El alimento ideal para el bebé menor de seis meses es la leche materna en exclusiva, y así lo recomienda la OMS y las principales sociedades científicas. A partir de los seis meses y hasta los dos años de vida (o más) es también el líquido más apropiado, acompañado de otros alimentos.
Sin embargo, en ocasiones las madres no pueden o no quieren amamantar a sus bebés, o algunas deben hacer una lactancia mixta. Para estos casos, disponemos de múltiples preparados en el mercado, que buscan parecerse lo más posible a la leche materna, tanto en su composición como en sus efectos funcionales. ¿Cómo sabemos cuál es el la leche de fórmula más apropiada para nuestro bebé?
Tipos de preparados en función de la edad
Básicamente podemos distinguir tres tipos de preparados en función de la edad:
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Fórmula de inicio (tipo 1): es la leche que puede ofrecerse desde el nacimiento. en exclusiva hasta los 6 meses, y puede emplearse hasta el año junto con la alimentación complementaria.
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Fórmula de continuación (tipo 2): puede ofrecerse a partir de los 6 meses. La OMS manifiesta que estas fórmulas no son necesarias, pues contienen mayor cantidad de proteínas. La ventaja que ofrecen es su menor precio, por lo que pueden ser una opción para familias con menos recursos.
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Fórmulas de crecimiento (tipo 3): desde los 12 meses a los 3 años. A diferencia de los 2 tipos anteriores, regulados por la Unión Europea, no existe regulación específica sobre ellas. Por ello, la composición varía mucho entre las fórmulas y algunas de ellas contienen altas cantidades de proteínas e hidratos de carbono, incluso azúcares. Los niños sanos no necesitan tomar fórmula de crecimiento y así lo manifiestas las principales sociedades científicas pediátricas; a partir de los 12 meses pueden tomar leche de vaca sin problema.
Composición de las diferentes fórmulas
Como hemos comentado previamente, la composición de las fórmulas de inicio y de continuación está regulada por la Unión Europea y buscan parecerse lo máximo posible a la leche materna; por ello, no existen grandes diferencias entre los preparados en cuanto a los componentes mayoritarios pero sí pueden variar en cuanto a otras sustancias adicionales.
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Hidratos de carbono: la lactosa es el disacárido fundamental de las fórmulas artificiales (y es también el hidrato de carbono mayoritario en la leche materna) salvo, como veremos más adelante, en las fórmulas sin lactosa.
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Proteínas: un consumo elevado de proteínas durante los primeros meses de vida se ha relacionado con obesidad más adelante. Por ello, la tendencia ha sido reducir el contenido en proteínas de las fórmulas (actualmente entre 1,8-2,5g/100Kcal). La alfa lactoalbúmina es una proteína fundamental en la leche materna (supone un 20-25% de todas las proteínas): tiene una función inmunológica, está implicada en el desarrollo cognitivo de los lactantes, modifica la microbiota y promueve la saciedad. En cambio, en las fórmulas artificiales predomina la beta-lactolobulina, que no existe en la leche materna y no tiene propiedades inmunológicas. Sin embargo, muchas fórmulas están suplementadas además con alfa lactoalbúmina.
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Grasas: la grasa de la leche materna se absorbe mucho mejor que la de la leche de vaca. Se debe a que los ácidos grasos de la leche materna se encuentran en forma de glóbulos recubiertos por una triple capa que se llama membrana del glóbulo graso. Además de favorecer la absorción, esta membrana juega un papel en el desarrollo cerebral e inmunológico. Es por ello que cada vez hay más fórmulas suplementadas con membrana del glóbulo graso. El ácido decosahexanoico o DHA (conocido también como omega 3) está presente en la leche materna y tiene un papel fundamental en la función cerebral y visual del bebé, por lo que es obligatorio su adición a todas las fórmulas, según la última actualización del reglamento de la Unión Europea.
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Vitaminas y minerales. Tanto el hierro como el calcio de la leche materna se absorben mucho mejor que en las leches artificiales. Por ello, la cantidad en estas leches de ambos minerales es mayor.
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Prebióticos y probióticos. La leche materna no es estéril; al contrario, contiene gran cantidad de bacterias y oligosacáridos (que tienen actividad antiinfecciosa y favorecen el crecimiento de bifidobacterias y lactobacilos). Los prebióticos son oligosacáridos que estimulan el crecimiento de otras bacterias; dentro de ellos tenemos los fructooligosacáridos (FOS) y los galactooligosacáridos (GOS). Los probióticos son microorganismos vivos que equilibran la microflora intestinal. Muchas fórmulas están suplementadas con pre y probióticos, que han demostrado ser seguras y bien toleradas.
Fórmulas a base de leche de cabra
La mayoría de fórmulas infantiles están elaboradas a partir de leche de vaca. Existen también fórmulas de soja, pero no deben emplearse en menores de seis meses. Recientemente se ha autorizado la comercialización de fórmulas de lactantes elaboradas a partir de leche de cabra.
Esta leche presenta un menor contenido de proteínas que la leche de vaca, mayores concentraciones de algunos minerales (como magnesio, zinc, calcio y fósforo) y una diferente composición y estructura de las grasas que facilitaría su absorción. Así pues, las fórmulas elaboradas a partir de leche de cabra son una alternativa válida a las leches elaboradas a partir de leche de vaca.
¿Qué pasa con el aceite de palma?
Hace años saltó una alerta de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria acerca del aceite de palma, no tanto por sus características nutricionales sino por los contaminantes que se generan en su producción. Este aceite es rico en grasas saturadas, fundamentalmente ácido palmítico.
