Tras un largo proceso introspectivo alimentado en gran parte por el parate obligado por la pandemia, y a partir de una gran necesidad de búsqueda de nuevas formas de expresión, la cantautora Melina Moguilevsky dio vida a «Huecos», su tercer disco de estudio con el que abandona el concepto tradicional de banda para sumergirse en la exploración electrónica y el diseño sonoro en estudio.
«En general, yo venía de un sonido más acústico, más orgánico. Los músicos que tocaban conmigo eran más del palo del jazz y yo veía que las nuevas canciones venían por un lugar mas electrónico, que necesitaban un universo sonoro más difuso. Quería librarme un poco del sonido de banda que sentía que habitaba siempre mi música. Algo de eso se me había agotado y empecé a buscar cosas más desde la producción de estudio. No había solos, ningún rebusque, y las letras también eran más directas», explicó la artista a Télam.
Con la ayuda de Juan Belvis y Luciano Vitale en la producción, la cantautora alumbró un trabajo que, a lo largo de siete cortes, propone una inmersión sonora a través de las distintas capas que se superponen, aunque sin perder de vista el carácter que la llevó a convertirse en una de las referentes de la nueva canción latinoamericana.
«Quería librarme un poco del sonido de banda que sentía que habitaba siempre mi música. Algo de eso se me había agotado y empecé a buscar cosas más desde la producción de estudio. No había solos, ningún rebusque, y las letras también eran más directas»Melina Moguilevsky
Junto a figuras invitadas como el brasileño Vitor Ramil, el guitarrista Fernando Kabusacki, César Lerner y Candelaria Zamar, entre tantos, la capacidad interpretativa y las reflexiones de Melina Moguilevsky encontraron nuevas formas en relación a «Árbola» (2012) y «Mudar» (2016), sus discos anteriores, aunque similares intenciones de interpelar y emocionar al oyente.
«Empecé a investigar, a grabarme, hacer capas, probar sonidos y me di cuenta que necesitaba aliades en este camino, así que los convoqué a Juan Belvis y Luciano Vitale, con quienes co-produje este disco. Hay sonidos electrónicos y otros sonidos diseñados con objetos. Fue una búsqueda de un universo sonoro para cada canción. No es que había una banda y se tocaba el tema en vivo», detalló Moguilevsky.
Los temas «Lluvia», «Todo el sentido» y «Algo que hacer» fueron anticipando este nuevo camino encarado con «Huecos», que finamente se dio a conocer en su totalidad en plataformas digitales en los primeros días de diciembre.
En una charla con esta agencia, Melina Moguilevsky describió el proceso que derivó en «Huecos» y compartió reflexiones que marcaron el rumbo del nuevo disco.
-¿Fue un disco pensado de antemano o fue apareciendo a medida que surgían las canciones?
-No fue pensado de una. Venía con algunas canciones de años anteriores, incluso previas a mi disco anterior, algunas canciones que habían quedado archivadas y pensé que nunca las iba a sacar. Seguí componiendo y me di cuenta que estaba yendo para otro lado. De hecho, dejé de tocar con la banda porque la música nueva venía con un cambio de estética. Entonces solté la banda porque me di cuenta que necesitaba profundizar, meterme a investigar esto nuevo. En la pandemia surgieron los últimos temas del disco y, en un momento, los temas muy viejos, que no los consideraba ni para un disco, se me aparecieron como si algo relacionado con la temática los juntara con las nuevas canciones. De alguna manera, en algún momento, el disco se me reveló, no es algo que venía buscando. Cuando estoy componiendo no pienso que voy a hacer un disco de determinada manera.
-¿Hubo algún hecho puntual o alguna canción en particular que te marcó el camino definitivo de «Huecos»?
-En la pandemia yo venía en crisis con lo anterior y también un poco en crisis con el devenir en los últimos años cada vez más grande de lo que son las redes sociales, de su velocidad, del multitasking y el zapping digital. Todo el mundo sacando un millón de cosas y medio que me metí para adentro. Tuve una pelea muy grande con ese modo excesivo de mostrarse todo el tiempo y me guardé. Pero cuando compuse «Todo el sentido», que es el tema tres del disco, me di cuenta que necesitaba el contacto con les otres. El meterme para adentro también se me estrelló con la necesidad de encontrarme con el afuera. Ahí, con «Todo el sentido» empecé a sentir que se venía un nuevo disco y ahí es cuando aparecieron esas viejas canciones que decía antes. Se las llevé a Juan Belvis, le dije que me parecía que ahí adentro había un disco y él, curiosamente, eligió las más viejas primero. Ahí me di cuenta que estaba todo muy junto, lo anterior y lo nuevo. Muchas de esas canciones no fueron creadas necesariamente para mostrar, sino que son esas canciones que una hace desde un lugar muy íntimo, como búsqueda.
-El disco tiene cortes que se contradicen con algunos parámetros establecidos en la industria a partir de las consecuencias de la explosión de las redes sociales que señalabas. Es reposado musicalmente, invita a la reflexión, exige una escucha atenta. ¿Lo abordaste así como una especie de declaración de principios o de rebelión ante eso?
-La industria es una aplanadora. Es muy difícil prestarle atención a algo y para mí era muy importante hablar de esto porque la música es una oportunidad para detenerse. Es un lugar donde alguien hizo algo con sensibilidad. Yo necesitaba también decirlo y siento que mis canciones hablan mucho del tiempo. Hoy las cosas a veces no tienen un proceso y siento que con la música pasa lo mismo. La gente está muy ansiosa, yo lo veo con mis alumnos que quieren todo ya. Para que algo se escuche masivamente tiene que estar en Spotify y para que se contabilice la escucha tienen que pasar 30 segundos, o sea que tenés que definir que en esos 30 segundos pase lo más hitero para que la persona siga escuchando. Es muy siniestro todo. Los que decidimos hacer música nunca tuvimos esa medida de las cosas. Lo hacemos porque ahí se nos juega la emoción. A veces, los mismos artistas tenemos que hacer un esfuerzo para darnos bola en lo que realmente nos gusta y queremos hacer, porque supuestamente está todo dicho sobre lo que hay que hacer para que algo se escuche.
-¿Por qué elegiste el nombre «Huecos» para el disco?
-Porque «Huecos» habla un poco de todo lo que estaba oculto en mí; toda esta nueva estética que se venía cocinando por dentro y en un momento empecé a escuchar. Permitirse esas transformaciones a veces es meterse en un hueco oscuro en el que no se sabe qué va a haber adentro. Soy espacios vacíos que hay que atravesar para poder encontrarnos con algo nuevo. El hueco es un espacio que da temor atravesar y en el que hay que meterse porque desde afuera no se ve. De ese concepto de lo que hay para descubrir sale el nombre del disco.