Más que tiempo de calidad juntos, jugar con tus hijos nueve minutos puede mejorar sus calificaciones, confirma la ciencia

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En los niños, el deporte y el conocimiento son dos puntos importantes en los que los padres se enfocan como parte de su desarrollo y crecimiento, sin embargo, son pocos los padres de familia los que conocen el vínculo y los beneficios de ambos, por fortuna, la ciencia entra en el juego para afirmar que, en efecto, los efectos positivos del ejercicio no sólo son físicos, sino también mentales, como lo demostró un reciente estudio.

La Revista de Psicología del Deporte y el Ejercicio publicó una investigación en donde expertos del Departamento de Kinesiología de la Universidad de Carolina del Norte se propusieron evaluar los efectos de breves ráfagas de 9 minutos de ejercicio a intervalos de alta intensidad en el rendimiento académico, el resultado demostró que un pequeño rato de juego o ejercicio intenso puede activar el cerebro de los niños de tal forma que rinden mejor en clase y en los exámenes.

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Dicho estudio tuco como participantes a niños de entre 9 y 12 años que realizaron ejercicios como saltos, sentadillas y giros rápidos durante sólo nueve minutos justo antes de una prueba verbal de comprensión. 

Los resultados mostraron que esa breve sesión de actividad no sólo mejoró sus calificaciones en esa prueba, sino también registró mejoras en indicadores cerebrales ligados al control de los errores y la atención, específicamente una menor amplitud del estímulo cerebral de negatividad relacionada con errores (ERN en inglés) que sugiere que el cerebro era más eficiente procesando los fallos.

Esa investigación sugiere que no hace falta una hora de deporte riguroso para lograr efectos beneficiosos inmediatos: basta con un «microbloque» de actividad física intensa justo antes de una prueba para preparar mejor el terreno para el esfuerzo mental.

La relación entre la actividad académica y la deportiva se deja ver cuando el cerebro tiene una capacidad de «activación» mediante el ejercicio físico: al mover el cuerpo (aunque sea por poco tiempo) se liberan neurotransmisores, mejora el flujo sanguíneo cerebral y se estimula la función cognitiva

Esa activación parece beneficiar la atención, la memoria y el procesamiento de errores, habilidades clave durante una prueba o el estudio. Además, esos efectos podrían servir como «catalizadores» para que el cerebro entre en «modo rendimiento» en lugar de permanecer adormecido.

En resumen, la ciencia afirma que dedicar apenas nueve minutos de actividad intensa justo antes de una prueba puede marcar la diferencia, invitando a que los padres pasen más tiempo con sus hijos en sus actividades educativas y haciendo que éstos estén más activos física y mentalmente.

Foto de portada de Kampus Production

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