Este ácido también está presente en la leche humana (de hecho, es el ácido graso más abundante) y por ello en las fórmulas infantiles; el ácido palmítico tiene funciones importantes y es imprescindible. La diferencia es que en la leche materna la mayoría del ácido palmítico se encuentra en posición beta (la posición 2 del triglicérido) mientras que en las fórmulas está en la posición 1 y 3 del triglicérido. Esto es importante ya que el beta palmitato favorece la absorción de las grasas y del calcio así como el desarrollo de las bifidobacterias. Por ello, cada vez más fórmulas contienen mayor porcentaje de ácido palmítico en posición beta en su composición.
Por otro lado, aunque la normativa sobre las leches infantiles no hace ninguna referencia al aceite de palma (sólo están prohibidos los aceites de sésamo y de algodón), muchas casas comerciales han eliminado el aceite de palma de sus fórmulas y emplean otros aceites. Añado además, que las grasas son fundamentales en estas edades y no deben restringirse. En la leche materna, el 50 por ciento de las calorías proviene de las grasas. De hecho, se ha comprobado que dietas pobres en grasas en estas edades tienen efectos negativos sobre el desarrollo y crecimiento de esos bebés.
Fórmulas especiales
Algunos lactantes tienen problemas digestivos que les lleva a necesitar fórmulas especiales. Es importante que estas fórmulas sean recomendadas por un pediatra después de haber valorado al lactante.
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Fórmula sin lactosa: Hemos comentado que la lactosa es el principal hidrato de carbono tanto de la leche materna como de las fórmulas artificiales. Sin embargo, algunos bebés pueden tener una intolerancia congénita (desde el nacimiento) a la lactosa y otros pueden tener una intolerancia transitoria o secundaria (por ejemplo, después de una gastroenteritis muy prolongada). Para estos casos particulares, existen fórmulas sin lactosa, en las que sustituyen este hidrato de carbono por otro.
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Fórmulas hidrolizadas: en estas fórmulas las proteínas se «trocean», dando lugar a trocitos muy pequeños que facilitan la absorción y disminuyen su capacidad alérgica; son por ello empleadas en lactantes con alergia a las proteínas de la leche de vaca y en pacientes con trastornos intestinales graves. En función de cómo de pequeños sean esos trozos disponemos de fórmulas extensamente hidrolizadas y fórmulas elementales (trozos aún más pequeños). No existen estudios científicos que demuestren eficacia a largo plazo de las fórmulas parcialmente hidrolizadas, diseñadas para lactantes con riesgo de desarrollar una alergia.
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Fórmulas de prematuros: los prematuros tienen unas necesidades nutricionales diferentes a las de los niños a término. La leche de una madre que ha dado a luz a un bebé prematuro es diferente a la leche de una madre que ha dado a luz a un bebé a término. Así, las leches de fórmula para prematuros también serán diferentes: aportan más calorías, más proteínas y mayor cantidad de calcio y fósforo.
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Fórmula anti-regurgitación: contienen espesantes, menor proporción de lactosa y diferentes proporciones de proteínas y ácidos grasos para favorecer la absorción y acelerar el vaciado del estómago. Al igual que otras fórmulas especiales, deben usarse bajo supervisión médica.
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Fórmula anti-cólico: la causa de los cólicos del lactante aún no está establecida por lo que no tenemos un tratamiento adecuado. Sabemos, sin embargo, que los cólicos del lactante mejoran con la edad, desapareciendo en la mayoría de los bebés entre los 3 y los 4 meses de edad. Estas fórmulas llamadas anticólicos tratan de facilitar la digestión del lactante, reduciendo el contenido en lactosa, hidrolizando parcialmente las proteínas y/o añadiendo probióticos.
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Fórmula anti-estreñimiento: estas fórmulas suelen contener mayor cantidad de beta palmítico (un ácido graso presente en la leche materna), probióticos y oligosacáridos (que actúan como prebióticos), así como mas cantidad de magnesio que actúa como laxante.
Resumiendo… ¿en qué fijarnos para elegir una fórmula para nuestro bebé?
Como hemos visto, la composición de las fórmulas de inicio y de continuación está estrictamente regulada, por lo que los componentes principales varían poco.
Podemos usar la fórmula de inicio o tipo 1 desde el nacimiento hasta los seis meses en exclusiva y desde los 6 a los 12 meses junto con otros alimentos. Las fórmulas de continuación o tipo 2 no son estrictamente necesarias, pero son más económicas y pueden usarse desde los seis meses. A partir del año de vida, los niños sanos pueden tomar leche de vaca. Las fórmulas de crecimiento no son necesarias ni recomendables en niños sanos.
Las cantidades de proteínas, grasas e hidratos de carbono de las fórmulas son muy similares. La tendencia es a disminuir la cantidad de proteínas, ya que un elevado contenido proteico en los primeros meses de vida se ha relacionado con obesidad a largo plazo. Una mayor cantidad de ácido palmítico en posición beta es deseable para favorecer la absorción de grasas. Todas las fórmulas deben ir suplementadas con DHA. Además, algunas llevan membrana del glóbulo graso, que favorece la absorción de las grasas. También pueden estar suplementadas con pre y probióticos.
En el caso de que nuestro bebé tenga algún problema digestivo (estreñimiento, regurgitaciones, cólico del lactante…) debemos contactar con nuestro pediatra para que le valore antes de cambiar de fórmula.