Las casi tres décadas de historias inolvidables que Pixar reúne desde el lanzamiento de la pionera y brillante «Toy Story», desembarcan este sábado en el escenario del Teatro Colón con un espectáculo que combina imagen, canto, danza y orquesta en vivo para homenajar el legado creativo de uno de los estudios de animación más celebrados del mundo.
«La música funciona como un nexo coordinante de todas las películas que estamos presentando, un punto en común en los raccontos que se eligieron. Vamos a llevar al espectador a que se emocione como cuando vio cada una de estas películas en el cine», prometió en diálogo con Télam el maestro Ezequiel Silberstein, director de la Orquesta Académica del coliseo porteño y el encargado de conducir a los casi 70 instrumentistas que engalanan este repaso en formato concierto.
Nacida en 1979 como una división en la productora Lucasfilm -fundada ocho años antes por George Lucas-, Pixar se adentró aún más en el terreno de la animación digital a mediados de los 80, cuando pasó a estar en manos de otro visionario como Steve Jobs. Años de exploración y colaboraciones publicitarias mediante, la entonces modesta empresa se posicionó paso a paso como un insospechado tanque que pronto vendría a revolucionar la industria audiovisual.
De la mano de Disney, que en 2006 la sumó a su patrimonio por un valor de 7 mil millones y medio de dólares, la compañía decidió dar el salto a la pantalla grande a principios de los 90
De la mano de Disney, que en 2006 la sumó a su patrimonio por un valor de 7 mil millones y medio de dólares, la compañía decidió dar el salto a la pantalla grande a principios de los 90 y empezó a moldear una trama sobre juguetes que cobran vida cuando nadie los ve y que, por celos y en competencia por el favoritismo de su dueño, protagonizan una aventura increíble con muchas enseñanzas en el camino.
«Toy Story» vio la luz en 1995 y se convirtió en un éxito rotundo para un público acostumbrado a filmes animados inspirados en cuentos de hadas, fábulas y otras fantasías poblados sobre todo por humanos o animales: la idea de Pixar fue disruptiva tanto en su propuesta, sus personajes y su guion como en su realización, que innovó con la creación de herramientas de diseño en 3D específicas para el proyecto.
La película de John Lasseter se convirtió en la primera hecha íntegramente en computadora e inauguró una nueva etapa para Hollywood, que con el mismo entusiasmo recibió las sucesoras «Monsters, Inc.», «Buscando a Nemo», «Los Increíbles» y «Ratatouille», por poner un punto temprano y arbitrario a una lista que ya lleva 27 títulos. Con semejante seguidilla, además, la marca había dejado claro que sabía cómo narrar buenas historias, con capas de lectura superficiales para los más chicos y otras mucho más profundas para los grandes, que pueden verse una y otra vez sin dejar de tocar las fibras sensibles correctas que las hacen perdurables y entrañables como pocas.
El concierto, entre las 15 funciones que tiene confirmadas durante febrero, también ofrecerá una puesta en formato distendido para el domingo 25
Y como en toda experiencia cinematográfica que sepa aprovechar el lenguaje de su medio, la música es un componente fundamental. En «Pixar en Concierto» -la sexta colaboración entre el Colón y Disney-, ese aspecto adquiere centralidad y recolecta no sólo las canciones más populares de otras producciones como «Valiente», «Red» y «Coco» sino las maravillosas bandas sonoras creadas por figuras como Randy Newman o Michael Giacchino para «Cars», «Up: Una aventura de altura» e «Intensa-mente», ejecutadas con una destreza y prolijidad enormes al mando de Silberstein.
«El Teatro tiene su programación habitual, pero está buenísimo que se haya generado esta dupla, con un público que siempre está ávido. Yo soy muy futbolero, y hay un dicho que dice ‘equipo que gana, no se toca’. En todo sentido, con el equipo creativo, el técnico y el de producción, hay un saber que funciona y muy bien», aseguró el director sobre el espectáculo, que cuenta con la participación de más de doce bailarines y cantantes -y unos cuantos personajes de la marca- en escena.
