El
regreso
de
Donald
Trump
a
la
Casa
Blanca
ha
marcado
un
punto
de
inflexión
en
la
relación
que
sostienen
EEUU
y
China.
La
guerra
comercial
y
tecnológica
entre
estas
dos
potencias
viene
de
lejos,
pero
la
agresiva
política
de
aranceles
que
ha
desplegado,
aunque
aún
de
una
manera
poco
consistente,
la
Administración
estadounidense
ha
avivado
el
avispero.
La
tensión
entre
los
países
liderados
por
Xi
Jinping
y
Donald
Trump
es
máxima,
y
algunos
expertos
creen
que
en
la
coyuntura
actual
la
probabilidad
de
que
China
decida
invadir
Taiwán
es
más
alta
que
nunca.
En
los
años
50
del
siglo
pasado
China
era
un
país
muy
diferente
al
actual.
El
Partido
Comunista
Chino
liderado
por
Mao
Zedong
había
vencido
a
los
nacionalistas
que
conformaban
el
Kuomintang
después
de
casi
tres
décadas
de
conflicto
armado.
El
poder
imperial
había
desaparecido
y
el
país
se
había
embarcado
en
unos
cambios
estructurales
muy
profundos
que
culminaron
con
el
nacimiento
de
la
República
Popular
China
en
1949.
Los
miembros
del
Kuomintang
se
retiraron
a
Taiwán
ese
mismo
año,
y
desde
entonces
la
sombra
de
la
invasión
se
cierne
sobre
esta
isla.
Los
inversores
extranjeros
en
Taiwán
reconocen
que
no
tienen
un
plan
B
«Si
ocurre
una
agresión
contra
Taiwán
la
decisión
de
inversión
se
vuelve
binaria:
o
nos
mantenemos
expuestos
y
absorbemos
una
volatilidad
extrema,
o
salimos
rápidamente
para
preservar
el
capital».
Estas
palabras
las
ha
pronunciado
Steve
Lawrence,
director
de
inversiones
de
la
compañía
suiza
Balfour
Capital
Group.
De
su
declaración
se
desprende
con
absoluta
claridad
que
los
inversores
extranjeros
que
han
apostado
por
las
compañías
taiwanesas
no
saben
cómo
proceder
si
finalmente
se
desencadenase
un
conflicto
armado
entre
China
y
Taiwán.
«TSMC
es
tan
grande
que
las
expectativas
de
los
inversores
sostienen
que
EEUU
defenderá
Taiwán.
Y
lo
hará
con
fuerza»
El
panorama
pinta
mal.
Según
Reuters
los
inversores
extranjeros
han
retirado
casi
11.000
millones
de
dólares
del
parque
de
acciones
de
Taiwán
durante
este
año
por
el
temor
al
impacto
que
van
a
tener
los
aranceles
en
la
economía
global
y
en
la
relación
que
sostienen
EEUU
y
China.
El
Gobierno
de
Joe
Biden
oficializó
que
si
China
intervenía
militarmente
en
Taiwán,
EEUU
respondería.
Sin
embargo,
la
Administración
liderada
por
Donald
Trump
todavía
no
ha
confirmado
si
defendería
militarmente
la
isla
en
el
hipotético
escenario
de
que
China
optase
por
invadirla.
Sea
como
sea
esta
coyuntura
en
la
que
prevalece
la
inestabilidad
condiciona
sobre
todo
a
una
empresa
taiwanesa:
TSMC.
Esta
compañía
es
el
mayor
fabricante
de
semiconductores
del
planeta,
y,
por
tanto,
es
la
auténtica
joya
de
Taiwán.
De
hecho,
sostiene
en
gran
medida
su
economía.
Esta
compañía
cotiza
tanto
en
la
Bolsa
de
Taipéi
como
en
la
de
Nueva
York
e
impulsó
ella
sola
a
máximos
históricos
el
mercado
bursátil
a
principios
de
este
año. «TSMC
es
tan
grande
que
las
expectativas
de
los
inversores
sostienen
que
EEUU
defenderá
Taiwán.
Y
lo
hará
con
fuerza»,
ha
declarado
Mukesh
Dave,
director
de
inversiones
de
Aravali
Asset
Management,
un
fondo
global
de
arbitraje
con
sede
en
Singapur.
La
postura
de
Elbridge
Colby,
uno
de
los
asesores
de
confianza
de
Donald
Trump,
está
alineada
con
esta
estrategia.
Este
tuit
publicado
por
él
en
mayo
de
2023
refleja
con
claridad
cuál
es
la
política
que
defiende
con
el
propósito
de
disuadir
al
Gobierno
de
Xi
Jinping: «Seríamos
unos
locos
si
permitimos
que
TSMC
caiga
intacta
en
manos
de
China«.
A
priori
podríamos
aceptar
que
está
exagerando.
Al
fin
y
al
cabo
esta
compañía
es
taiwanesa,
no
estadounidense.
Sin
embargo,
la
realidad
es
inapelable.
Según
Gina
Raimondo,
la
exsecretaria
de
comercio, «EEUU
compra
el
92%
de
sus
chips
de
vanguardia
a
TSMC
en
Taiwán».
El
tuit
de
Colby
que
he
mencionado
en
el
párrafo
anterior
insinúa
que
EEUU
debería
hacer
todo
lo
que
esté
en
su
mano
para
evitar
que
China
se
apropie
de
las
plantas
que
tiene
TSMC
en
Taiwán.
No
obstante,
durante
los
últimos
dos
años
Colby
no
se
ha
conformado
con
insinuar
esta
idea;
ha
declarado
públicamente
que
si
China
invade
Taiwán
lo
que
debería
hacer
EEUU
es
destruir
las
fábricas
de
TSMC
y
no
permitir
que
esta
iniciativa
recaiga
en
el
Gobierno
taiwanés.
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TSMC
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Reuters