«Emosido
engañado»
o «vampiro
esisten»
no
son
sólo
dos
muestras
de
la
cultura
del
grafiti,
sino
también
una
manifestación
a
perpetuidad
del
pensamiento
de
un
individuo
en
un
momento
dado.
En
cualquier
ciudad
del
mundo
encontramos
una
pintada
en
una
pared
que
puede
ir
desde
la
obra
de
arte
más
increíble
que
hayamos
visto
hasta
una
escueta
frase
que
tiene
el
potencial
de
que
Internet
la
descubra
y
la
convierta
en
meme.
Seguro
que
el
que
escribió
el «no
reirse
de
los
subnormales
por
favor»
se
creía
la
monda,
pero
ni
él
ni
Banski
han
inventado
nada:
desde
hace
miles
de
años,
la
humanidad
lleva
plasmando
su
arte
y
sus
pensamientos
en
paredes
ajenas.
La
primera
representación
gráfica
de
Jesucristo
fue
un
grafiti
y
hasta
los
mayas
hacían
grafitis,
por
dar
dos
ejemplos
con
unos
cuantos
milenios
a
sus
espaldas.
Los
de
Pompeya,
sin
embargo,
son
para
que
protagonicen
una
asignatura
completa
en
la
carrera
de
Historia
del
arte,
ya
que
nos
habla
de
una
sociedad
y
sus
cuestiones
vitales.
Y
sobre
todo
nos
indica
que
el
sexo
y
el
erotismo
eran
tan
importantes
que
empujaban
a
los
pompeyanos
a
plasmar
su
pensamiento
a
toda
prisa
en
la
primera
pared
que
encontraran.
Como
dicen
los
estudios,
no
hemos
cambiado
nada
en
2.000
años.
Despecho,
amor
o
banalidades
varias
August
Mau
fue
un
historiador
de
arte
y
arqueólogo
alemán
que
se
obsesionó
con
Pompeya.
Si
algo
bueno
tuvo
el
Vesubio
(se
puede
decir,
ya
que
no
hay
pompeyanos
de
2.000
años
que
se
puedan
ofender)
es
que
muchas
de
las
estructuras,
murales
y
otros
elementos
quedaron
en
un
perfecto
estado
para
que,
siglos
después,
pudiésemos
descubrir
cómo
era
la
vida
tanto
en
Pompeya
como
en
Herculano.
Cada
poco
tiempo
descubrimos
habitaciones
con
pinturas,
elementos
de
época
y
hasta
papiros
calcinados
que
estamos ‘desenrollando’
gracias
a
las
últimas
tecnologías.
Mau
se
obsesionó
con
Pompeya
y
se
dedicó,
sobre
todo,
al
estudio
tanto
de
las
inscripciones
como
de
las
pinturas
murales.
Así,
acuñó
su ‘Pompeii:
It’s
Life
and
Art’,
que
todavía
sigue
teniendo
validez
académica,
un
libro
en
el
que
plasmó
sus
investigaciones.
Sin
embargo,
entre
murales
y
demás,
Mau
se
topó
algo
que
no
le
gustó
y
que
pudo
romper
su
burbuja
de
la
idealización
del
pompeyano
como
usuario
modelo,
culto
e
inmaculado.
Hablamos
del
grafiti,
algo
de
lo
que
Mau
renegó
y
que
describió
de
la
siguiente
forma:
«Considerados
en
su
conjunto,
los
grafitis
son
menos
fructíferos
para
nuestro
conocimiento
de
la
vida
pompeyana
de
lo
que
se
podría
haber
esperado.
Las
personas
con
las
que
más
ansiaríamos
tener
un
contacto
directo,
los
hombres
y
mujeres
cultos
de
la
antigua
ciudad,
no
estaban
acostumbrados
a
raspar
sus
nombres
en
el
estuco
ni
a
confiar
sus
reflexiones
y
experiencias
en
la
superficie
de
una
pared…
podemos
asumir
que
los
escritores
eran
tan
poco
representativos
de
los
mejores
elementos
de
la
sociedad
como
lo
son
hoy
los
turistas
que
rayan
o
tallan
sus
nombres
en
monumentos
antiguos.»
No
voy
a
ser
yo
el
que
contradiga
a
Mau,
pero
precisamente
esas
más
de
11.000
pintadas
son
lo
que
más
nos
acerca
al
pompeyano
de
hace
2.000
años
porque
nos
permiten
conocer
las
inquietudes
de
hombres
y
mujeres
de
a
pie.