A horas de su apertura oficial, Silberstein conversó con esta agencia sobre el concierto, que entre las 15 funciones que tiene confirmadas durante febrero, también ofrecerá una puesta en formato distendido para el domingo 25 a las 17, organizada con estímulos reducidos para personas neurodivergentes.
Télam: ¿Qué desafíos te trajo encarar este concierto?
Ezequiel Silberstein: Todo está condensado a lo largo de un solo espectáculo, porque tenemos bloques en los cuales hay un resumen de cada una de las películas y a su vez intercalamos con canciones, es una convivencia entre ambos mundos. El desafío es la heterogeneidad de estilos que tiene cada una de estas músicas, que son realmente increíbles en su escritura y que son difíciles de tocar. Por algo cada vez que vemos estas películas nos genera tanta emoción, porque no serían lo mismo sin sus bandas sonoras, que para mí son un protagonista más. Para que suene realmente como la escuchamos en las películas lleva mucho ensayo, pero con un resultado espectacular que nos tiene muy contentos.
Ahora tengo el priviliegio de estar dirigiendo esa misma música en vivo y se me pone la piel de gallina al recordar los momentos en que vi las películas, como el final de «Toy Story 3», cuando Andy le pasa sus juguetes a Bonnie. Es algo que todos vivimos por fuera de la película, en la infancia de cada uno llega el momento en que te desprendés de tus juguetes, y la música de ese momento es muy conmovedor. Lo que tiene la música, y por eso la amo tanto, es que es un arte que refuerza y exacerba todas las emociones que estamos sintiendo, sea en una película, una obra de teatro, una ópera o un ballet.
¿Qué distingue a la música orquestal como recurso a la hora de vestir una película?
Hay un elemento épico de tiene de por sí, y para mí es el mejor instrumento del mundo. Si hacés un zoom tenés como «miniorquestas», diferentes familias de instrumentos, las maderas, los metales, las cuerdas, la percusión, un montón de variantes. Hay color dentro del color, una diversidad alucinante. El genio de los compositores es justamente cómo usan esa paleta de colores musicales y cómo las combinan para generar lo que generan. Por algo está desde el cine mudo, y al día de hoy se sigue utilizando como instrumento principal de las bandas sonoras.
Poder no solamente resaltar las emociones sino poder marcar y discernir cada una de ellas, para mí es único. Podés hacer algo totalmente grandilocuente, como en «Los Increíbles», que mezcla el mundo del jazz con un gran homenaje a «Misión: Imposible» y a nuestro querido Lalo Schifrin, con un apoyo desde la orquesta, porque el género narrativo lo está pidiendo. «Up» está en el otro extremo, es fuerte, hermosa, y ahí de repente tenés un pequeño ensamble de cámara, pero no es que entran y salen los músicos, es el mismo grupo que va mutando.
Estos espectáculos de Disney en el Colón se fueron consolidando como propuesta a lo largo de los años. ¿Pensás que también puede funcionar como una puerta de entrada para quienes no acostumbran ir a ver orquestas en vivo?
Sí, ya se instaló como un clásico de los veranos. Y lo excelente de este concierto es que es para toda la familia, no es ni sólo para niños ni sólo para adultos, invita a que vayan todos juntos al Teatro. En mi experiencia, cuando me toca dirigir repertorios más clásicos o académicos, al público le cuesta un poco más venir, o tiene cierta reserva, no saben si es muy largo, o está la famosa ‘no sé si lo voy a entender’. Yo me agarro la cabeza porque no hay nada que entender, hay que ir y experimentarlo. Pero tratándose de películas y de un repertorio conocido, y encima llevándolo al palacio que es este teatro, es una propuesta en la que todos ganan, porque el público está conociendo algo nuevo y tal vez los lleva a ver más propuestas en el Colón, generando nuevas audiencias.