Nuestras ciudades y sus calles serían muy diferentes si no existiera el pequeño comercio. Pero la realidad es que o las cosas cambian mucho o veremos como el paisaje de nuestras ciudades cambia de forma inexorable. Ya lo lleva haciendo durante años. Y es imprescindible la transformación del pequeño comercio en el siglo XXI.
Pueden seguir culpando a los clientes, que ahora prefieren comprar en Internet, a las grandes superficies y cadenas con ofertas constantes o a las franquicias que pueden invertir mucho más en publicidad. El pequeño comercio lo tiene complicado para competir. Imposible si utiliza las mismas técnicas de marketing siglo XX o espera mantenerse del cliente que pasa por delante de su puerta.
El consumidor de hoy tiene mucha más información sobre un producto en ocasiones que el vendedor que se lo ofrece. Conoce las especificaciones del producto, ha visto revisiones de algún experto por Internet. Cuando llega al pequeño comercio ya casi tiene tomada la decisión de compra. Y si se encuentra con un vendedor que no sabe recomendarle saldrá por la puerta con las manos vacías posiblemente para comprar por Internet aquello que no le supieron vender en el pequeño comercio.
En muchos casos el pequeño comercio no asesora, no tiene a un experto en su campo para guiar en su compra al cliente. Simplemente tiene alguien que despacha lo que nos piden. Y para esto hoy en día el consumidor tiene muchas más opciones que la tienda de su barrio o del centro. Internet también despacha, las grandes superficies también lo hacen y por lo general a un precio más competitivo.
Si a esto se une que vendemos lo mismo que se puede encontrar en otros establecimientos, la verdad es que estamos dando pocos motivos para que alguien cruce la puerta y se convierta en nuestro cliente. Aquellos que compran a última hora, la gente que no compra por Internet o los turistas y despistados. Nuestro público objetivo se reduce, pero sobre todo no tenemos un cliente fiel que vuelve una y otra vez porque lo que nosotros tenemos les gusta.
O el pequeño comercio entiende esto o muchas de estas tiendas acabarán por languidecer hasta desaparecer poco a poco. Ya es suficientemente duro llevar un pequeño comercio que sea rentable, como para estar haciendo equilibrios para llegar a fin de mes o viendo que este mes no llegamos ni con el impulso de las rebajas o el margen cada vez es menor.
Imagen | wimkantona