En
las
diferentes
investigaciones
en
distintas
casas,
tanto
de
Pompeya
como
de
Herculano,
se
han
encontrado
numerosos
grafitis
que
reflejan
las
preocupaciones
del
pompeyano
medio.
Cualquier
pared
era
un
tablón
de
anuncios
que
permitía
que
cualquier
individuo
hablara
de
sus
intereses,
pero
que
asimismo
se
utilizaba
como
un
lienzo
para
marketing.
Y,
afortunadamente,
ejemplos
hay
a
montones:
- «La
tropa
de
gladiadores
de
Aulo
Suecio
Certo
luchará
en
Pompeya
el
31
de
mayo.
Habrá
una
cacería
y
toldos». - «Cayo
Pumidios
Diphilus
estuvo
aquí». - «Pirro
a
su
compañero
Quías:
lamento
saber
que
estás
muerto
y,
por
lo
tanto,
¡adiós!» - «Secundus
saluda
con
agrado
a
sus
compañeros
esclavos
a
su
partida».
Es
decir,
era
una
mezcla
entre
tablón
de
anuncios
y
estado
del
WhatsApp
y
lo
curioso
es
que
se
estima
que
había
locales
de
comida
o
alojamiento
que
tenían
críticas
en
las
paredes.
A
falta
de
Google
Maps,
bueno
es
un
muro:
- «Anfitrión,
mojamos
la
cama.
Lo
admito.
Si
quieres
saber
el
motivo:
no
había
orinal». - «¡El
funcionario
financiero
del
emperador
Nerón
declara
que
la
comida
aquí
es
venenosa!» - «Vinimos
aquí
con
nostalgia.
¡Ahora
queremos
irnos
lo
más
rápido
posible!» - «Cayo
Sabino
saluda
afectuosamente
a
Estacio.
Viajero,
en
Pompeya
se
come
pan,
pero
a
Nuceria
se
va
a
beber.
En
Nuceria
se
bebe
mejor». - «Ojalá
paques
por
todos
tus
trucos,
posadero.
Nos
vendes
agua
y
te
quedas
con
el
buen
vino». - «Adifidius
estuvo
aquí.
Adiós».
También
había
graciosos
que
escribieron
un «¡Quien
lea
esto
está
loco!»
sabedor
de
que
los
textos
en
paredes
debían
leerse
en
voz
alta
y
había
muchos,
pero
que
muchos
grafitis
dedicados
a
apoyar
a
Nerón.
No
es
el
emperador
romano
que
ha
pasado
a
la
historia
como
uno
de
los
mejores,
pero
de
los
100
grafitis
destinados
a
alabar
a
distintos
emperadores,
más
de
la
mitad
fueron
para
Nerón.
Y,
por
alguna
extraña
razón,
en
Pompeya
también
estaban
muy
preocupados
porque
no
les
pisaran
lo
fregado.
O
lo
cagado,
mejor
dicho.
Aparte
de
advertencias
-«ustedes
que
cagan
aquí,
tengan
cuidado
de
no
tener
un
accidente»-,
había
varias
manifestaciones
de
gente
diciendo «he
cagado
aquí»
o
algo
tan
concreto
como «Hija,
aquí
nos
lo
vamos
a
pasar
genial
cagando».
Y
algún
que
otro
romántico,
como
el
poema
del
grabado
superior,
que
viene
a
decir:
¡Oh,
si
pudiera
estrechar
tus
bracitos
alrededor
de
mi
cuello
y
besar
tus
tiernos
labios!
Vete,
muñequita,
confía
tu
felicidad
a
los
vientos.
Créeme,
la
naturaleza
de
los
hombres[
c
]
es
voluble.
A
menudo
me
quedaba
despierto,
perdido
en
medio
de
la
noche,
pensando
para
mí
mismo:
a
muchos
a
quienes
la
Fortuna
ha
elevado
en
alto,
a
esos,
de
repente
arrojados/abandonados
y
cayendo
de
cabeza,
ella
luego
oprime.
Así
también,
después
de
que
Venus
ha
unido
inesperadamente
los
cuerpos
de
los
amantes,
la
luz
del
día
los
divide
y…
Mucho,
pero
que
muchísimo
sexo,
erotismo
y
fanfarronadas
Algo
fascinante
es
que
hace
miles
de
años,
cuando
aprendimos
a
pintar,
una
de
las
primeras
cosas
que
dibujamos
en
las
paredes
fue…
un
pene.
La
pornografía
y
el
erotismo
son
tan
viejas
como
la
propia
humanidad
y,
aunque
actualmente
se
quiera
poner
puertas
al
porno,
en
Pompeya
habría
sido
completamente
imposible.
