lo relacionado con nuestro cuerpo, y con esto me refiero no solamente al embarazo, sino también a nuestra salud y vida sexual.
Un buen ginecólogo nos escuchará con atención, respeto y nos responderá de la misma manera, viendo siempre por la salud nuestra y de nuestro bebé, así como recomendándonos de forma objetiva las mejores opciones que tenemos para las diferentes decisiones que deberemos tomar.
Pero, ¿si no nos sentimos cómodas o escuchadas?
En un mundo ideal (y que esperamos pronto sea una realidad), todas las mujeres serían tratadas con respeto, empatía, paciencia y amabilidad por el personal médico, no sólo durante su embarazo, sino también, durante cada consulta de salud que tengan.
Sin embargo, es posible que no nos encontremos ante una personas que nos trate como nos gustaría o que no nos haga sentir en confianza, pues existen situaciones como el embarazo, en el que a pesar del renombre o profesionalismo, no nos sentimos completamente cómodas o tomadas en cuenta.
Como menciono al principio, quizás la solución no suene sencilla, pero si esto sucede, deberemos buscar una segunda opción y si nos sentimos mejor, cambiar de ginecólogo. Sé que no suena fácil, pero en una etapa tan importante como el embarazo, es esencial contar con alguien de confianza, que nos transmita tranquilidad y seguridad.
Mi experiencia cambiando de ginecóloga a medio embarazo
Hace algún tiempo, mientras te compartía algunos consejos para elegir al ginecólogo ideal para tu embarazo, te conté de mi experiencia personal. A lo largo de mi vida he tenido tres ginecólogas, dos de ellas durante mi único embarazo.
A pesar de que yo me sentía cómoda con la ginecóloga con la que inicié mi embarazo, ella no le dio importancia suficiente a los síntomas y molestias que yo sentía, lo que eventualmente me hizo buscar una segunda opinión y me detectaron una infección en vías urinarias, que de no haber sido atendida, pudo haber tenido graves consecuencias.
Después de ese momento, ya nada fue igual. Aunque siempre me trató con amabilidad y respeto, para mí fue algo que definitivamente ya no me hizo sentir tranquila y segura de continuar confiándole mi embarazo.
Posterior a eso, pedí recomendaciones y afortunadamente encontré una ginecóloga que no solo me trataba bien, sino que además tomó en cuenta cada pregunta y molestia que tuve en mi embarazo, haciéndome sentir como se supone que uno debe sentirse con su ginecólogo: feliz, segura, tranquila, cómoda, escuchada y respetada.
Así que si estás embarazada (o no), recuerda que no sólo es importante ir con un ginecólogo que sea buen médico, sino que también, te haga sentir valorada, apoyada y escuchada. Cambiar de ginecólogo no es fácil, pero es importante hacerlo, pues el embarazo es una etapa única, que debe disfrutarse y vivirse con el mejor acompañamiento.
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