Hace más de treinta años, Don Mancini, Tom Holland y John Lafia crearon un personaje icónico indispensable para comprender la cultura del horror pop. Chucky está presente en la totalidad de los hogares de los aficionados, ya sea en forma de camiseta, de figura o de atractivo pack. Tras siete estupendas películas, con las dos últimas reinventando la saga por completo, llega una nueva entrega de ‘Muñeco diabólico‘ (‘Child’s Play’) de la que sus responsables se desentienden por completo.
Ese cuerpo no es el mío
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Cuando una película arranca con una persecución neoyorquina entre un hombre de ley y un asesino en serie satánico, nada puede ir mal. Sobre todo si esa persecución termina en una juguetería donde se realiza un ritual. El ritual que lo empezó todo. MGM, poseedora de los derechos de la película original, decidió celebrar el treinta aniversario de su clásico rehaciendo la historia. Para ello trataron de contar con el apadrinamiento de Mancini, propietario a su vez del resto de aventuras. Pero no pudo ser.
El responsable principal de que Chucky lleve siete películas (ocho con este remake repudiado), ahora centrado en el nuevo tono del personaje adquirido en las dos últimas películas (directas a vídeo), prepara una serie de televisión donde Brad Dourif volverá a ser la voz de Chucky, voz que en la nueva película corre a cargo de un clásico de la voz chiflada: Mark Hamill.
Tal vez por eso una capa de escepticismo invadió al fan del personaje, que no pudo evitar pensar el clásico «otra franquicia, otro sueño de nuestra infancia, a punto de ser apaleada». Bien, es un gusto reconocer que estábamos equivocados. El nuevo ‘Muñeco diabólico’ acierta en su retrato de la paranoia social en tiempos de alta tecnología de andar por casa. Las redes sociales, las aplicaciones y las actualizaciones de software, que las carga el diablo.
Actualización de software
Era complicado saber por dónde irían los tiros en la premisa de la nueva entrega, porque los días de satanismo en la gran ciudad quedan muy lejos. Probablemente los buenos viejos tiempos de ‘Los creyentes’ o ‘La noche del diablo’ no volverán jamás, así que mejor hacerse a la idea y no esperar lo imposible.
Para hacer aún más actual toda la trama sanguinolenta y tremendamente divertida que nos aguarda en la película, el guión de esta nueva historia correrá a cargo de Tyler Burton Smith, especialista en videojuegos. Los decorados de la película, ya sean por el barrio o entre las paredes del edificio donde se desarrolla la mayor parte de la trama, evocan a ello. Lejos de achantarse y andarse por las ramas, la historia se toma su tiempo en presentar a los personajes principales sin esconder la atracción principal: Chucky estará presente casi todo el tiempo, algo poco habitual en el universo paralelo Mancini.
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En estos días de distopías hiperrealistas, como ‘Black Mirror‘ o la reciente ‘Years and Years‘, no viene mal poner un poco más de carne en el asador y no apoyarse exclusivamente en la tecno-inquietud que se apodera de nosotros cada vez que pensamos en los sistemas de reconocimiento de voz que nos rodean. Un error humano, sea voluntario o no, cuesta vidas. Y ese punto es otro acierto: no existe la acción divina, nosotros mismos, con nuestros errores, somos los únicos responsables de lo que pueda pasar.
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Además de la deliciosa actualización de la historia, da gusto ver la nueva vida de Orion Pictures, una de las compañías que más y mejor nos amenizó las tardes de los ochenta. Además, la película rinde homenaje a una de las criaturas más míticas de su legado, cierto policía de Detroit de frase indeleble.
Si pensabas que una saga llena de momentos icónicos y reinventada constantemente con el paso de los años no podría hacerlo otra vez, te equivocabas. El nuevo ‘Muñeco Diabólico’ es un divertido ejercicio de nostalgia retrofuturista absolutamente impredecible.
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Agarrar una película tan especial y meterle semejante lavado de cara es realmente encomiable. Y lo mejor es que lo han hecho lo más sencillo posible: cosas así, pasan. La adorable Aubrey Plaza funciona, la futura estrella Gabriel Bateman se apodera de la pantalla y Mark Hamill se lo pasa en grande. Por si fuera poco, los efectos especiales están muy bien integrados para tratarse de una película realmente pequeña. Es integración ejemplar sirve también para el humor y las salpicaduras. Un trabajo notable.