Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger juntos en una película de acción y aires futuristas, muy poca vergüenza y ganas de convertir el viaje en una fiesta. ¿Te imaginas que le dicen eso al tú de 1989? La combinación se hizo esperar y aunque en realidad llegaría un poco antes con ‘Los mercenarios‘, aquí la cosa ya se hizo de manera más consistente y salió francamente bien. Compruébalo esta noche en La Sexta con ‘Plan de escape‘.
Dos súper dos
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Algo que nunca le podré perdonar a ‘Plan de Escape’ es que Mikael Håfström, siendo un interesante cineasta (‘1408‘, sin ir más lejos, es una estupenda adaptación de Stephen King), no parece sentirse especialmente cómodo en este tipo de situaciones. Y es que esta película en manos de un John Woo o un Michael Bay, incluso un Peter Berg, sería un clásico moderno. Estoy convencido. Pero no hay nada que lamentar aquí, con dos colosos entrados en años dispuestos a disfrutar del viaje.
Sus 50 millones de presupuesto apenas recaudaron la mitad en terreno local, demostrando que los nuevos espectadores son más numerosos y ruidosos que la vieja guardia, tan emocionada por este título como si el mismísimo Walter Hill hubiese regresado del ostracismo. A nivel internacional la cosa funcionó mejor y terminaría embolsando casi 140 millones en total, dando pie a un par de secuelas directas a vídeo y de complicada digestión.
Especializado en el diseño de cárceles de máxima seguridad, Ray Breslin es conocido por detectar hasta el fallo más minúsculo en estos sistemas de seguridad. Y lo hace al escapar después de estar encerrado en ellas. Un día, una empresa privada se pone en contacto con él para probar un nuevo sistema penitenciario de alta tecnología del que sería imposible escapar. Pero una vez hecho prisionero, se da cuenta de que es objeto de una conspiración para hacerlo desaparecer. Con la ayuda de Emil Rottmayer, un misterioso compañero de prisión, intentará escapar de lo imposible.
Sin con esa premisa no estás haciendo palomitas, es que no tienes alma. Sí, ya sé que ahora estamos atravesando una etapa vital donde lo que todo cinéfilo que se precie debe pararlo todo y ver ‘Mank‘ tomando una copa de vino, en batín y con el monóculo de ver de cerca, pero yo al cine lo que le pido es un par de horas (como mucho) de evasión. Y esta peli va sobrada de esto último, empezando por el título.
Evasión y victoria
La idea de una película protagonizada por Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger había estado sobre la mesa durante muchos años. Se habían redactado o escrito diferentes guiones, pero no había manera de hacerlos coincidir. Una vez que la estrella de ‘Depredador‘ dejó su cargo como gobernador y tras su cameo en ‘Los mercenarios’, dirigida por Stallone, los llevó a revisar la idea de trabajar juntos tanto en esta película y en la secuela del éxito de acción que dirigiría Simon West.
Que el espíritu de los ochenta reina durante toda la función está fuera de toda duda, más cuando el propio Steven E. de Souza declaró en su momento que el guión que tenía preparado para la secuela de ‘Commando‘ se parecía mucho a esta película (y no tanto a ‘Jungla de cristal‘). La historia se ambientaba en un edificio de alta seguridad lleno de esbirros.
Jim Caviezel, Vinnie Jones, Amy Ryan, Vincent D’Onofrio, 50 Cent y Sam Neill se apuntaron a una película de las de antes. Juguetona y entrañable, llena de momentos divertidos, personajes caricaturescos y una prisión que es la verdadera protagonista de la función y que, además, nos recuerda peligrosamente a la inolvidable cárcel de ‘Cara a cara‘, la obra maestra de Woo que nunca nos cansamos de ver.
Es una lástima que el legado de ‘Plan de escape’ se haya pervertido tanto con dos secuelas infames ‘Plan de escape 2: Hades’ y ‘Plan de escape 3’, dos subproductos que no están a la altura de un título que confirmaba lo bien que le había sentado a Schwarzenegger dejar el mundo de la política en un año en que encadenaba esta película con la extraordinaria ‘El último desafío‘, otro título muy a tener en cuenta y que en estos tiempos de fanfarrias de acción genéricas no está de más tener a mano.