Seguimos
centrados
en
Pompeya
cuando
decimos
que
el
arte
erótico
era
extremadamente
popular
en
la
villa.
Se
han
encontrado
esculturas
de
desnudos,
frescos
de
parejas
copulaban
y
mosaicos
que
representaban
exactamente
lo
mismo.
También
existían
artículos
domésticos
decorados
con
temas
sexuales
y
ese
arte
erótico
en
Pompeya
y
Herculano
era…
pues
eso,
todo
un
arte.
Pero
volviendo
a
los
grafitis,
también
tenemos
muchos
ejemplos
de
frases
eróticas
o,
directamente,
sexuales.
Pero
muchos…
muchos.
Y
algo
extremadamente
interesante
es
que
hay
contexto,
como
el
lugar
cuya
fachada
se
utilizó
para
dar
rienda
suelta
a
esa
poesía
que
todos
llevamos
dentro:
-
Burdel
de
Innulus
y
Papilio: «llorad,
muchachas.
Mi
pene
os
deja.
Ahora
penetra
el
trasero
de
los
hombres.
¡Adiós,
maravillosa
feminidad!» -
Cuartel
de
los
gladiadores: «Antíoco
pasaba
el
rato
aquí
con
su
novia
Citerea»
(este
fue
hasta
contenido).
Otro
en
la
misma
fachada: «Floronius,
soldado
privilegiado
de
la
Séptima
Legión,
estuvo
aquí.
Las
mujeres
no
sabían
de
su
presencia,
sólo
seis
se
enteraron.
Muy
pocas
para
un
semental
como
él». -
Un
muro: «Teófilo,
no
practiques
sexo
oral
a
las
chicas
contra
el
muro
de
la
ciudad
como
si
fuera
un
perro». -
Casa
de
Orfeo: «He
sodomizado
a
hombres». -
Atrio
de
la
Casa
de
Pinarius: «Si
alguien
no
cree
en
Venus,
que
mire
a
mi
novia». -
Casa
de
los
Comerciantes
Vibii: «Atimetus
me
dejó
embarazada». -
El
Lupinare: «Me
he
follado
a
muchas
chicas
aquí».
No
fue
la
única: «Sollemnes,
¡qué
bien
te
lo
montas!»
o «El
15
de
junio,
Hermeros
se
acostó
aquí
con
Phileterus
y
Caphisus».
Y
también
había
mucho,
mucho
fanfarrón,
y
fanfarrona.
En
numerosas
paredes
se
pueden
leer
alardes
sobre
las
veces
que
alguien
ha
practicado
sexo,
quién
consigue
seducir
a
más
mujeres,
las
artes
felatorias
de
alguna
persona
y
hay
varias
frases
destinadas
a
Rómula
y
Rufa,
también
relacionadas
con
su
desempeño
en
las
artes
orales.
En
este
enlace
te
dejamos
una
página
que
es
fantástica,
ya
que
ha
recopilado
muchos
de
estos
grafitis
en
los
que
podemos
ver
el
barrio,
el
edificio,
la
traducción
y
el
texto
original.
Arte
callejero
Pero
los
pompeyanos
no
se
quedaron
sólo
en
los
mensajes
de
texto
para
alardear,
increpar
o
expresar
sus
sentimientos:
también
dibujaron
prácticamente
de
todo.
Aquí
se
contenían
un
poco
más
que
con
los
mensajes
y
se
han
encontrado
grafitis
de
gladiadores,
caricaturas
de
personas,
escenas
de
combate
o
dibujos
de
barcos.
Y
tiene
su
mérito
haber
grabado
esto
en
una
pared.
Lo
curioso
de
todo
esto
es
que
la
historia
ha
tratado
mal
a
los
grafitis.
Algo
con
2.000
años
de
historia
debería
haber
sido
estudiado
al
detalle,
pero
hay
investigadores
que,
siguiendo
esa
creencia
de
Mau,
consideraron
que
los
grafitos
no
estaban
escritos
por
el
tipo
de
personas
que
más
nos
interesaría
conocer,
por
lo
que
fueron
ignorados
durante
décadas.
Y
lo
curioso
de
los
de
Pompeya
es
que
no
evolucionaron:
todos
estos
textos
muestran
la
sociedad
hasta
el
79
d.C.
Incluso
había
haters
de
los
grafitis: «Oh,
pared,
estás
tan
cubierta
de
mensajes
que
me
sorprende
que
no
te
hayas
derrumbado
hace
mucho
tiempo».
Nunca
llueve
a
gusto
de
todos,
claro.
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