En
este
mismo
año
2024,
se
espera
que
los
miembros
de
la
Generación
Z,
aquellos
nacidos
después
de
1997,
superen
en
número
a
los
baby
boomers
(la
generación
nacida
en
aquellos
años
en
los
que
las
mujeres
tenían
muchos
hijos,
de
ahí
el
nombre,
y
que
son
las
personas
nacidas
entre
1946
y
1964,
más
o
menos)
en
la
fuerza
laboral
por
primera
vez
en
la
historia.
Puede
ser
que
no
en
todos
los
países,
pero
es
una
tendencia
amplia.
Por
eso
explican
los
expertos
que
es
tan
necesario
comenzar
a
comprender
a
las
generaciones
jóvenes
y
poder
así
atraer
su
talento
y
retenerlo.
Aunque
muchos
jefes
se
quejen
y
se
frustren
sin
querer
adaptarse,
la
alerta
de
los
conocedores
de
Recursos
Humanos
y
espacios
laborales
insisten
(y
es
por
eso
que
desde
Genbeta
traemos
muchos
de
esos
temas
e
investigaciones,
porque
son
relevantes
e
interesantes).
PBS.org
que
es
es
el
sitio
web
de
PBS
(Public
Broadcasting
Service),
la
emisora
pública
de
Estados
Unidos
y
funciona
como
corporación
privada
sin
fines
de
lucro
para
distribuir
programas
a
televisiones
en
EE.UU,
ha
recopilado
testimonios
de
trabajadores
que
alertan
de
que
la
generación
Z
llega
a
las
empresas,
como
lo
han
hecho
las
generaciones
pasadas,
con «diferentes
expectativas,
actitudes
hacia
la
alta
gerencia
y
puntos
de
vista
sobre
la
importancia
del
trabajo
en
su
vida
diaria».
Y
gente
de
estas
otras
generaciones
han
hablado
sobre
lo
que
están
viviendo
en
la
relación
de
los
recién
llegados
y
sus
dinámicas
laborales.
«Hice
del
trabajo
mi
identidad»
Por
un
lado,
habla
Ingrid
Kamphaus,
que
es
de
la
Generación
X
y
trabajo
en
el
gobierno
estatal
como
gerente
de
aprendizaje
y
desarrollo. «Diría
que,
durante
gran
parte
de
mi
carrera,
hice
del
trabajo
mi
identidad.
No
estoy
orgullosa
de
ello.
Llegaba
al
punto
de
trabajar
todas
las
noches,
todos
los
fines
de
semana.
Hubo
muchas
ocasiones
en
las
que
mi
pareja
me
quitaba
el
portátil
de
las
manos
mientras
estábamos
en
la
cama».
Y
ahora
afirma
que «lo
que
me
hubiera
gustado
saber
al
comenzar
mi
carrera
es
que
mi
valor
como
persona
no
está
vinculado
al
trabajo
que
hago».
Dice
que
primero
aprendió
esta
lección
de
sus
sucesores,
los
millennials
y
comenzó
a
dejar
de
trabajar
todos
los
días
a
la
hora
que
marcaba
su
horario
y
que
ahora
sigue
el
ejemplo
de
la
generación
Z.
«Mi
trabajo
nunca
vino
acompañado
de
rescompensas»
Lucinda
Manley
trabaja
en
Florida
en
el
sector
de
los
seguros
desde
hace
más
de
40
años
y
pertenece
a
la
generación
de
los
baby
boomers.
Su
hija
estaba
pasando
por
un
momento
muy
importante
ya
que
iba
a
hacer
su
examen
de
conducir
y
un
día
le
pidió
si
podía
concentrarse
al
menos
por
unos
día
en
ella «para
variar».
Manley
afirma
que
la
fuerte
ética
de
trabajo
en
realidad
estaba
gobernando
no
solo
mi
vida,
sino
la
vida
de
mi
familia.
Y
afirma
algo
crucial,
que
la
Generación
Z
ya
parece
saber
de
base:
Para
mí,
nunca
ha
habido
una
recompensa
por
todo
el
trabajo
duro.
Mi
trabajo
nunca
vino
acompañado
de
las
recompensas
que
pensaba,
especialmente
las
recompensas
monetarias.
«El
trabajo
es
la
base
para
poder
hacer
lo
que
realmente
es
importante
para
mí»
Chris
Hicks
es
un
ingeniero
de
la
generación
millennial
que
reconoce
que
tuvo
que
comenzar
a
obligarse
a
apagar
el
teléfono
después
de
salir
de
trabajar «solo
para
poder
mantener
algún
tipo
de
paz
para
mí
y
proteger
mis
relaciones
y
mis
pasatiempos».
Reconoce
que
el
trabajo
importa
por
el
dinero
que
le
retribuye
y
que
gracias
al
dinero,
él
puede
luego
salir
a
comer
con
sus
amistades,
visitar
familiares. «Así
que
trabajo
para
vivir
porque
esas
cosas
son
más
importantes.
El
trabajo
es
la
base
para
poder
hacer
todas
las
cosas
que
necesito
o
que
realmente
priorizo».
«Se
nos
exige
que
hagamos
mucho
y
nos
pagan
el
salario
mínimo»
Gabriel
Casul
trabaja
en
ventas
minoristas
y
ella
sí
forma
parte
de
la
Generación
Z.
Y,
como
explica
la
trabajadora
senior
del
testimonio
anterior,
ella
nada
más
entrar
al
mercado
laboral
ha
visto
que
no
es
justo: «la
generación
Z
finalmente
está
tomando
la
postura
de
exigir
qué
límites
se
pueden
establecer,
qué
reglas
se
deben
seguir».
«Se
nos
pide
que
aceptemos
trabajos
de
tres
o
cuatro
personas
diferentes,
que
cumplamos
con
altas
expectativas
y
todo
mientras
nos
pagan
el
mínimo».
Y
recuerda
que
su
generación
no
ve
eso
como
una
forma
de
vida
sostenible.
Le
sorprende
de
otras
generaciones
que «a
la
gente
le
gusta
presumir
de
que
trabaja
60,
70
horas
a
la
semana»
mientras
los
jóvenes
cuestionan
esto
porque
no
consideran
que
realmente
sea
vivir.
Las
generaciones
mayores
dicen
constantemente
que
somos
vagos,
que
no
queremos
trabajar,
cuando,
en
realidad,
queremos
que
las
cosas
sean
justas,
que
las
cosas
sean
aceptables
en
lo
que
respecta
al
salario,
por
ejemplo.
El
costo
de
vida
ha
aumentado
y
las
empresas
están
obteniendo
ganancias
récord,
mientras
que
los
trabajadores
no
vemos
ninguna
recompensa
de
esas
ganancias.
Imagen
|
Foto
de
Jeremy
Bishop
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Unsplash
En
Genbeta
|
El
teletrabajo
puede
perjudicar
a
los
empleados
más
jóvenes.
Les
quita
visibilidad
y
capacidad
de
aprendizaje