La reforma del mercado laboral es uno de los retos pendientes. No es de ahora, hace tiempo que se debería haber afrontado para solucionar problemas crónicos que lastran la economía y la competitividad de las empresas. Pero tras la crisis del coronavirus se hace imprescindible. Incluso Europa demanda un plan que corrija determinados aspectos. Y uno de los aspectos ya anticipado por Nadia Calviño, es que la reforma del mercado laboral simplificará con solo tres tipos de contrato: estable, temporal y de formación.
Al menos eso parece desprenderse de las líneas maestras esbozadas para el nuevo Estatuto de los Trabajadores, incluidas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que se ha remitido al Congreso y se enviará a Bruselas antes de final de mes. Quizás el problema no es tanto cuántas modalidades de contrato hay sino el coste laboral de cada uno de ellos.
Se abusa de la temporalidad por diferentes factores. Uno de ellos es la acumulación de tareas en un determinado momento del año. El Gobierno quiere que las empresas que sufren estos picos de trabajo acumulados a lo largo del año en determinados meses puedan tener más flexibilidad interna sin necesidad de despedir u optar por un modelo laboral que prime la alta temporalidad. Para ello, se propone el ajuste del tiempo de trabajo ante caídas de la demanda cíclicas o extraordinarias y el acompañamiento de procesos estructurales de transición en sectores en reconversión.
Todo esto se negociará con los agentes sociales, de donde saldrán las bases del nuevo Estatuto de los Trabajadores. la cuestión es que muchas empresas no quieren ofrecer contratos estables porque si luego tienen que despedir tiene un coste añadido por las indemnizaciones. ¿Están dispuestos a que sean más bajas? ¿Van a ofrecer más facilidades para plantear un ERE llegado el caso?
Porque siendo sinceros para muchas empresas plantear ERTES de forma habitual dos o tres meses al año no creo que sea la solución, ni para los negocio ni para los trabajadores. Lo ideal es que el mercado de trabajo sea flexible, pero a la vez estable. Y tener ambas palabras juntas puede parecer una contradicción.
En todo caso lo que si es imprescindible es dotar al mercado laboral y a las empresas de un marco jurídico estable. Y para eso se requiere consenso, no solo con los agentes sociales, sino con el resto de partidos políticos, de forma que una cuestión de este tipo no se vuelva a poner en cuestión con el siguiente cambio de Gobierno y los sucesivos. No parece que este último aspecto se logre. Así volveremos a tener reforma de la contrarreforma laboral una y otra vez.